sábado, 24 de noviembre de 2012

"El muro de Gaza". Carta pública de Roger Waters, miembro fundador de Pink Floyd



Roger Waters, uno de los miembros fundadores de Pink Floyd, compositor, bajista, guitarrista y cantante, ha sido también uno de los primeros artistas en promover un boicot cultural en contra del gobierno israelí por la ocupación de los territorios palestinos y, particularmente, por el ilegal muro de Gaza. La siguiente carta pública se hace especialmente sentida por haber escrito Waters uno de los himnos a la libertad en el rock: "Another Brick in the Wall" (The Wall, 1979). La canción que alguna vez, en Europa, se asoció al muro de Berlín, pasó luego a referir el apartheid sudafricano, para ahora, lamentablemente, cobrar actualidad en relación con el muro israelí en Gaza. Waters ha dicho: "Divertir a la gente nunca me ha interesado. Lo que quiero es conmoverlos". Desde 1979, su mensaje de libertad ha tocado el corazón de miles de personas y lo sigue haciendo.


En 1980, una canción que escribí, "Another Brick in the Wall, Part 2", fue prohibida por el gobierno de África del Sur porque era usada por los niños negros sudafricanos para reivindicar su derecho a una educación igualitaria. Ese gobierno del apartheid impuso un bloqueo cultural, por así decirlo, sobre algunas canciones, incluida la mía.

Veinticinco años más tarde, en 2005, niños palestinos que participaban de un festival en Cisjordania usaron la canción para protestar contra el muro del apartheid israelí. Ellos y ellas cantaban: "We don't need no occupation! We don't need no racist wall!" ("¡No necesitamos la ocupación! ¡No necesitamos el muro racista!"). En ese tiempo, yo no había visto con mis propios ojos aquello sobre lo que ellos estaban cantando.

Un año más tarde, en 2006, fui contratado para actuar en Tel Aviv.

Palestinos del movimiento de boicot académico y cultural a Israel me exhortaron a reconsiderarlo. Yo ya me había manifestado contra el muro, pero no creía que un boicot cultural fuese una vía correcta. Los palestinos defensores del boicot me pidieron que visitase el territorio palestino ocupado para ver el muro con mis ojos antes de tomar una decisión. Yo acepté.

Bajo la protección de las Naciones Unidas visité Jerusalén y Belén. Nada podía haberme preparado para aquello que vi ese día. El muro es un edificio repulsivo. Está custodiado por jóvenes soldados israelíes que me trataron, observador casual de otro mundo, con una agresión llena de desprecio. Si así fue conmigo, un extranjero, imaginen lo que debe ser con los palestinos, con los subproletarios, con los portadores de autorizaciones. Supe entonces que mi conciencia no me permitiría apartarme de ese muro, del destino de los palestinos que conocí, personas cuyas vidas son aplastadas diariamente de mil y una maneras por la ocupación de Israel. En solidaridad, y de alguna forma por impotencia, escribí en el muro, aquel día: "We don’t need no thought control" ("No necesitamos control de las ideas").


Considerando en ese momento que mi presencia en un escenario de Tel Aviv iba a legitimar involuntariamente la opresión que yo acababa de presenciar, cancelé mi concierto en un estadio de fútbol en Tel Aviv y lo cambié para Neve-Shalom, una comunidad agrícola dedicada a criar pollitos y también, admirablemente, a la cooperación entre personas de creencias diferentes, donde musulmanes, cristianos y judíos viven y trabajan lado a lado en armonía.

Contra todas las expectativas, este acto se transformó en el mayor evento musical de la corta historia de Israel. 60 mil fans lucharon contra los embotellamientos de tránsito para asistir. Fue extraordinariamente conmovedor para mí y para mi banda y, al finalizar el concierto, me sentí obligado a exhortar a los jóvenes allí presentes a exigir de su gobierno que intente alcanzar la paz con sus vecinos y que respete los derechos civiles de los palestinos que viven en Israel.

Desgraciadamente, en los años que siguieron, el gobierno israelí no realizó ninguna tentativa de implementar una legislación que garantizara a los árabes israelíes derechos civiles iguales a los que tienen los judíos israelíes, y el muro creció inexorablemente, anexando cada vez más la franja occidental.

