viernes, 30 de diciembre de 2011

Cinco reflexiones musicales sobre el Año Nuevo


Es cierto que cualquier música, sobre todo si es de fiesta, sirve para acompañar las celebraciones de Año Nuevo. Quizá por ello los temas navideños han tenido siempre más cabida, pero eso no significa que no se hayan creado temas específicos sobre lo que significa el comienzo de un nuevo año. Reúno aquí un muy breve listado de cinco temas, en orden meramente cronológico, que, más que ser canciones de celebración, son propiamente canciones de reflexión.


A sad one
Nat King Cole - "Happy New Year" (1958)



Navidad y Año Nuevo son sinónimo de alegría. O al menos eso nos dicen los catálogos de publicidad. Mientras la realidad se encarga de desmentirlos, la inconfundible voz de Nat King Cole (con letra de Gordon Jenkins) nos recuerda que, detrás de toda esa gente feliz con sus "silly paper hats" y sus "stupid little horns", hay también nostalgia y soledad. Y ello no por cuentas separadas, sino también en cada uno de esos personajes festivos; pero cada uno tiene su tiempo de soledad y a él le toca esa noche. Ella, en cambio, estará con su nuevo amor cantando Auld Lang Syne. Mas la diversión y el tedio son estados tan distintos como inseparables. Lo poderoso de toda diversión es su capacidad de hacernos partícipes de un breve paraíso terrenal; pero todo paraíso está allí para ser perdido y siempre nos damos cuenta de ello cuando ya es demasiado tarde, cuando tomamos conciencia del tiempo ido. Por eso mismo no podemos suprimir el sinsentido y la soledad radical. Menos aun cuando la fiesta continúa sin uno y "the wind blows memories". No se trata aquí de un hartazgo cualquiera, sino del tedio fundamental con el que se nos hace manifiesta la absurda fragilidad de nuestra existencia y de todo aquello en lo que nos esperanzamos. Frente a esa desnudez, todo ropaje -incluso y especialmente el ropaje intelectual que desprecia los divertimentos- es necesariamente una diversión, un pasar el tiempo. Pero, cuando la diversión no alcanza, la introspección se hace necesaria y no hay introspección sin memoria. Y, para complicar las cosas, sucede que los recuerdos más tristes son aquellas alegrías plenas e incontaminadas, instantáneas, con las que uno sorpresivamente se encuentra y a las que no se puede volver más que en el recuerdo. Como ese feliz año nuevo en que se besaron los que ya no se besan más.

Se nos había dicho, es cierto, que toda historia empieza con un paraíso perdido, pero es duro asumir que el modo propio de la existencia es descubrirse echado de un paraíso para esperar llegar a algún otro que también se perderá. La mayoría de personas prefieren creer que su paraíso es eterno y, cuando se acabe, creer lo mismo del próximo. Entretanto, en la elegante voz de Nat King Cole se expresa una tristeza que desgarra sin resentimiento: "I wish you a Happy New Year, darling. / May your new love be bright and fair".


Noche para dos
Ella Fitzgerald - "What Are You Doing New Year's Eve?" (1960)



Aun cuando en la naturaleza física sea una noche cualquiera, y aunque uno advierta la arbitrariedad de los calendarios, eso en nada niega que la víspera de Año Nuevo pueda convertirse en una noche especial. Para Ella Fitzgerald es eso lo que cuenta. La celebración del Año Nuevo es, vista así, una excelente oportunidad para acercarse a esa persona y preguntarle: "What are you doing New Year's... New Year's eve?"


Aún hay tiempo para nosotros
Otis Redding y Carla Thomas - "New Year's Resolution" (1967)


El dicho popular "año nuevo, vida nueva" no es estrictamente cierto. Inevitablemente somos una unidad de conciencia que se va nutriendo de un cúmulo de experiencias desde antes de nacer (con la música, por ejemplo, desde el sexto mes de embarazo). No obstante, afortunadamente, tenemos al olvido y al perdón como mecanismos para poner de lado, con menor o mayor control, ciertas experiencias de nuestro pasado, y así hacernos soportable el presente y alentadora la idea del futuro. De allí que los propósitos de año nuevo sean algo tan común. Independientemente de lo que determinen nuestra voluntad y las circunstancias siempre cambiantes, ellos nos dan una ilusión motivadora en tanto punto de inflexión. Un nuevo comienzo, relativo al menos, se vislumbra como posible. Eso encontramos en este clásico tema de Otis Redding que, junto a Carla Thomas, sabe bien que no es posible un olvido radical de todo lo pasado, menos aún cuando no se trata de experiencias meramente personales sino intersubjetivas. Otis sabe que tampoco el perdón es ilimitado. Por ello le canta a Carla: "I hope it's not too late / Just to say that I'm sorry, honey". Desde allí se nos va revelando una letra sutil (hecha por Mary Frierson) sobre los cambios que sufre una pareja, sobre el reconocimiento de las responsabilidades compartidas como fuente de reconciliación y, especialmente, sobre el hacer promesas que se puedan cumplir. La música enfatiza la palabra empeñada por ambos y captura la atención en esa promesa, de modo que ambos olvidan sus problemas. Olvido no quiere nunca decir un abandono absoluto, sino un colocar por debajo de otros recuerdos. El diálogo los integra de un modo verdaderamente esperanzador y Carla concluye: "Oh, it's not too late".


Lost and blue
Abba - "Happy New Year" (1980)



Abba canta sobre y a partir de un fin de fiesta, que es necesariamente un cierre melancólico. Pero es más que eso. Es el paso de una conciencia feliz pero pasiva a una conciencia más bien reflexiva, que vuelve sobre sus pasos y hace que el mismo saludo del día anterior -"Happy New Year"- sea ya distinto, cargado de una esperanza que no es ciega a fuerza de observar cómo el tiempo finalmente nos vence. Incluso esa visión de un mundo en el que los vecinos sean amigos no tiene una validez permanente sino momentánea, de vez en cuando ("now and then"). Incluso el deseo de que tengamos suficiente fuerza de voluntad para seguir, aparece contrastado con su contraparte: "...we might as well lay down and die". Abba nos está cantando de la fragilidad inevitable de estar echados a la existencia; de allí la excelente definición que dan del hombre como estando de espaldas a su futuro: "Oh yes, man is a fool / And he thinks he'll be okay / Dragging on, feet of clay / Never knowing he's astray / Keeps on going anyway...". No se trata de una queja, sino de una constatación. La inocencia de sus voces contrasta así con una letra que es muy sutilmente trágica, en el más pleno sentido griego del término. La versión en español, titulada Felicidad, pierde lamentablemente esta riqueza y permanece en la fiesta; en cualquier fiesta, porque ni siquiera mantiene el contexto del cambio de año. Los juegos de cada lengua y su musicalidad son también frágiles.


Nada cambia el día de Año Nuevo...
U2 - "New Year's Day" (1983)



La música de esta canción es, sin duda alguna, una de las más cautivadoras de la popular banda irlandesa. En esa perfecta confluencia del bajo, el teclado, la guitarra eléctrica y la batería hay una fuerza no superada por ninguna otra canción de Año Nuevo. La letra es característica del antimilitarismo de la banda y de ese disco en particular (War). En ella, Bono nos dice que no sólo la naturaleza sigue igual entre un 31 de diciembre y un 1º de enero, sino que también en lo humano pasa lo mismo: el cambio de año no implica el fin de la guerra. Pero la diferencia está planteada allí mismo, en la voluntad humana que lo distancia de sus condicionamientos naturales y de sus actos más instintivos: "Though torn in two / We can be one". La canción hace alusión, indirectamente, a la situación de Polonia, sumida por entonces en la ley marcial ("All is quite on New Year's Day"). El movimiento sindical Solidarność fue declarado ilegal ("A world in white gets underway") hasta que, a fines de la década, formó un partido que le ganó las elecciones al régimen comunista y contribuyó decididamente a la disolución del bloque soviético. Pero en 1983 las cosas estaban muy lejos todavía de ello. Por eso la canción termina con una estrofa dura pero realista: "Though I want to be with you / Be with you night and day / Nothing changes / On New Year's Day". Nada cambia, pero la solidaridad que subyace a esa quietud, ella sí crece y puede romper las cadenas.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Memorias de un amnésico y otros escritos de Erik Satie




Erik Satie, Gymnopédie Nº 1, Reinbert de Leeuw.


Satie publicó en la Revue musicale, entre 1913 y 1914, una serie de textos cortos, algunos de los cuales fueron presentados como "fragmentos" para sus Memorias de un amnésico, obra que nunca llegó a preparar. Todos esos textos fueron reunidos y han sido luego traducidos a nuestro idioma. Como en su vida, sus breves escritos están cargados de lo lúdico y lo extravangante de su personalidad, pero siempre con juicios agudos respecto a sí mismo y a su época. Allí dirá, por ejemplo, acerca de sí mismo:
Todo el mundo les dirá que no soy un músico. Es verdad. Desde el principio de mi carrera, me clasifiqué enseguida entre los fonometrógrafos. Mis trabajos son pura fonométrica. (...) La primera vez que utilicé un fonoscopio examiné un si bemol de tamaño medio. No he visto nunca, les aseguro, cosa más repugnante. Llamé a mi criado para que lo viera. En la fonobáscula, un fa sostenido ordinario, muy común, llegó a 93 kilogramos. Procedía de un tenor muy gordo al que pesé.