Aprendí en ese día de 2006, en Belén, algo de lo que significa vivir bajo la ocupación, encarcelado tras un muro. Significa que un agricultor palestino tiene que ver cómo se arrancan olivares centenarios. Significa que un estudiante palestino no puede ir a la escuela porque el paso de control está cerrado. Significa que una mujer puede dar a luz en un auto porque el soldado no la dejará pasar hasta el hospital que está a diez minutos de ese lugar. Significa que un artista palestino no puede viajar al extranjero para exhibir su trabajo o para mostrar un film en un festival internacional.

Para la población de Gaza, encerrada en una prisión virtual atrás del muro del bloqueo ilegal de Israel, significa otra serie de injusticias. Significa que los niños van a la cama con hambre, muchos de ellos desnutridos crónicamente. Significa que padres y madres, impedidos de trabajar en una economía diezmada, no tienen medios de sustentar a sus familias. Significa que estudiantes universitarios con becas para estudiar en el extranjero tienen que encontrar una oportunidad para escapar porque no son autorizados a viajar.

En mi opinión, el control repugnante y draconiano que ejerce Israel sobre los palestinos de Gaza cercados y los palestinos de la Cisjordania ocupada (incluyendo Jerusalén oriental), así como la negación del derecho de los refugiados de regresar a sus casas en Israel, exige que las personas con sentido de justicia en todo el mundo apoyen a los palestinos en su resistencia civil, no violenta.

Allá donde los gobiernos se niegan a actuar, las personas deben hacerlo, con los medios pacíficos que tuvieren a su disposición. Para algunos esto significó unirse a la Marcha de la Libertad de Gaza; para otros, esto significó unirse a la flotilla humanitaria que intentó llevar a Gaza la muy necesitada ayuda humanitaria.

Para mí eso significa declarar mi intención de mantenerme solidario, no sólo con el apoyo al pueblo de Palestina, sino con muchos miles de israelíes que disienten con las políticas racistas y coloniales de su gobierno, uniéndome a la campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) contra Israel, hasta que otorgue los tres derechos humanos básicos exigidos por la ley internacional:

1. Poniendo fin a la ocupación y a la colonización de todas las tierras árabes (ocupadas desde 1967) y desmantelando el muro;

2. Reconociendo los derechos fundamentales de los ciudadanos árabe-palestinos de Israel en plena igualdad; y

3. Respetando, protegiendo y promoviendo los derechos de los refugiados palestinos de regresar a sus casas y propiedades como estipula la Resolución 194 de las Naciones Unidas.

Mi convicción nace de la idea de que todas las personas merecen derechos humanos básicos. Mi posición no es antisemita. Esto no es un ataque al pueblo de Israel. Esto es, por lo tanto, un llamado a mis colegas de la industria de la música y también a los artistas de otras áreas para que se unan al boicot cultural.

Los artistas tuvieron razón de negarse a actuar en Sun City, en África del Sur, hasta que cayó el apartheid, y hasta que blancos y negros gozasen de los mismos derechos. Y nosotros tenemos derechos a negarnos a actuar en Israel hasta que llegue el día –y ese día llegará seguramente– en que caiga el muro de la ocupación y los palestinos vivan a lado de los israelíes en paz, libertad, justicia y la dignidad que todos ellos merecen.

25 de febrero de 2011.

Roger Waters


En 2009, el compositor y cantante Leonard Cohen rechazó adherirse al boicot cultural y realizó un concierto en Tel Aviv. Ese mismo año, en junio, Roger Waters visitó el campo de refugiados de Aida, en la Palestina ocupada. En diciembre, escribió una apasionada carta pidiendo acciones concretas que forzaran de algún modo a Israel para que abra las puertas de Gaza y alertando a la comunidad internacional sobre la dramática situación de los palestinos que viven en Israel. Escribió:

My name is Roger Waters. I am an English musician living in the USA. (…) We all watched, aghast, the vicious attack made a year ago on the people of Gaza by Israeli armed forces and the ongoing illegal siege. The suffering wrought on the population of Gaza by both the invasion and the siege is unimaginable to us outside the walls. The aim of The Freedom March is to focus world attention on the plight of the Palestinian people in Gaza in the hope that the scales will fall from the eyes of all, ordinary, decent people round the world, that they may see the enormity of the crimes that have been committed, and demand that their governments bring all possible pressure to bear on Israel to lift the siege.

I use the word ‘crimes’ advisedly, as both the siege and the invasion have been declared unlawful by United Nations bodies and leading human rights organizations.

If we do not all observe international law, if some governments think themselves above it, it is but a few short, dark, steps to barbarism and anarchy.

(...) Today, hundreds of thousands, tomorrow, millions, soon, hundreds of millions. We Shall Overcome.

Y les dedicó la canción que precisamente lleva por título "We Shall Overcome", una canción de protesta de los movimientos por los derechos civiles en los Estados Unidos basada en la letra de una canción de gospel, en apoyo al problema humanitario de Gaza. Tanto Roger Waters como el conocido arquitecto Le Corbusier y el director de cine de la Nouvelle Vague francesa, Jean-Luc Godard, han sido acusados de antisemitismo en el 2010 por sectores fanáticos del judaísmo ortodoxo que, por su falta de honradez intelectual y su necesidad de atraer apoyo para su plan de expulsar a todos los árabes de su tierra prometida, identifican una falsa amenaza a su identidad.




domingo, 14 de octubre de 2012

Requiem para Martin Heidegger



En 1977, en pleno auge del movimiento punk, los Big Peter and the Terrible Garage se convirtieron en Panic, un grupo holandés de corta pero luminosa aparición en la escena punk internacional. Panic estaba integrado por Peter Penthouse (vocalista), Mike DeCourt (guitarra, voz), Pete Passion (bajo, voz) y Rheinhart Roffel (batería). En 1978, lanzaron 13, su primer LP, el cual cerraban con el tema "Requiem for Martin Heidegger", considerado como uno de sus mejores temas. 13 los llevó a realizar giras en los circuitos más importantes de la época, incluyendo apariciones en el club y el teatro del emblemático CBGB de Nueva York, donde compartieron cartel con los Dead Boys y The Ramones.


Con un punk más melódico, Panic destacaba por su calidad, su fuerza interpretativa y su carácter irónico, en este caso, en torno a la figura de Martin Heidegger, el filósofo cuya altura intelectual sólo era discutida por su breve pero significativa relación con el nazismo. Heidegger había muerto en 1976 y había dispuesto que sólo entonces se publicase la entrevista que le dio diez años antes al Spiegel, el único documento público en el que hizo sus descargos sobre el tema. En el Requiem que le dedica Panic se escucha: "Is he in heaven, or is he in hell?" Panic no ofrece una respuesta, tan sólo plantea una pregunta honesta. ¿Cómo podría juzgar el punk a quien ha pensado tanto sobre la nada (Nichts)? Pero la oscuridad de su pensamiento (que corre en paralelo con la de su juicio moral) no es tampoco motivo para idolatrías. El punk no quiere tener ni tiene ídolos.




Requiem for Martin Heidegger (HAI DIKKE HAI!)
Und wie steht es mit das Nichts?
Was können wir sagen von das Nichts
Ist das Nichts gar ganz nichts
oder gibt es auch noch eine nichtende Nichtigheit
Das Nichts! Das Nichts!
Heidegger Hi,
Where he's gone, no one can tell
Is he in heaven, or is he in hell?
Heidegger Hi, 
the truth of being is that being is the truth
And if you ask me further, na! dann sag' ich schluß 
Heidegger Hi, 
In the middle of the winter of '76
Heidegger passed into the nix
The question is raised: what happened to his soul
Can we dig it up, or did it join the whole? 
Heidegger Hi.



Panic se disolvió en 1979 por diferencias entre sus miembros. Penthouse intentó mantener la agrupación con nuevos acompañantes, pero ello sólo duró un par de años más, hasta 1981. El sello Sing Sing ha reeditado 13 el año pasado (2011). El tema sobre Heidegger ha sido incluido también en la compilación de Epitaph: Dutch Punk from 1977-1982.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Heidegger y el estatuto ontológico de la música (sumilla)



En noviembre próximo presentaré en la sección de estética y filosofía del arte del IV Congreso Iberoamericano de Filosofía una ponencia sobre Heidegger y la música. Para quien pueda estar interesado, comparto por ahora la sumilla de dicha participación. El texto completo forma parte de mi proyecto sobre la filosofía de la música en la modernidad; el mismo que afortunadamente estoy próximo a concluir ("sólo" me falta desarrollar los textos sobre Wittgenstein, Sartre y Merleau-Ponty).