Lo genial en estos escritos de Satie consiste fundamentalmente en la indefinición de sus juicios; algo muy propio del escepticismo moderno, de lo cual, en filosofía, quizá sólo tenga a Nietzsche como paralelo, aunque con la abstracción que le es propia a la música y no a la filosofía, por más poética o aforística que ésta sea. Así como el niño cree y no cree a la vez en aquella historia que está fabulando o en el juego que está jugando, Satie cree y no cree en la modernidad. Lo más que puede entreverse, con cierta claridad, es su burla de las convenciones sociales (todas ellas, incluso el pacifismo: "no tengo tampoco información alguna sobre su participación -de los Satie- en la Guerra de los treinta años, una de nuestras guerras más bellas") y de las autoridades, particularmente de las autoridades musicales:
Tres veces fui candidato de la delicada reunión. Al sillón de Ernest Guiraud, al sillón de Charles Gounod, al sillón de Ambroise Thomas. Antes que a mí, y además sin razón, prefirieron a los señores Paladilhe, Dubois y Lenepveu. Y me dio mucha pena. Aunque no soy muy observador me pareció que los preciosos miembros de la Academia de Bellas Artes hacían uso, para con mi persona, de una testarudez, de una intencionalidad que rayaba con la más calculada obstinación. Y me dio mucha pena. Cuando eligieron al señor Paladilhe, mis amigos decían: "Déjelo, más tarde le votará a usted, maestro. Su voz tendrá mucho peso". No obtuve ni su voto, ni su voz, ni su peso. Y me dio mucha pena. Cuando eligieron al señor Dubois, mis amigos me decían: "Déjelo, más tarde serán ya dos los que votarán por usted, maestro". Sus voces tenían mucho peso. No obtuve ni sus votos, ni sus voces, ni sus pesos. Y me dio mucha pena. Me retiré. El señor Lenepveu pensó que estaría bien ocupar un sillón que me estaba destinado y no vio qué inconveniente habría en hacerlo. Se sentó sin escrúpulos en mi sitio. Y me dio mucha pena.

Para leer a Satie hay que tener pues la disposición que uno tiene al entrar en un juego: la de tomárselo con seriedad precisamente porque no debe ser tomado con seriedad. Desde luego que lo serio de la comedia sigue estando entrelíneas, como lo que afirma sobre la música:
...Fue en ese momento de mi vida cuando comencé a pensar y a escribir musicalmente. Sí, lamentable idea, pero que muy lamentable. Claro, pues, que no tardé en servirme de una originalidad original, poco grata, fuera de lugar, antifrancesa, contranatura, etcétera. Entonces la vida se me hizo tan insoportable que tomé la resolución de retirarme a mis tierras y pasar el resto de mis días en una torre de marfil o de otro metal... metálico. (...) Y todo esto me ha sucedido por culpa de la música. Ese arte me ha perjudicado más que beneficiado. Me ha hecho reñir con mucha gente de calidad, honorables, más que distinguidos, muy como es debido.

Ciertamente, Satie desarrolló una aproximación a la música que sólo se haría evidente entre nosotros con el surrealismo y con la obra de John Cage. El mismo Breton sólo reconocería tardíamente esa importancia. Por otro lado, no es menos importante en la línea de haber procurado la inclusión de elementos populares en la música académica. En ocasiones, una dosis de conocimiento histórico es también necesaria para comprender cabalmente sus ironías. Por ejemplo, la moda de hacer versiones de Schubert, como la que hace Ravel de los Valses nobles y sentimentales, frente a lo cual Satie hizo una parodia de la conocida Marcha fúnebre de Chopin, a la que llamó, sin embargo, Citation de la célèbre mazurka de Schubert. Estas memorias no aportan tanto en ese sentido, pero sí -y mucho- en nuestra comprensión del personaje que Satie quiso hacer de sí mismo.


Título: MEMORIAS DE UN AMNÉSICO Y OTROS ESCRITOS
Autor: ERIK SATIE
Formato: 19 x 15 cms.
Páginas: 144
Editorial: Ardora
Ciudad: Madrid
Año: 2007
Traducción: Loreto Casado
ISBN: 978-84-8802-003-1

Reseña editorial:
«Satie ha dicho que el piano, "como el dinero, no resulta agradable más que a quien lo toca": eso tranquiliza a alguien como yo, malquistado de nacimiento con la música instrumental. Eso hace también que lamente haber comprendido demasiado tarde, después de su muerte, al individuo excepcional que fue y al que un telón de espinas -su malicia, sus estudiados tics- me ocultaba... El tránsito del siglo XIX al XX no ha producido ninguna evolución de espíritu tan fascinante como la suya. Tendida entre dos puntos extremos, los místicos y Platón, durante treinta años la fatalidad del espíritu moderno ha consistido en hacer vibrar la cuerda de Satie al unísono con las de su compatriota Alphonse Allais y, más aún, de Alfred Jarry. No conozco mayor escuela de libertad con respecto a todas las convenciones, ni otra sonrisa más traviesa y, a la postre, tan punzante por encima del abismo interior, de negrísima especie, del que se escapa la bandada de sus dibujos e inscripciones caligrafiadas en absoluta soledad -"todo de fundición", a la vez tan graciosos y tan inquietantes-, que esperan desde hace tiempo un inventario completo y un análisis riguroso.» (André Breton, 1955.)

Página Web de Ediciones Ardora.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Género musical y tipos de personalidad (untying the tied)



El trabajo científico avanza fundamentalmente sobre la base de las síntesis que los científicos realizan. Todos los datos de la percepción se ofrecen al entendimiento a través de numerosas síntesis, la mayoría de ellas indeterminables. Y una hipótesis es una síntesis que debe ser comprobada a través de la experiencia (con otra síntesis), asociando experiencias repetidas (síntesis a su vez), en busca de una regularidad que pueda ser tenida por objetiva. El problema está, como afirmaba Platón, cuando se separa lo que debe permanecer unido y cuando se une lo que debe permanecer separado. Por ello es necesaria la crítica (κρὶνω), el discernimiento que le es constitutivo a la filosofía.

El psicólogo Adrian North, de la Heriot-Watt University de Edinburgo, Escocia, ha llevado adelante una investigación* para determinar el vínculo entre preferencias de estilos musicales y tipos de personalidad. Su base es la encuesta que ha aplicado en tres años a unas 36 mil personas en más de 60 países. Entre sus resultados destaca que:

  • Tienen alta autoestima los fans del blues, del jazz, de la música académica (clásica), del rap, de la ópera, del reggae, del chart pop y del soul. Tienen baja autoestima, en cambio, los fans de la música indie, del rock y del heavy metal.
  • Son creativos los fans del blues, del jazz, de la música académica, de la ópera, del reggae, del dance, de la música indie, del rock, del heavy metal y del soul. No lo son los fans del chart pop.
  • Son trabajadores los fans del country, del western y del chart pop, pero no los fans del reggae, de la música indie, del rock ni del heavy metal.
  • Y por algunos otros motivos desconocidos los fans del blues, del soul y del reggae serían extravertidos, amables y desenvueltos; los del jazz sólo extravertidos y desenvueltos, mientras que los de música académica serían intravertidos y desenvueltos. Los fans del rap serían sólo extravertidos, como los del country y del western, y los de ópera sólo amables. Por su parte, los fans del dance serían extravertidos mas no amables, y a quienes les gusta escuchar música indie tampoco serían amables. Los que escuchan chart pop son extravertidos y amables pero no desenvueltos. Y los fans del rock y del heavy metal no son extravertidos, pero sí amables y desenvueltos.

North acierta cuando observa que, popularmente, "teníamos el sentido de que la gente selecciona gustos en estilos musicales que encajan con sus propias personalidades". El problema es que North cree que tanto la constitución de la personalidad como esa "selección" es diáfana y fácilmente objetivable; algo que no puede ser así desde el hecho mismo de escapar la atención, las asociaciones y la memoria involucradas al dominio de lo estrictamente consciente y también al de la voluntad. Lo que se va uniendo en la historia personal desde los seis meses de embarazo, que es cuando se empieza a escuchar sonidos, no puede ser separado de esta manera.

Por otro lado, el enfoque estadístico es meramente aproximativo. Esto significa que no debe de perderse de vista su generalidad. Aun cuando su tasa de predictibilidad pudiera ser alta, como en las encuestas electorales, eso en nada supera sus dos principales limitaciones: la primera, que ellas no pueden contener eficazmente lo que es materia de deliberación, por cuanto objetivan y simplifican opiniones a las que, además, desproveen de crítica, es decir, de discernimiento; y, la segunda, que trasladan lo que corresponde al orden fenoménico de la conciencia subjetiva al mero consenso (a la "psicología social"); esto es, a la casualidad de los apareceres, carente igualmente de discernimiento. Lo primero hace que lo que la prensa llama "opinión pública" no sea tal; no al menos en el sentido en que Aristóteles concebía la deliberación pública. Lo segundo es lo que se da detrás de los prejuicios que inundan las investigaciones pseudocientíficas.

Adrian North ha señalado que le interesa descubrir por qué la música es una parte tan importante en la identidad de las personas, pero su investigación no desarrolla análisis alguno de la constitución de la identidad, sino que la entifica en determinados tipos psicológicos, que están además dudosamente caracterizados. Afirma que "no sabíamos con detalle cómo la música está conectada con la identidad". Después de su investigación, seguimos sin saberlo. Evidentemente hay una relación entre los gustos y la personalidad, pero las dos únicas cosas que pueden ser determinadas a ese respecto son: 1) la relación entre libertad escéptica y amplitud del gusto, y 2) que esa relación se da por cuanto la música que se acostumbra escuchar se sedimenta en la memoria de manera conjunta a la constitución del yo, pero incluso desde instancias pre-egológicas y pre-conscientes. Las relaciones planas y directas, presuntamente apodícticas, que North plantea, son imposibles de determinar. Y además de imposible es innecesario e indeseable.