Heidegger y el estatuto ontológico de la música
Arturo Rivas Seminario
Heidegger abordó filosóficamente a la poesía, la pintura y hasta la arquitectura, pero no a la música. Por eso mismo es poco conocido lo que pensaba de ella. C. F. von Weizsäcker observaba con acierto que la música apenas si está presente entre los escritos del filósofo. Sin embargo, como afirmaba H. W. Petzet, “sería erróneo deducir de allí que ella le fuera ajena”. A partir de determinados testimonios del propio Heidegger sobre la música de su tiempo y de su predilección por Mozart, Orff y Stravinski, la presente ponencia quiere resaltar cómo esos textos, a pesar de su brevedad, están cargados de una importante significación filosófica y nos aproximan de un modo peculiar a su enfoque sobre el arte en general y sobre la técnica en el arte moderno. Esto nos permitirá inscribirlo también en el panorama más amplio de la estética musical moderna, en particular contraste con la estética nietzscheana y con la de la Escuela de Frankfurt.

El texto que guía la concepción heideggeriana sobre la música es una carta que él dispuso para su publicación poco antes de morir, en la que se refiere a la música de Stravinski. En ella valora el sentido antiguo de la música, es decir, la mousiké griega que, además de no circunscribirse a su delimitación moderna (sólo sonido), se presenta como un don para el cual el músico se dispone como instrumento de la divinidad, de modo tal que no lo oculte. Allí empieza a prefigurarse un estatuto ontológico de la música que complementará en cartas a Hannah Arendt en las que, al referirse a la música de Orff, escribe sobre “la unidad originaria de gesto, danza y palabra”. Sin embargo, no se trata más de la antigua mousiké, lo que implicaría que ni la mejor música actual puede pretender un influjo sobre las condiciones sociales como el que tenía la música para los griegos, equiparándola en esa determinación con el pensar y el poetizar. En eso Heidegger se distancia de la pretensión política de cierta música moderna, tanto de la Gesamtkunstwerk wagneriana como de la vanguardia disonante que ensalza Adorno, manteniendo su distancia también con la autonomía y preeminencia que le da a la música Nietzsche por influjo de Schopenhauer. Por otro lado, mientras que la “nueva música” coloca en su núcleo la cuestión de la técnica, Heidegger privilegia al acontecimiento, que no duda en caracterizar una y otra vez como religioso, como cuando se refiere en uno de sus cursos a Mozart, pero no al modo del Dios cristiano, sino en la línea de una rememoración de la sensibilidad y el pensamiento pre-metafísico de los griegos.


sábado, 5 de mayo de 2012

Música y espacio social en el Perú. Curso de extensión de José Carlos Loyola


Del 11 de mayo al 16 de junio, todos los viernes de 19:30 a 21:30 horas, José Carlos Loyola dictará un curso de extensión en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya que aborda a la música como fenómeno social a partir de las discusiones actuales de la filosofía política. El curso se llama: "Música y espacio social en el Perú: reflexiones desde la filosofía política contemporánea". La sumilla es la que sigue:

Carecemos de mayores reflexiones teóricas en torno a nuevas formas de experiencia musical que se desarrollan en el Perú y las implicancias en nuestra sociedad del desarrollo de nuevas formas de arte musical o sonoro. El seminario buscará ser una introducción a propuestas filosóficas contemporáneas que abren sus reflexiones a la estética, las ciencias sociales y políticas, para luego mostrar y discutir el modo en que ellas permiten atender el análisis de diversos fenómenos de creación musical en el Perú. Para ello, se partirá de atender la mala comprensión de la política como un ámbito separado del trabajo artístico: mostraremos los estrechos vínculos dilucidados por nuestros autores entre el estudio de la estética de la música y la política. A la vez, propondremos a los participantes un repaso histórico por diversas propuestas musicales en el Perú con el fin de comprender y discutir ideas claves de algunas de las teorías contemporáneas más importantes acerca de la relación existente entre la música y la configuración de espacios sociales en nuestras sociedades.