Me temo que el señor North ha perdido tres años y probablemente siga perdiendo otros tantos en una investigación desencaminada. El psicologismo tendrá éxito en los dominios inmediatos de la prensa, mas no en los más duraderos del pensamiento y de la comprensión acertada de la percepción musical.




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* North, Adrian C. y D. J. Hargreaves, The social and applied psychology of music, Oxford: Oxford University Press, 2008. North, Adrian C., L. Desborough y L. Skarstein, "Musical preference, deviance, and attitudes towards celebrities", en: Personality and Individual Differences, Vol. 38, 2005, pp. 1903-1914.

domingo, 11 de septiembre de 2011

¿Nos hace el arte felices? Ni con la neuroestética, ni contra ella



A partir de Nietzsche no podemos desligar una idea del organismo que la sostiene, de su composición fisiológica y psicológica. Esto no quiere decir, sin embargo, que la pregunta filosófica se tenga que reducir a la consideración científica. Significa tan sólo que el conocimiento debe ser modesto en cuanto a sus pretensiones y saber reconocer su ineludible perspectivismo. Una filosofía que se asuma como tal se aproxima por lo tanto más libremente a las investigaciones científicas, pero sabe también colocarlas en su debido marco conceptual. Intentemos esto con la investigación que sobre el vínculo entre arte y felicidad nos presenta el siguiente vídeo:


Se nos dice que la gente involucrada con el arte ha pensado siempre que el arte nos hace bien, pero no tenían pruebas, hasta ahora. En efecto, el escaneo de las actividades cerebrales muestra que determinados neurotransmisores asociados al placer se activan cuando percibimos obras de arte que nos parecen bellas, pero lo que la investigación no puede sino dejar de lado, por su propio reductivismo científico, es lo siguiente:

1) La prueba alcanza a la reacción cerebral, pero no a la pretendida causa. De hecho, la investigación señala que la misma reacción se produce cuando se está enamorado. Y lo mismo podría decirse de un sueño y de una alucinación. En consecuencia, ¿es la propia obra de arte la que genera esa reacción? No directamente. Uno podría incluso encontrar bello y sentir placer de algo que a otro le parezca sumamente desagradable y no produzca ese efecto. Esto es lo más común del mundo. Por tanto, falla el nexo causal; no hay ninguna prueba de que el arte en cuanto tal nos haga "felices" y, es más, cabría incluso discutir si el agrado está necesariamente vinculado con el juicio de cuándo algo es bello.

2) ¿Por qué tendría que asumirse que el placer es bueno y por qué tendría el arte que necesariamente hacernos felices? Allí subyace un prejuicio empirista (no casualmente es un programa inglés) que ha sido explícitamente rechazado por diversas tendencias artísticas que han criticado el paradigma de la belleza en el arte, que han pretendido hacer arte expresamente desagradable (como con la música atonal), etc. Entonces, una generalización de que el arte en sí mismo nos hace bien, sobre la base biológica aportada, se torna fácilmente falsa, por cuanto no todo arte tiene esa finalidad ni logra ese efecto. ¿Una película de terror tiene ese efecto? Y asimismo por cuanto sentirse bien y estar bien no son precisamente lo mismo.

3) Aun limitándose al arte "bello", el nexo causal falla porque no se aclara qué es propiamente lo que generaría felicidad de un modo biológicamente determinado (necesario). Lo que se presenta como ciencia que trasciende la opinión común, permanece en ese mismo nivel de indeterminación y es, por lo tanto, más bien pseudociencia. No lo es la neurobiología, desde luego, y quizá tampoco la así llamada neuroestética, pero sí lo es esta investigación en particular. Lo que el científico con mucha frecuencia deja de lado son los límites de su saber y cómo una experiencia determinada, como en este caso la experiencia del arte, es un asunto bastante complejo que está por lo mismo envuelto de contingencia y no de certezas naturales y apodícticas. Lo único que "demuestra", pues, es algo que ya se conocía: la circularidad entre sentimiento de placer y liberación de dopamina en el cerebro.

Buena parte de malentendidos como éste vienen de la noción griega de katarsis que hizo suya Aristóteles en relación con las representaciones trágicas. Esa purificación, que es la katarsis, no tenía sin embargo un carácter científico para el filósofo, sino que se daba en el ámbito de la conciencia, de la psyché (el alma). En ese sentido, incluso cuando me asusto con una película de terror o cuando lloro desconsoladamente por un drama, la katarsis empieza a darse en el hecho mismo de "saber" (aunque no sea consciente) que lo que tengo adelante es una ficción y no mi realidad, y aunque no me resulte tampoco enteramente ajeno porque precisamente lo que veo es muy verosímil, muy convincente. Allí las neurociencias tendrían algo más importante que decir sobre la experiencia estética: ¿qué ocurre en nuestro cerebro que nos permite creer y no creer a la vez en la obra de arte que estamos observando?

Decía que la ciencia, como nos ha enseñado Nietzsche, debe ser atendida porque hace que la filosofía sea más modesta y jovial, pero hay asuntos que no tienen necesidad alguna de ser reducidos a una simplificación científica.


miércoles, 24 de agosto de 2011

La gran transformación en el gusto musical de William Weber


William Weber ha logrado con erudición y perspicacia un estudio fundamental sobre la historia de la estética musical moderna. En él se plantea el origen de aquella divergencia entre "música popular" y "música clásica" que marcó el auge cada vez más decidido de lo pop (en sentido general), el fracasado intento del atonalismo por superar con "nueva música" esa distancia, el asentamiento de lo "clásico" musical en la consideración popular más allá de la estética clacisista, la reivindicación de la "música ligera" (por ejemplo, la así llamada música ligera italiana), la concepción y los programas de los recitales y conciertos clásicos hasta nuestros días (tan criticados por Glenn Gould y en contraste con los conciertos populares), las demandas del público (como las que padeció Wagner en París), lo serio y lo bufo (tal como en la ópera), etc. Hay, pues, sobradas razones para recomendar la atenta lectura de este amplio estudio que, pese a cubrir un período de años determinado, posibilita una mejor comprensión de los gustos musicales contemporáneos, sin reducirlos a enfoques meramente sociológicos pero teniendo en cuenta los aspectos sociales, políticos y económicos que los influyen.


Título: LA GRAN TRANSFORMACIÓN EN EL GUSTO MUSICAL. LA PROGRAMACIÓN DE CONCIERTOS DE HAYDN A BRAHMS
Autor: WILLIAM WEBER
Formato: 16 x 23 cms.
Páginas: 472
Editorial: Fondo de Cultura Económica
Ciudad: México
Año: 2011
Traducción: Silvia Villegas
ISBN: 978-95-0557-874-0


Reseña editorial:
La gran transformación en el gusto musical analiza el cambio fundamental que se llevó a cabo en la vida musical europea entre 1750 y 1830 como parte de un movimiento más amplio que se proponía repensar la cultura y la política en Europa. A través del estudio minucioso de miles de programas de conciertos William Weber investiga la evolución del gusto a partir del surgimiento de mundos diferentes en torno a la música clásica y la canción popular.

El diseño de un programa es un proceso político que necesita de una serie de acuerdos entre públicos, músicos, gustos y, por extensión, fuerzas sociales. Hacia fines del siglo XVIII, un concierto típico satisfacía intereses variados a través de una "miscelánea" estructurada de géneros cohesionada por la presencia de músicos de relevancia. Esto comenzó a debilitarse alrededor de 1800 con la aparición de nuevos tipos de composiciones, desde los cuartetos de cuerdas a las quadrilles y las baladas, que no podían coexistir fácilmente en un mismo programa. El campo musical no pudo mantener su antiguo orden y comenzó a dividirse en dos regiones separadas de repertorio y gusto: la dicotomía establecida entre las músicas consideras "ligera" y "seria", en relación con las nociones de "canciones populares" y "clásicos".

William Weber lleva a cabo un estudio preciso y cautivante de ese conflicto por medio del cual la programación musical sufrió la influencia de ideas utópicas y experimentos extravagantes, mientras se libraban batallas ideológicas sobre quién debía gobernar el gusto musical.

viernes, 15 de julio de 2011

Emilio Adolfo


Del fuego viene y en él acaba toda música.
No hay diferencia entre música en incendio. (...)

Así comienza Emilio Adolfo Westphalen uno de sus cantos fundamentales. Es que el poeta, cuando su oído y su palabra son honestas, sólo sabe de combustiones. Porque en el fundamento no es la música ni la poesía, sino el fuego. De ese incendio le llega su voz clarividente y al mismo incendio pide que lo entreguemos. Todo lo intermedio es destino incompleto siempre, mera posada del caminante y empujar la misma piedra por escarpadas colinas. Su percepción ardiente, en cambio, no conoce diferencias: todo le es querido, lo entraña todo. El poeta es un elefante que bate orejas y trompa bailando a un ritmo no aprendido, y que se marcha a la bella muerte, jugando como cualquier niño.