Inversión: Público en general: S/.195. Estudiantes: S/. 120.

José Carlos Loyola Licenciado en Filosofía por la PUCP. Actualmente, se desempeña como docente de Filosofía del Departamento de Humanidades y de Ética de la gestión en la Facultad de Gestión y Alta Dirección de la PUCP. Ha realizado investigaciones para Sonoteca, archivo de música experimental peruana, financiado por Fundación Telefónica y el Museo de Arte de Lima. Asimismo participa como columnista cultural del diario La Industria. Ha participado como expositor en coloquios de temas de arte y producción cultural como el seminario "Arte en América Latina a inicios del siglo XXI: mercados y circuitos emergentes" de la Galería Vértice en el 2009 así como en el foro de arte anual "Tecno Arte Hoy" de la asociación cultural La Casa Ida y "Artec" organizado con la Municipalidad de Lima y la Galería Pancho Fierro.

Inscripciones en la página Web de la UARM.

sábado, 24 de marzo de 2012

Primer Festival Internacional de Poesía de Lima (del 29 de marzo al 01 de abril)



Lima será la próxima semana una fiesta poética. Ochenta y dos poetas de veinticinco países recitarán sus poemas en distintas universidades y centros culturales de la ciudad en el marco de este festival organizado por la Asociación Fórnix-Poesía, bajo la dirección del también poeta y destacado traductor Renato Sandoval, y con el apoyo de la Municipalidad Metropolitana de Lima.


Hay varias razones por las cuales este festival tiene una gran importancia. En primer lugar, porque el Perú es reconocido internacionalmente (y lo ha sido desde mucho antes del "boom" gastronómico y sin el Nobel de Vargas Llosa) como uno de los países con una de las más brillantes tradiciones poéticas en lengua hispana y no sólo en ella; tradición a la que es preciso honrar con una persistencia de la actividad poética. En segundo lugar, porque en medio de las banalidades y de los problemas de la ciudad, y entre tanta publicación meramente periodística o de autoayuda, la poesía nos reconduce hacia el verbo fundamental. En tercer lugar, porque la experiencia poética no es sólo la de la lectura de un libro en soledad, sino también la del compartir la voz y todo lo que ella trae. En ocasiones, los recitales se vuelven espacios de sobreactuación insoportable, con amores y dolores tan "malditos" como insulsos. Ese es su riesgo, pero, fuera de él, en el buen recital el lector -tanta mayor suerte si es el creador mismo- imprime en el poema una entonación y unas significaciones que son propias de la oralidad y no del texto escrito (en unos poemas más que en otros). Además, se destaca la experiencia social que hay siempre en el poema; el sensus communis. Y ello sin descartar tampoco el aspecto actuado, lo que cobra especial relevancia con la poesía que incluye performances, pero que se da en toda lectura desde la misma voz y el rostro del declamante, su postura, etc. En cuarto lugar, porque es importante el conocimiento y el diálogo entre las distintas poéticas latinoamericanas, que a pesar de la proximidad son casi desconocidas entre ellas.

De los poetas internacionales, destaca el brasilero Lêdo Ivo, a quien tuve la suerte de conocer en 1998, acá en Lima, cuando vino a recitar, entre otros, los siguientes versos:
(...) Las atarjeas reciben finalmente a la Poesía.
     ¡Qué bellos
y nítidos son los barcos de papel
que navegan buscando los reinos fantásticos,
     los inaccesibles!
La lluvia tiene una canción. Jamás una elegía
para agradecer su gentileza. Jamás una oda,
un himeneo, una égloga deplorable.
Hermano, deja que la gotera moje tus últimos
poemas. Poco importa que mañana te
     reconcilies con los grandes temas poéticos.
¡El mañana es inconsumible! La lluvia te
     enseña
a ser invariable, sin repetirse.     [De: "La lluvia sobre la ciudad"]

También vendrá, de España, Juan Carlos Mestre, a quien corresponde este poema:
En la vida de un hombre siempre hay una mañana para la calamidad,
una mañana regida por las multiplicaciones del símbolo y la idolatría órfica de la perduración.
En la vida de un hombre hay almacenes llenos de objetos y maderas con insectos,
hay tensos mundos artificiales y canales por los que discurre la sangre hasta los vasos,
hay fósforo y sonido del delirio del fósforo,
la respiración de un tigre y la mano del desobediente cortada,
hay calor entre un semejante y otro y hay destrucción
porque existe en ellos la proximidad y el imán que la ahuyenta.
En la vida de un hombre hay zapatos usados por un padre,
hay profusas noches que luego nos darán temor, hay cuerpos de adivina,
cuerpos por primera vez, espantosos labios con rencor, la voz que nos conoce
y se queda ahí mirándonos como una res moribunda en el estanque helado.
En la vida de un hombre lo que tiene importancia y lo que no tiene importancia,
lo que se resiste a desaparecer, la aparición de una ciudad, el cansancio de los viajeros,
lo que favorece la ambición y lo que elogia la idea de abstenerse,
la duda moral de una vida solitaria, el descargo de multiplicarse en otros.
La tumba de Keats, 4.

Y también destaca entre los invitados internacionales la poeta danesa Pia Tafdrup, ganadora del Premio de Literatura del Consejo Nórdico.
"Agua viva" 
Agua viva
                       me tumbo
                       me desnudo
                       me convierto en tu animal
                       por un instante
                       con los sentidos tensos
                       entre nuca y tobillo
agua viva
                       mi cuerpo es un arco de deseo
                       vuelvo un hombro
                       echo la cabeza atrás
agua viva
                       mi garganta queda libre
                       y tú puedes oler sangre bajo la piel
                       me atrevo a ser tu animal por un instante
agua viva
                       puedo brillar por todas partes
agua viva
                       por todas partes puedo abrirme
agua viva
                       en todas partes puedes hacer conmigo lo que quieras
                                           en todas partes estoy más cerca del sol
                                           puras gotas de luz
                                           en un creciente abismo de deseo.

Entre los poetas nacionales estarán Carmen Ollé, Enrique Verástegui, Antonio Cisneros, Carlos Germán Belli y Jorge Pimentel. Desde luego que faltan representantes de la poesía peruana propiamente de provincia, pero es comprensible que primero el evento se consolide en Lima. Además, Renato Sandoval ha declarado que espera lograr que, en los próximos años, el festival "se desarrolle en diversas partes del país y cada vez sea más variado, representativo e inclusivo". Por lo pronto, reunir a casi un centenar de poetas, la mayoría de los cuales son de otros países, es ya todo un logro para una ciudad y un país que probablemente necesite más que nunca de la voz de los poetas. Porque es ciertamente una voz inútil e impráctica para los estándares y necesidades más visibles de esta urbe variopinta, pero, como decía Hölderlin, "lo que dura lo fundan los poetas". Y como decía nuestra Blanca Varela: "alguien tiene que pensar la vida".

El programa y otra información del Festival se puede encontrar en su página Web.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Un apunte fenomenológico sobre los besos


Nota previa:

Quien haya reparado en el sentido general de este blog, reparará también que el sentido del término "estética", utilizado en su título, no se refiere exclusivamente -aunque sí mayoritariamente- al segmento de la experiencia humana calificable como artística. Por eso la distinción entre estética y arte me resulta en ocasiones demasiado molesta. El arte no consiste en una espiritualidad encarnada, sino que tiene un origen indiscutiblemente sensible, que a veces es necesario remarcar. La distinción sólo es pertinente para aclarar que no todo lo sensible es efectivamente artístico, pero, dicho eso, se comprenderá que en este blog toda experiencia humana sea fundamentalmente sensible y, por lo tanto, de interés estético. Por lo demás, sabrán dispensar que este apunte sea un mero esbozo.
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Antonio Canova, Psique reanimada por el beso del Amor (1793)


¿Por qué le damos tanto valor a los besos? Respuesta idealista obvia: porque es la unión perfecta de las almas... Bello, cursi también. Descartémoslo desde el principio. Aunque algún poeta insista en ello, bien sabemos que los poetas siempre mienten y que a veces lo hacen de mala manera, exagerando. Hay sin duda un flujo de fuerzas, energías, pulsiones, pero ¿qué es lo que sucede en nosotros?