HE DEJADO DESCANSAR TRISTEMENTE MI CABEZA
En esta sombra que cae del ruido de tus pasos
Vuelta a la otra margen
Grandiosa como la noche para negarte
He dejado mis albas y los árboles arraigados en mi garganta
He dejado hasta la estrella que corría entre mis huesos
He abandonado mi cuerpo
Como el naufragio abandona las barcas
O como la memoria al bajar las mareas
Algunos extraños sobre las playas
He abandonado mi cuerpo
Como un guante para dejar la mano libre
Si hay que estrechar la gozosa pulpa de una estrella
No me oyes más leve que las hojas
Porque me he librado de todas las ramas
Y ni el aire me encadena
Ni las aguas pueden contra mi sino
No me oyes venir más fuerte que la noche
Y las puertas que no resisten a mi soplo
Y las ciudades que callan para que nos aperciba
Y el bosque que sé abre como una mañana
Que quiere estrechar el mundo entre sus brazos
Bella ave que has de caer en el paraíso
Ya los telones han caído sobre tu huída
Ya mis brazos han cerrado las murallas
Y las ramas inclinado para impedirte el paso
Corza frágil teme la tierra
Teme el ruido de tus pasos sobre mi pecho
Ya los cercos están enlazados
Ya tu frente ha de caer bajo el peso de mi ansia
Ya tus ojos han de cerrarse sobre los míos
Y tu dulzura brotarte como cuernos nuevos
Y tu bondad extenderse como la sombra que me rodea
Mi cabeza he dejado rodar
Mi corazón he dejado caer
Ya nada me queda, para estar más seguro de alcanzarte
Porque lleva prisa y tinieblas como la noche
La otra margen acaso no he de alcanzar,
Ya que no tengo manos que se cojan
De lo que está acordado para el perecimiento
Ni pies que pesen sobre tanto olvido
De huesos muertos y flores muertas
La otra margen acaso no he de alcanzar
Si ya hemos leído la última hoja
Y la música ha empezado a trenzar la luz en que has de caer
Y los ríos te cierran el camino
Y las flores te llevan en mi voz
Rosa grande ya es hora de detenerte
El estío suena como un deshielo por los corazones
Y las alboradas tiemblan como los árboles al despertarse
Las salidas están guardadas
Rosa grande ¿no has de caer?


En el centenario de su nacimiento (1911-2011).

jueves, 14 de julio de 2011

La importancia de ser disonante



"Se abandonan las apariencias del arte, el arte acaba siempre repudiando las apariencias del arte. ¡Dim-dada! Oigan cómo la melodía queda aquí aplastada bajo el peso del acorde. Se hace estática, monótona. Dos veces re, tres veces re, una tras otra. Los acordes lo son todo. ¡Dim-dada! Fíjense ahora en lo que va a pasar."

Thomas Mann, Doktor Faustus, cap. VIII.




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miércoles, 13 de julio de 2011

¿Y para qué fenomenólogos?




Si aún se está lejos de comprender la importancia "kantiana" de la fenomenología respecto al arte, ¿cuánto más lejos no se estará de comprender su tarea fundamental? Ya ni siquiera la fenomenología de Hegel, sino puro hegelianismo mediocre ("posmoderno") hay en nuestro mundo del arte. Y sin embargo abunda la "crítica", esa contemplación autoindulgente y verdaderamente inútil de quienes nunca supieron cómo llegar a ser artistas... ¿Y su ignorancia quiere ser aleccionadora?

Cuando las teorías estéticas están dominadas por la cuestión acerca de lo que es el arte, el resultado es siempre un historicismo o un sociologismo demasiado sosos. Allí hace falta dar el giro hacia la subjetividad para invertir la tradicional pregunta por la naturaleza del arte, de modo tal que volvamos a las experiencias mismas en las que se va constituyendo lo que podemos considerar artístico. Una vez hecho esto, puede por fin desenvolverse la fenomenología en su tarea propia: recorrer todas las valoraciones; esto es, hacerse de ellas. Mientras el teórico ciñe con fórmulas bien aprendidas lo valioso del arte, el fenomenólogo está llamado a liberarlo de esas ataduras, transfigurarlo, hacerse él mismo un artista. Porque abre más de dos ojos, muchos más, puede abrir también nuevos horizontes y surcar nuevos mares.

Caspar David Friedrich, En el velero (Auf dem Segler, 1818)

viernes, 1 de julio de 2011

Homenaje a Emilio Adolfo Westphalen en el centenario de su nacimiento (1911 – 2011)



La Academia Peruana de la Lengua realizará los próximos 4 y 5 de julio un homenaje a Emilio Adolfo Westphalen, con ocasión del centenario de su nacimiento (1911-2011). Westphalen es considerado, quizá incluso más en el ámbito literario internacional que en el nacional, como una de las voces mayores que el Perú ha tenido en poesía, junto a Vallejo y Eguren. Su producción poética, aunque breve, es profunda y honesta, sensual, elegante y siempre precisa. Es una buena ocasión para celebrarla.



LUNES 4 DE JULIO

"Una jovencita de los Andes en la capital y en un poema de Westphalen"
Paolo de Lima (UNMSM)

El propósito de mi ponencia es analizar un poema en prosa de Emilio Adolfo Westphalen (Lima, 1911-2001) incluido en una de sus últimas plaquetas: Ha vuelto la diosa ambarina (México, 1988). En dicho texto, el sujeto poético ofrece elementos de su constitución como parte del sector social urbano y occidental de la sociedad peruana. Establece esta posición a través de la descripción sensual de “una jovencita recién venida” a la capital desde la “lejana serranía”. ¿De qué manera se autodescribe este sujeto poético? ¿Qué elementos son destacados en la construcción de su objeto del deseo? ¿Cómo es representada la otredad andina? Para responder estas y otras interrogantes del ámbito propiamente poético de la producción textual de Westphalen, me valdré a su vez, y como modo de introducción al análisis de dicho poema, de algunas de sus crónicas, a saber: “Poetas en la Lima de los años treinta” (1974) y “Nacido en una aldea grande” (1984) con el objetivo de presentar mayores aspectos del espacio urbano implícito en el poema. De este modo, a través de la sensibilidad de Westphalen, mi exposición pretenderá construir una imagen tanto de la propia autorepresentación espacial (el centro colonial e hispano) como de la proyección de ese espacio otro y “lejano” (los Andes, columna vertebral del Perú) con el fin de conocer mejor la visión de mundo de Emilio Adolfo Westphalen.

"Caminantes por una tierra baldía. T.S. Eliot y E.A. Westphalen. Una lectura transtextual de Las ínsulas extrañas"
Sylvia Miranda (Universidad Complutense de Madrid)

Este ensayo es una lectura que establece las relaciones entre estos dos grandes libros de la vanguardia occidental, La tierra baldía de T.S. Eliot y Las ínsulas extrañas de E. A. Westphalen. Abriendo, de esta manera, un nuevo eje en la interpretación de la poesía de Westphalen y otorgándole una nueva significación dentro de la literatura vanguardista hispanoamericana.


MARTES 5 DE JULIO

"El humor del cuerpo en Cuál es la risa de Emilio Adolfo Westphalen"
Gladys Flores Heredia (UNMSM)

El propósito de la ponencia es analizar la configuración del humor en Cuál es la risa (1989) de Emilio Adolfo Westphalen. Esta configuración es fundamental pues se devela el cuerpo como una construcción simbólica represiva donde la puesta en escena del acto amoroso puede leerse como la insatisfacción del hombre que dialoga con la sociedad para comunicarle, irónicamente, su descontento. Se ha afirmado que uno de los núcleos de la poética westphaleana es la representación litúrgica del amor, y por ende, del acto amoroso. Precisamente desde la categoría del humor (Bajtín) se explora un modo distinto de representar el cuerpo, a veces grotesco, relacionado a temas tabúes como la mención del acto sexual y de los órganos genitales erotizados. Lo que pretendemos en esta ponencia es ampliar los horizontes hermenéuticos de la obra poética de nuestro autor.

"El surrealismo en la poética de Emilio Adolfo Westphalen"
Camilo Fernández Cozman (Academia Peruana de la Lengua)

Emilio Adolfo Westphalen asume el surrealismo de manera heterodoxa. En el prólogo a la antología Difícil trabajo (1935) de Xavier Abril, Westphalen afirma que el libro de Abril ha sido escrito "siguiendo el método surrealista (...), es decir, siguiendo la línea que va del 'sueño a la creación', el más exigente y absorbente método". En Las ínsulas extrañas y en algunos poemas de Belleza de una espada en la lengua se observa el tránsito de la vigilia al sueño y viceversa. Además, un cúmulo de imágenes oníricas pueblan los versos de ambos poemarios. Ello constituye una crítica radical de la perspectiva racionalista decimónica y una modernización del lenguaje poético en el Perú de los años treinta.


LUGAR: Instituto Raúl Porras Barrenechea (Colina Nº 398 – Miraflores)
HORA: 7.00 p.m.
INGRESO LIBRE

miércoles, 29 de junio de 2011

Contra pitagóricos



El asunto con el pitagorismo musical (con esferas celestes o coros angelicales incluidos) no es que el vulgo no entienda sus misterios cósmicos. El asunto es que, más allá de un uso bastante libre de la imaginación, no hay allí misterio alguno.


Liniers:

martes, 17 de mayo de 2011

Λóγος — Ποίησις — Φιλοσοφία (Carta a Elena)


Comparto aquí un fragmento que forma parte de una serie de cartas que le escribí a Elena desde Sao Paulo a fines del 2009. El tenor de esas cartas era el amor (eros) y fundamentalmente la poesía. Todo se había iniciado con una pregunta que ella me hizo en una de nuestras conversaciones: "¿Qué es para ti lo más importante en la poesía?". La respuesta no era en absoluto sencilla. Tanto así, que me tomó siete cartas. Las dos últimas estaban dedicadas a la relación entre poesía y filosofía. En la sexta destacaba las diferencias; es decir, lo propio de cada una. En la carta séptima, en cambio, volvía sobre el suelo común entre poetizar y pensar: la poiesis. Creo que más allá de señalar su pertenencia a ese contexto, nada puede ser agregado explicativamente al siguiente fragmento, salvo quizás que, como afirmaba Hölderlin, "poéticamente habita el hombre". El fragmento corresponde a la parte casi final de esa carta:

El pensar baila intuyendo. De allí que el inconveniente de la escritura –y única razón atendible para "menospreciarla", como hacía Platón– sea la dificultad de trasladar esas intuiciones en metáforas que, por un momento, sean suficientemente explicativas. En la medida que se supera esa dificultad, no hay razón alguna para menospreciar al texto escrito, pues éste sigue bailando por su cuenta y uno puede percibir su riqueza y vitalidad interpretativas. En esa medida, ya no es meramente un texto escrito. Yo escribo ahora esta carta pensando en ti, en nosotros, en lo que en un instante determinado nos dijimos, pero este pensamiento no es ya lo que nos dijimos, como tampoco lo que leas será lo que en esta noche lluviosa te he escrito. Porque toda escritura manifiesta y oculta – dice y calla. Yo debo callar para que mi huella, que ya no soy yo, se recree en tus labios. Por eso te escribo: porque sólo tú puedes continuarme, tú eres mi mejor destino aquí y ahora, tú eres mi palabra bien dicha (sin ninguna moral de por medio). ¿Qué más puede hacer quien escribe? Quizá sea mejor si el autor "fuerza" su lectura tropológica, develando que nos hacemos siempre en el lenguaje, pues la dificultad permanente de todo lector es el hábito de la literalidad, que encubre los conflictos con que todo texto carga y transforma al diálogo en triste monolingüismo. Tanto más rico se hace un texto cuando hace intuitivamente manifiesto lo que dice y también lo que calla. He ahí el poema, aquél que te leí, aquél otro que tú me leías, y el que nunca leimos. El baile no cesa – no puede hacerlo. Entonces el lector se siente insatisfecho, y de esa insatisfacción surge la poiesis que es el pensar.


Menelao va a matar a Helena pero, admirado por su belleza, suelta su espada. Afrodita y Eros observan. Museo del Louvre, París.

martes, 3 de mayo de 2011

Muestra de cine: "Europa para todos"


Entre el 5 y el 11 de mayo próximos, la Delegación de la Unión Europea en el Perú y la Filmoteca PUCP presentan, con la colaboración de la Alianza Francesa y el Centro Cultural de España, el ciclo de cine “Europa para todos”, a propósito de las celebraciones por el Día de Europa, que es el 9 de mayo.

Desde que el 9 de mayo de 1950 el ministro francés de Relaciones Exteriores, Robert Schuman, hiciera su conocida "Declaración Schuman" buscando la integración europea, esta comunidad ha recorrido un largo trecho que no se encuentra actualmente libre de dificultades. Habiendo quienes pronostican la separación de la Europa comunitaria por razones económicas y habiendo la cancillería alemana afirmado el fracaso de la Alemania pluricultural, el título de esta muestra es todo un desafío para los años por venir. La nota de prensa señala precisamente que se quiere mostrar "la diversidad europea y la posibilidad de diálogo y tolerancia entre las culturas que componen el continente". Es, en efecto, un buen abanico de su pluralidad histórica, pero quizá no tanto de sus actuales dificultades que también se encuentran en muchas buenas películas, sobre todo recientes, como Cous Cous (La Graine et le mulet) de Abdel Kechiche, pero también antiguas como Todos nos llamamos Alí de Rainer W. Fassbinder. Sería interesante aprovechar estas ocasiones no sólo para ver las películas, lo que de por sí ya es una experiencia vasta, sino también para dialogar a partir de ellas con invitados que puedan aportar lecturas sugerentes o contextos desconocidos, y así enriquecer las de los espectadores. Pero bueno, siempre se puede tomar un café después del cine para conversar sobre lo que se acaba de ver.

La Filmoteca PUCP ha seleccionado de su acervo ocho películas provenientes de Francia, España, Italia, Portugal, Alemania, Irlanda y Polonia, con directores como Krzystof Kieslowski, Ettore Scola, Wim Wenders, Carlos Saura, Pere Portabella, Manoel de Oliveira, Philippe Garrel y John Carney.

Especialmente recomendables, para mí, son Los amantes habituales de Garrel, El cielo sobre Berlín de Wenders y La doble vida de Verónica de Kieslowski. Sin embargo, toda la selección es de un gran nivel y los melómanos podrán disfrutar de buen cine y buena música con Fados, El baile y El silencio antes de Bach (ver sinopsis más abajo). Quizá sería recomendable también alternar con nuevas miradas de otros países menos conocidos en nuestro círculo, además de las sugerencias arriba hechas.

La entrada general en el CCPUCP es S/. 6.00 y en los locales de la Alianza Francesa el ingreso es libre.


PROGRAMACIÓN

FILMOTECA PUCP
CCPUCP – Av. Camino Real 1075, San Isidro www.centroculturalpucp.com

Viernes 6:
4:00 p.m. Una película hablada
5:45 p.m. La doble vida de Verónica
7.30 p.m. Los amantes habituales

Sábado 7:
5:00 p.m. Película sorpresa
7.30 p.m. Fados
9.30 p.m. Película sorpresa

Domingo 8:
5:00 p.m. El baile
7.00 p.m. El silencio antes de Bach
9.00 p.m. La doble vida de Verónica

Lunes 9:
5:00 p.m. Una vez
6.45 p.m. El cielo sobre Berlín
9.00 p.m. Una película hablada

Martes 10:
5:00 p.m. El cielo sobre Berlín
7.30 p.m. El baile
9.30 p.m. Fados

Miércoles 11:
4:00 p.m. Los amantes habituales
7.30 p.m. Una vez
9.00 p.m. El silencio antes de Bach


ALIANZA FRANCESA SEDE JESÚS MARÍA
Av. San Felipe, 303 / Telf: 4634100
Viernes 6: 7:00 p.m. Fados

ALIANZA FRANCESA LA MOLINA
Av. Javier Prado Este, 5595 / Telf: 4344984
Viernes 6: 7:00 p.m. El silencio antes de Bach

ALIANZA FRANCESA SEDE LOS OLIVOS
Jr. Pancho Fierro 3498 / Telf: 5230684
Viernes 6: 7:00 p.m. El baile

ALIANZA FRANCESA SEDE SAN MIGUEL
Av. La Marina 2995, San Miguel
Jueves 5: 7:00 p.m. El silencio antes de Bach

ALIANZA FRANCESA – AREQUIPA
Santa Catalina 208, Cercado / Telf: 054221780
Lunes 9: 7:00 p.m. El silencio antes de Bach

ALIANZA FRANCESA – CUSCO
Av. de la Cultura 804, Cusco / Telf: 84223755
Lunes 9: 7:30 p.m. Los amantes habituales
Miércoles 11: 7:30 p.m. El baile

ALIANZA FRANCESA, IQUITOS
Tavara / Fitzcarrald s/n / Telf: 65235538
Lunes 9: 8:00 p.m. Fados

ALIANZA FRANCESA, HUANCAYO
Jr. Santa Isabel 367, San Carlos, Huancayo
Sábado 7: 7:30 p.m. Los amantes habituales

ALIANZA FRANCESA, PIURA
Calle Libertad 269, Piura / Telf: 73310936
Lunes 9: 7:30 p.m. La doble vida de Verónica
Jueves 12: 7:30 p.m. Los amantes habituales

ALIANZA FRANCESA, TRUJILLO
Proyección en la UPN Universidad Privada del Norte
Av. Del Ejército 920, Urb. El Molino, Trujillo
Lunes 9: 7:30 p.m. El baile
Martes 10: 7:30 p.m. Una película hablada
Miércoles 11: 6:30 p.m. La doble vida de Verónica
Jueves 12: 4.30 p.m. Fados
7:30 p.m. Una vez
Viernes 13: 7:30 p.m. Los amantes habituales

ALIANZA FRANCESA, CHICLAYO
Juan Cuglievan 644, CP 415, Chiclayo
Martes 10: 8:00 p.m. Los silencios antes de Bach
Miércoles 11: 8:00 p.m. Fados


SINOPSIS

EL BAILE  – Le bal de Ettore Scola. Italia, 1983. Con el reparto del teatro del Campagnol. Festival de Berlín: León de Plata al Mejor director. 112 min. (Digital)
Multipremiada extravagancia de Ettore Scola que recorre la historia de Europa de los últimos cincuentra años a través de distintos bailes. A través de la música y del baile, sin ningún diálogo, el director italiano pretende reflejar cambios políticos, comportamientos sociales y tendencias en la moda desde 1936 hasta la actualidad. Y sin mover su cámara de un salón de baile.

EL CIELO SOBRE BERLÍN- Der Himmel über Berlin de Wim Wenders. Alemania, 1987. Con Bruno Ganz, Peter Falk, Solveig Dommartin, Otto Sander. Premio al mejor director en el Festival de Cannes, 1987. Premio Bundersfilpreis de Oro, el Bayerrischer Filmpreis y el Premio Europeo entre muchos otros. 128 min. (Digital)
Wenders, acompañado de los diálogos por el gran literato Peter Handke, elige como punto de partida una situación límite, donde se dan cita la fábula, el mito, la expresión poética e incluso la teología. Consiste en mirar al mundo desde un horizonte original y, para ello, recurre a la perspectiva “de los ángeles”, incardinándola en el espacio y en el tiempo.

Berlín con sus 750 años de difícil historia a la espalda es hoy día una de las ciudades más simbólicas de nuestro mundo. Sobre el cielo de esta ciudad Wenders plantea un juego dramático. Dos espíritus celestiales vuelan a Berlín, Cassiel y Damiel, ambos insatisfechos de su eternidad inmutable, ansiosos de libertad y deseosos de experiencias, color y sonido; deciden secularizarse y comenzar una nueva aventura humana con sus cambios y riesgos.  

LA DOBLE VIDA DE VERÓNICA – La double vie de Véronique  de Krzysztof Kieslowski. Polonia, 1991. Con Irène Jacob, Halina Gryglaszewska, Kalina Jedrusik, Aleksader Bardini. Premio de interpretación femenina (Irène Jacob) y Premio del Jurado Ecuménico en el Festival de Cannes. 96 min. (Digital)
Kieslowski lleva hasta el borde de lo comprensible sus habituales obsesiones sobre la exploración de la condición humana, los sentimientos fundamentales, la vida y la muerte, el libre albedrío, el destino, el azar. Temas de resonancia universal que el director ubica en un país determinado casi sólo en la medida en que sus protagonistas precisan de un suelo y de un ambiente donde desenvolverse. Weronika y Véronique, dos jóvenes de veinte años, viven existencias paralelas sin conocerse en diferentes ciudades, Varsovia y Paris. Las dos se dedican a la música y juegan a invertir la visión del mundo con una bola de cristal.

UNA PELÍCULA HABLADA- Um filme falado de Manoel de Oliveira. Portugal, 2003. Con Leonor Silveira, Filipa de Almeida, John Malkovich, Catherine Deneuve y Stefania Sandrelli. 96 min. (Digital)
Una bella profesora de historia y su hija disfrutan de un crucero por el Mediterráneo, en el que descubren los enclaves que ha forjado la civilización occidental.

El contenido otorgado a las imágenes por las palabras de la maestra descubre claves y enclaves de nuestra cultura histórica y contemporánea. Sin dejar de ser un imprescindible documento didáctico, Una película hablada es una cinta que tiene el característico estilo reflexivo y distanciador del centenario maestro portugués. Una reflexión sobre el mundo contemporáneo, sobre su destrucción y en el caso de Oliveira, también sobre su esperada reconstrucción.

LOS AMANTES HABITUALES - Les amants réguliers de Philippe Garrel. Francia, 2005. Con Louis Garrel, Clotilde Hesme, Eric Ruillat, Julien Lucas. Venecia: León de Plata al Mejor Director. Premio Fipresci del Cine Europeo. 178 min. (Digital)
Garrel, filma en el blanco y negro más deslumbrante que se recuerde, la protesta obrero-estudiantil de Mayo del 68, en París. Una crónica en principio colectiva de los acontecimientos, cargada de melancolía, y llena de silencios sólo rotos por los estallidos. Mayo reducido a una larga noche será el protagonista de la primera parte, en la que los personajes  conformarán una única voz, una única esperanza, que poco a poco, sin embargo, irá diluyéndose, ¿cuál es el camino que debemos tomar, qué podemos hacer ahora?  François como centro del relato romperá el carácter colectivizado de la narración y después de la noche en las calles, Garrel comenzará a esbozar el retrato individual de sus personajes. Lilie sonrie, François le devuelve la mirada mientras se dan cuenta de que acaba de comenzar su historia de amor; así, la pareja, tema recurrente en la filmografía del cineasta, se convertirá, en el centro de la película. Una de las mejores películas de los últimos 20 o 30 años.

UNA VEZ - Once de John Carney. Irlanda, 2007. Con Glen Hansard, Marketa Irglova, Hugh Walsh, Bill Hodnett. Oscar a la mejor canción original. 87 min. (Digital)
Glen Hansard es un cantante y compositor que interpreta sus canciones por las calles de Dublín, cuando no está trabajando en la tienda de su padre (Bill Hodnett). Durante el día, para ganar algún dinero extra, interpreta conocidos temas para los transeúntes, pero por las noches, toca sus propios temas en los que habla de cómo le dejó su novia. Su talento no pasa desapercibido a Marketa Irglova, una inmigrante checa que vende flores en la calle. Ella tampoco ha tenido suerte en el amor y, para sentirse un poco mejor, escribe canciones sobre el tema, pero, a diferencia de Glen, nunca las interpreta en público. Glen y Marketa, acaban de improviso haciendo un dueto en una tienda de música, y será entonces cuando descubran que algo les une...

FADOS de Carlos Saura. España, 2007. Con Mariza, Camané, Carlos Do Carmo, Lila Downs, Caetano Veloso. 90 min. (Digital)
Fados (en plural) es un viaje a los orígenes de esa música popular y símbolo de la “saudade “, esa nostalgia portuguesa común a todos los pueblos de emigrantes. Saura devuelve al fado sus cartas de nobleza y restablece la verdad sobre sus orígenes: la historia de Portugal y de Lisboa como cuna del “Fado”, es evocada como telón de fondo histórico de esa mítica música portuguesa. Como en todos sus musicales, Saura rueda en estudios, con José Luis López Linares como director de fotografía. Una escenografía originalmente majestuosa y depurada acompañan esta sucesión de números musicales de cante y baile en “Fados”. Desde Amalia Rodríguez y los puristas del fado portugués a los ritmos brasileños y africanos o al más moderno rap, el fado es declinado a través de influencias y géneros diversos.

EL SILENCIO ANTES DE BACH - Die Stille vor Bach de Pere Portabella. España-Alemania, 2007. Con Álex Brendemuhl, Feodor Atkine, Christian Brembeck, Daniel Ligorio, Antonio Serrano. 101 min. (Digital)
Johan Sebastián Bach se traslada a Leipzig con su familia. Allí ha sido llamado para ocupar el puesto de Cantor en la Escuela de Santo Tomás. Bach, un ferviente devoto y un incansable trabajador, es además modesto y su posición social dista mucho de ser privilegiada. El reconocimiento a su música aún no se ha producido, el talento que imprimirá a sus composiciones irá creciendo con el paso de los años. La grandeza se la otorgarán definitivamente los siglos venideros. Alrededor de este argumento, casi anecdótico, la historia se abre hacia un profundo entramado donde están presentes el arte, la historia y sobre todo, el trabajo y disciplina que supone la creación musical así como los oficios y pequeñas labores que la rodean.

sábado, 30 de abril de 2011

Sábato y la manía de la idea de progreso en el arte


Hoy ha muerto Ernesto Sábato, una de las voces más inteligentes y comprometidas con todo lo humano. No sólo Argentina está de duelo, pero la vida está hecha de esos pequeños silencios que se magnifican cuando se da el último paso. Como los buenos artistas, Sábato tenía muchas máscaras y sueños que ofrecernos. Hoy quiero recordar al Sábato que teoriza sobre el arte oponiéndose a todo tipo de moralismo y coerción con que se le quiera subyugar. Comprendía que no había fuerza más liberadora para el hombre que aquella de la que se nutre el artista. Por eso mismo había que liberar al arte de los límites conceptuales que le son ajenos, que no permiten entender su naturaleza lúdica, dialéctica (aunque no al modo de la mayéutica), polémica. En uno de sus Ensayos (1996) afirma lo siguiente sobre la idea de progreso artístico:

Vanguardia y progreso en el arte

La palabra "vanguardia" se la vincula al progreso. Pero en el arte no lo hay (cf. Collingwood), como lo revela el auge que en el París de comienzos de siglo tuvo el arte de los negros y polinesios. En el arte hay acciones y reacciones. Corsi y ricorsi. Hay dialécticas de escuelas, ciclos, sempiterna lucha entre lo apolíneo y lo dionisíaco, entre bizantinismo y vitalismo entre complicación y simplificación, entre artificio y naturalidad, entre claro y oscuro, entre violencia y serenidad, entre romántico y clásico. Y no sólo hay sucesión sino contraposición de tendencias o escuelas (Quevedo y Góngora).
Piénsese, dicho sea de paso, qué "avanzado" resultó de pronto el arte hierático de Ramsés II frente al mero naturalismo europeo. Pero esto del progreso es una manía invencible. ¿Cuál era el personaje de Proust que suponía mejor a Wagner que a Beethoven, nada más que porque viene después? Pero no estoy seguro ni del personaje (una mujer, me parece) ni de los músicos.


Se ha instalado ya ampliamente entre nosotros la dualidad de lo apolíneo y lo dionisíaco. Quizá sólo sea preciso observar que no es posible un impulso sin el otro, sin el contrario. Ha sido menos trabajada, en esa misma línea, la oposición de arte clásico y romántico como impulsos de vitalismo e idealismo en los dominios del arte. Es más fácil considerarlas como meras sucesiones en la historia. Y Sábato nos sugiere además las oposiciones entre bizantinismo y vitalismo, entre complicación y simplificación, entre naturalidad y artificio, entre serenidad y violencia... Ellas involucran a todo lo humano y, por ende, también a su arte. De enfocarse en un solo extremo de las dualidades o imaginar una entidad intermedia en "lo entre" de las mismas resulta la cobardía suprema de no aceptar la vida como ésta es. Esta cobardía termina llevando, tarde o temprano, a la negación del arte. Sábato lo sabía y por ello no sólo no se permitía una cobardía tal, sino que, consecuentemente, luchó toda su vida contra ella. ¡Que Sábato no descanse! ¡Que sus escritos nos sigan provocando, pues sin diálogo polémico no hay creación!

miércoles, 27 de abril de 2011

Carlos Eduardo Zavaleta (Caraz, 1928 — Lima, 2011)



En tiempos brevísimos, el mejor homenaje (aunque sea brevísimo también) a un artista como Carlos Eduardo Zavaleta es dejarse seducir por su encanto e ingenio. El instante se hace entonces eterno y a uno, después del golpe de esa experiencia, sólo le queda reponerse quitándose el sombrero como acontecimiento del respeto y la gratitud. Quitémonos pues el sombrero y, en lugar de un minuto de silencio, dediquémosle unos pocos minutos a la lectura de al menos uno de sus Cuentos brevísimos inéditos. Aquí reproduzco uno para los que vivimos en una tierra de osos "inclusivos", ya sea que a usted le gusten los abrazos de oso, o que prefiera, como yo, no recibir tal "distinción".


EL ABRAZO DEL OSO

Vi el más tremendo y cruel abrazo de oso en una civilizada calle de Miraflores, y no se trataba de un circo, ni tampoco había un oso.

El más alto de los alumnos del próspero colegio Champagnat tenia por costumbre, a la hora de salida, el llevarse del cuello a otro alumno. Iba como a la cabeza de un desfile alegre, ruidoso, de otros alumnos que le aplaudían por la presa que llevaba consigo. La presa podía ir más o menos colgada, tratando de respirar, pero sin negarse jamás al estrecho y peligroso abrazo de quien en verdad era el amo del colegio. La presa podía enrojecer por el camino, dar de grititos menudos, patalear un poco por el temor a la asfixia, pero de ningún modo podía zafarse de aquella muestra de extraña y honorable intimidad.

Al llegar a la Diagonal, el oso y su presa eran saludados por otro grupo de curiosos, y así, con un cortejo más poblado aún, el desfile avanzaba hacia el Malecón Balta.

La presa, en sus pataleos, lograba de vez en cuando pisar el suelo y dar de saltitos; era su modo de aflojar un poco la fuerza del abrazo y sentir una bocanada de aire; sin embargo, pese a su buena voluntad, no evitaba que su cara empalideciera cada vez más, y así mostraba luego los primeros signos de incomodidad. Pero seguía en su prisión, digna y sufrida, contribuyendo con sus pataleos al éxito del desfile.

Hasta que en la esquina de Berlín, el muchacho colgado emitió un largo graznido, movió varias veces la cabeza y gruñó para librarse de la asfixia mortal.

Molesto, ofendido, el enorme alumno de los desfiles lo tiró al suelo y le puso un pie encima, triunfante.

—¿Qué te pasa, idiota? —le increpó—. ¡Te estoy haciendo un favor al pasearte por lo alto! ¿Crees que me faltan candidatos? ¡A ver, a ver! ¿Quién quiere colgarse de mí?

—¡Yo, yo, y yo! —varios alumnos menores que él daban de saltos y pedían prenderse del oso.



ZAVALETA, Carlos Eduardo, "Cuentos brevísimos inéditos", en: Cuentos completos, vol. 3, Lima: Universidad San Martín de Porres, 2004.

jueves, 14 de abril de 2011

Da Vinci y la música. Exhibición de la PUCP




En la casa museo Bernardo O’Higgins de la Pontificia Universidad Católica del Perú (Jirón de la Unión 557, Lima) se viene presentando una exposición sobre la relación de Leonardo da Vinci con la música, mostrando los instrumentos que diseñó, sus experimentos sonoros y de acústica, así como otros inventos suyos que han sido elaborados por un grupo de seis especialistas internacionales.

Da Vinci fue un intérprete de la lira pero también un estudioso de la naturaleza y la transmisión del sonido, lo que le llevó a crear instrumentos musicales, además de perfeccionar otros ya existentes, y diseñar auditorios y teatros de óptima acústica. No era un arte menor para él, pues consideraba que, después de la pintura, la música era la forma de arte más importante.

La investigación y curaduría están a cargo de Alfredo Melgar, quien ha diseñado la muestra de manera totalmente interactiva, científica pero a la vez lúdica. Los visitantes podrán apreciar la famosa “Lira de Plata” en forma de cráneo de caballo, las “Cajas Acústicas” que prueban la relación entre el grosor, la longitud y el peso de las cuerdas, instalaciones que muestran los apuntes de Leonardo sobre la transmisión del sonido (precursores del teléfono), la repercusión del sonido según la longitud de los tubos del Órgano de Fuelle, la pérdida gradual del sonido a través del gong y la propagación del sonido a través de las gotas.

La exposición permanecerá abierta al público de martes a domingo de 10:00 a.m. a 8:00 p.m., hasta el 14 de agosto de 2011. Los precios para el ingreso son los siguientes:
General: S/. 8
Niños, estudiantes y jubilados: S/. 6
Alumnos y trabajadores PUCP: entrada libre (presentando su carnet)
Todos los martes: INGRESO LIBRE
Visitas guiadas para hasta 10 personas: S/. 20

domingo, 27 de marzo de 2011

La loca... la loca hora de "Betito". Sobre la comedia como instrumento político



La hora loca es como comúnmente se llama al que es planificado para ser el momento más divertido y desenfadado de una fiesta, pero es también el nombre que Efraín Aguilar —popular productor televisivo, más conocido como "Betito"— le ha puesto al semanario de humor que dirige y que tiene como editor a Carlos Sánchez Luna Victoria. El primer número fue publicado el pasado jueves 17 de febrero, en plena campaña política por las elecciones presidenciales en el Perú. Para nadie —en Lima, al menos— es un secreto que "Betito" es un partidario incondicional del candidato Castañeda y que fue regidor de su partido en el Municipio de Lima. No debiera por lo tanto sorprender que esta publicación suya esté políticamente sesgada, pero el hecho da que pensar sobre los efectos del vínculo entre comedia y política.

El periodista Augusto Álvarez Rodrich ha dicho al respecto que "Las revistas de humor están hechas para no caerle simpáticas a los políticos. Pero cuando el humor dispara a un solo lado, deja de ser humor y se vuelve un instrumento de campaña política" (Revista "Domingo" del 06 de marzo de 2011, diario La República). Es evidente que la parcialización política del humorista afecta en algo su vis cómica, pero en qué consiste esa afectación no es algo que sea igualmente claro. Pongamos otros ejemplos: veo una caricatura de Hitler como la que hace Chaplin en El gran dictador y me causa mucha gracia, pero me imagino que a un neonazi debe parecerle un despreciable humor judío que no le genera el más mínimo asomo de sonrisa. Hay un componente subjetivo que es necesario recordar siempre: yo estoy bien dispuesto a burlarme de Hitler; un neonazi, en cambio, lo más probable es que no lo esté. Si por otra parte veo una caricatura en la que se burlan macabramente de los judíos, es posible que la encuentre divertida y me ría porque estoy también dispuesto a aceptar el "humor negro", y sin embargo no faltaría el rabino —como de hecho ocurre cada tanto— que se rasgaría las vestiduras recordándonos el Holocausto. Ejemplos así abundan en nuestra vida cotidiana. En lo que hay que reparar es en aquello que en cada caso dispone a la risa a unos y a otros no. Se trata de aspectos muy variables, es cierto, pero medianamente determinables, como la necesidad de creencias dogmáticas, la comprensión de distintos códigos humorísticos, nuestra relación con el objeto de burla, la pérdida del contexto original (que bien puede hacer que se pierda la gracia o que adquiera una que no tenía), etc. Y hay que reparar también en que difícilmente la comedia política puede evitar tener algún tipo de sesgo, aunque sea inconsciente. No es tan cierto entonces que el humor —así, en general— deje de ser tal si se utiliza como instrumento político. Algo más complejo ocurre en el caso de La hora loca para que nos deje de causar gracia, y eso tiene que ver con las diferencias entre los distintos tipos de sesgo político y sus distintos grados.

En lo fundamental, puede ser que el sesgo sea negativo o positivo. No me refiero a criterios de valor, sino a si la comedia implica un sesgo crítico o si es más bien propagandística para determinados intereses. La diferencia, desde luego, no es abismal: un humor condescendiente puede ser interpretado como una carencia de agudeza crítica pero también como una misión partidaria. La claridad de los márgenes depende del caso particular. Un ejemplo de sesgo negativo lo encontramos en las caricaturas de Carlos Tovar, "Carlín", que en esta campaña electoral ha ironizado con todos los principales candidatos presidenciales:

Con Alejandro Toledo,

Fuente: La República 18/03/2011

con Ollanta Humala,

Fuente: La República 24/03/2011

con Keiko Fujimori,

Fuente: La República 17/03/2011

con Luis Castañeda

Fuente: La República 22/03/2011

y con Pedro Pablo Kuczynski

Fuente: La República 27/03/2011

En la pasada campaña municipal por Lima sí se evidenció más el sesgo de "Carlín". Se burlaba de Lourdes Flores y de sus aliados (el alcalde Castañeda y el presidente García) pero no de Susana Villarán. Sin embargo, como se ha advertido, ese sesgo lo es por omisión y, eventualmente, puede ser roto, como cuando ironizó sobre la ruptura de Villarán con sus anteriores aliados:

Fuente: La República 16/12/2010

La ventaja de este sesgo frente al otro es su mayor grado de autonomía, lo que sin duda es percibido como una virtud del humorista, pero de todos modos esa autonomía tiene un límite. No he visto, por ejemplo, que "Carlín" se burle de la idea de democracia o de los derechos humanos, de la Teología de la liberación o de otros temas o personajes con los que simpatiza. Pero eso es lo normal. Uno puede cambiar con el tiempo sus creencias más fundamentales (cambio de paradigma, le dicen en la ciencia), pero en un momento determinado tiene necesariamente algunas creencias muy básicas que marcan el límite de aquello frente a lo cual puede tomar distancia, aunque sea en clave cómica. E incluso esas creencias toma tiempo y esfuerzo cambiarlas radicalmente: uno prefiere cambios moderados y sólo suele aceptar uno en los fundamentos de lo que cree cuando no hay otra alternativa y el viejo edificio de creencias está en pleno desmoronamiento. El sesgo negativo es por lo tanto inevitable en todo cómico, aunque ciertamente se agradece cuando éste hace uso de su autonomía lo más que puede. Y en ese punto la comedia, por su levedad, permite una apertura sobre muchos temas que no se tiene cuando se les aborda seriamente.

El sesgo positivo, en cambio, no tiende a abrirse como el negativo, sino que es restrictivo con aquello a lo que quiere servir de propaganda. Ese es el caso del semanario de "Betito". En La hora loca vemos que el único candidato que aparece con su símbolo es Castañeda. Él aparece claramente distinguido de los demás, siempre ecuánime y virtuoso. Puesta en esos términos, la contradicción irónica no funciona. Cierto atisbo de broma sobre el candidato Castañeda puede percibirse en la página cinco del segundo número, donde lo coloca como el constructor de la piscina más grande del Perú, pero esa exageración es claramente positiva, carente de toda mordacidad, especialmente en contraste con los personajes de García y Toledo, ebrios, intentando llenar la piscina con vino. El problema, pues, está en las contradicciones planteadas. Tiene razón Nicolás Yerovi cuando afirma que "la ironía no marcha cuando es partidirizada" (Revista "Domingo" del 06 de marzo de 2011). Esta afirmación es más precisa que la de Álvarez Rodrich.

¿En qué momento entonces el semanario de "Betito" deja de ser cómico? Cuando al candidato Castañeda se le coloca en el mismo seriamente. Claro, la "hora loca" funciona para todos menos para él. Eso es lo cómicamente torpe y de mal gusto; puesto que, así fuese Castañeda su héroe cómico, éste no debiera aparecer libre de la chanza. Por eso mismo los héroes o antihéroes de las comedias suelen ser increíblemente torpes y su heroicidad les viene únicamente por su buena fortuna o en medio de una confusión generalizada. Ahora bien, hay otro aspecto que también afecta la comicidad del semanario en cuestión: su apelación a los clichés más burdos y a la broma poco exigente (tanto para el caricaturista como para el lector). Así, por ejemplo, ver a un travestido candidato Toledo al frente de un corso de homosexuales, es realmente poco gracioso, independientemente de si el caricaturista puede ser criticado por homofóbico (lo que me parece que no se puede hacer pues el arte, aunque sea mal arte, no educa y debe ser separado de las valoraciones morales) o si con ello le hace el juego a las acusaciones eclesiásticas contra ese candidato por promover la unión civil entre homosexuales. El humor no puede depender demasiado de lo conceptual porque entonces pierde su comicidad, pero lo mismo ocurre si carece de la más mínima inteligencia. Y eso va de la mano con el uso aleccionador que se da a los textos: caricatura pobre, explicación moralista necesaria. Habría que decirle al señor Aguilar que eso asfixia al humor, aburre. No porque la comedia no pueda moralizar —bastaría con citar a un buen cómico como Aristófanes para darse cuenta de lo contrario—, sino porque eso debe estar dentro del mismo juego cómico, incluso implícitamente. Sé que, sin embargo, todo esto es como pedirle peras al olmo; si nunca "Betito" se ha caracterizado por un humor sutil y si llega al colmo de caricaturizar a los periodistas que critican la gestión de Castañeda como alcalde, con un texto al lado en el que pide a la prensa tratar a todos los candidatos por igual. El buen Pepo, que hizo con su Condorito un humor popular pero astuto, muy bien escrito y con buenos chistes, habría dibujado sobre esto un categórico ¡PLOP!

viernes, 18 de marzo de 2011

Metacrítica de algunos aspectos sintomáticos en la crítica de arte a propósito de El discurso del Rey



El crítico de cine Sebastián Pimentel, a propósito de la película El discurso del Rey de Tom Hooper, afirma que a "pesar de su aguda inmersión en el drama del monarca tartamudo, también es cierto que las cuotas de dolor se dosifican mucho, la comedia purga las aristas más ásperas y el relato no deja de sentirse algo reblandecido, entre la ligereza sofisticada y una hondura apenas entrevista" (Revista Somos Nº 1265, p. 16). Al parecer, esas son justamente las razones por las que califica al filme con tres de cinco estrellas. Un mínimo ejercicio de metacrítica permite observar que es una práctica recurrente entre los críticos de cine —acaso más que en los de otras artes— la de cuestionar lo que un artista hizo a partir de lo que supuestamente debería haber hecho. ¿Es esto válido? En principio toda crítica es hecha desde las propias espectativas y prejuicios; esto no puede ser evitado, pero si nos quedamos satisfechos con el consabido "de gustibus non est disputandum" estaríamos desatendiendo la pretensión de objetividad que tienen los juicios de gusto, incluyendo al ejercicio mismo de la crítica. Como la filosofía, más allá de sus deseos (entre los que podría estar un mundo del arte sin crítica), debe apegarse a lo que de hecho acontece en el mundo, y como aspira a la totalidad de cuanto puede ser conocido, no puede sino atender a los fundamentos de dicha pretensión de objetividad.

En el ejemplo citado, lo objetivo es que Hooper no opta por un drama desgarrador (un melodrama indio, por ejemplo, del tipo Mamá, no vendas mis muletas), sino que prefiere inyectarle cierta dosis de humor. Eso es especialmente claro en los cortes y movimientos de cámara cuando Bertie (Colin Firth) realiza los "peculiares" ejercicios de dicción de Mr. Logue (Geoffrey Rush), o en las frases irónicas de los tres personajes principales. No soy de los que creen que la intención expresa del artista deba prevalecer por sobre toda otra valoración, pero sí creo que hay que respetarla en lo que atañe a las prerrogativas de la obra misma. A uno pueden no gustarle las películas lentas, pero no puede criticar eso (es decir, convertir su desagrado subjetivo en juicio objetivo) si la película lo es deliberadamente — a menos, claro, que el director haya expresado que quería hacer una obra de acción y suspenso trepidantes; pero en ese caso lo que se criticaría sería la discordancia entre su intención y la obra realizada, pudiendo incluso valorarse la obra por sí sola. Lo mismo ocurre con El discurso del Rey: el director quiere que el drama sea contenido, un tanto oculto por la "ligereza sofisticada" de una institución monárquica cada vez más decorativa pero importante para su gente. Incluso podría ello relacionarse con el estoicismo obligatorio para todo miembro de la familia real y con el "espíritu" inglés. Al crítico no le gusta el humor inglés de la película inglesa, pero eso sólo habla de su propio mal gusto y de su poca perspicacia. Los críticos parecen haber heredado de los filósofos su mala vista (y su peor oído) respecto al valor de la comedia, que no es nada ligero, o, para decirlo mejor aún, que sugiere hondura en su superficialidad para el que sabe escuchar. Al crítico le hace falta una "hondura" más explícita, más en caída libre, pero no hay que confundir las necesidades personales con las de la película. Lo que me hubiese agradado ver en el ecran no sirve para sostener una crítica objetiva, sino, en todo caso, para apropiarme de ella y justificar una versión distinta (un remake).

Tema aparte son las estrellas que coloca el crítico. Hay que decir que, cuando las imágenes preciosistas ocupan en una revista de crítica de arte más espacio que el texto, se puede sospechar, por lo menos, que lo que ha venido a llamarse "crítica especializada" (y no estoy seguro que esa denominación sea un mérito ni un elogio) ha abdicado del valor conceptual de la palabra. Esto no sería tan grave si las imágenes tuviesen la carga crítica que a ellas mismas les es posible (aunque menor siempre), pero eso es difícil a través de un fotograma que no tiene —por su naturaleza— mayor distancia con la película a la que pertenece, porque su función es precisamente remitirnos a ella. Por otro lado, los efectos más visibles de esa renuncia son la abundancia de prejuicios o sentencias apresuradas que revelan escasa profundidad crítica (lo que llega a ser inintencionadamente irónico cuando se critica a una película por su falta de profundidad — lo que quiera que eso signifique rara vez lo explican), el uso de frases biensonantes pero extremadamente ambiguas e indeterminadas (frases vacías por dentro) y una mera referencialidad histórica (que a eso suele limitarse su "especialización") en lugar de un auténtico cuidado con los mecanismos perceptivos, la atención, los niveles discursivos, los intereses particulares de los espectadores, etc. Es cierto también que las revistas no especializadas y los periódicos requieren sólo de críticas al paso, con un muy escaso límite de palabras, pero eso no puede servir de excusa, pues bien podría el crítico utilizarlo para resaltar un único aspecto de la película y no para ofrecer una valoración general que no es posible hacer adecuadamente en esos términos.

Ahora bien, así como hay un consumidor de cine fácil, la crítica de cine también tiene un público cautivo de lectores fáciles de complacer. Entre ellos está quien tiene poco tiempo y legítimamente sólo quiere que el que sí puede ver todo le diga cuál película debe elegir para pasar bien su rato libre (para eso sirve perfectamente y hasta sobra la calificación por estrellas), y está también el asiduo al cine que necesita —vaya a saber uno por qué— darse ínfulas de intelectual, de erudito o de persona juiciosa a la que le ha sido encomendada la tarea de ver el cine de un modo privilegiado y distinto al de cualquier hijo de vecina. Pero el crítico especializado, a final de cuentas, trabaja de ello; por eso tampoco podemos mandarlo a la hoguera. Aunque no sea su único trabajo, tener que ver la cantidad de películas que hay en la cartelera comercial es ya bastante inversión de tiempo como para que encima olvidemos que tiene que ver a Kakovsky, Lerdman y varios otros cineastas que sólo ellos conocen y que les servirán para (mal)nutrir sus críticas con referencias eruditas. No, no hay que disparar sobre el crítico; cada quien sabe cómo gana su dinero y ningún psicólogo tiene el derecho de venir a explicarnos cómo así quien decía ser un duro adversario de las estrellitas como paradigma valorativo, terminó plenamente inmerso en ese modelo de crítica. Quizá el otro crítico, el más viejo que decía que esa presunta rebeldía no era más que un acto desesperado por llamar la atención y abrirse campo en el gremio, quizá ése tenía razón. En todo caso, nosotros nos seguimos resistiendo. El filósofo en nosotros se resiste.