La bioquímica ha dado algunas luces sobre lo que nos sucede cuando besamos a alguien; no tanto por el gasto de energías, que aquí es irrelevante, sino por cómo nuestra constitución corporal se une fisiológicamente a la anímica. Según diversos estudios, lo central cuando besamos apasionadamente es la liberación de un número considerable de hormonas; especialmente de endorfinas que generan una sensación de bienestar y tienen un efecto analgésico. A ellas se les unen la oxitocina y la testosterona, relacionadas con la excitación y el deseo sexual, además de la adrenalina, que eleva la tensión arterial. En el sentido común de lo que suele entenderse por una consideración naturalista, esta explicación podría ser más que suficiente; pero tan pronto como afirmamos esto, resulta no menos evidente que las experiencias del amor (y la del beso entre ellas) no se dejan limitar por una consideración de este tipo y mucho menos por las precipitadas conclusiones que algunos científicos hacen desde este nivel. Uno de ellos, por ejemplo, tras un serio estudio académico, sostiene que las personas se besan muy poco y que se tendrían que besar sistemáticamente más para frenar las depresiones, entre otros males. ¿Besar sistemáticamente? ¿Como si se tratara de lavarse los dientes tres veces al día? ¿Repartir besos como se hace ahora con los abrazos en los parques?... ¿Es que el sentimiento del amor no estaba involucrado en esto de besarse?

La consideración del hombre como naturaleza es forzosamente más compleja que la sola ciencia; hace falta considerar los estratos que se suelen considerar en el hombre como su "espíritu". El problema que ve el científico en ello -y la razón por la cual permanece en su esclusa- es la subjetividad; el miedo que le tiene a la diversidad e irregularidad subjetiva. Pero alguien debe darle la mala noticia. Es deber del filósofo recordarle que su ciencia es necesariamente subjetiva y que, aun cuando no lo quiera, debe respetar las prerrogativas de los sujetos empíricos en su más plena diversidad de experiencias. Esto, sobre todo, si cae en el error, frecuente entre científicos y técnicos, de creer que pueden desde su compartimento controlar todo lo que le sucede al hombre. Si las cosas fuesen así de simples, podríamos inyectarnos las sustancias que nos hacen falta para sentir ese mismo bienestar, pero sabemos (y es deber de la filosofía recordarlo) que nada es así de simple. Aun así, seguiríamos estando insatisfechos y con ganas de un beso.


Gustav Klimt, Der Kuß (1907-08, detalle)


¿Qué hay entonces más allá de los procesos bioquímicos? Una adecuada consideración naturalista debe concentrarse en el funcionamiento de nuestra sensibilidad toda, que es lo que aquí esbozo, y especialmente en nuestros sentidos. Todos ellos entran en juego de manera integrada y, como es evidente, en conjunto con los distintos niveles de nuestra conciencia, pero podemos empezar al menos por aclarar algunos aspectos particulares de cada uno.

La captación sensorial más evidente es la del tacto, pero no sólo por lo más evidente -el contacto de los labios-, sino también por todo otro contacto que se entable a la par entre los amantes; por ejemplo, si él la abraza, si acaricia su mejilla, si sus narices se tocan, si sienten sus respiraciones o si la mano de ella siente en el pecho de él los latidos acelerados. E incluso otras sensaciones externas como si el sol les calienta o el viento les refresca, o si acaso están mojándose bajo la lluvia. Todas estas son sensaciones externas, es decir, percepciones de algo externo a través del tacto. Consciente o pre-conscientemente, deliberadamente o no, y antes siquiera de que constituyamos esa síntesis que es el ego (como es el caso de los bebes con sus madres), la configuración de lo que llamamos amor empieza por todas y cada una de esas sensaciones que forman parte de nuestra corporalidad. En el reinado de la sensibilidad, que es indiscutible en este punto, la conciencia en sentido estricto (que supone una mayor distancia con la sensación) sólo es requerida en la medida en que ella aumente el goce. Y sin embargo no hay nunca una sensación pura, sino que toda percepción se dirige teleológicamente hacia la comprensión, hacia el entendimiento (por eso mismo Kant afirmaba que la sensibilidad no engaña, cf. su Antropología). Esto nos alerta ya sobre la existencia en nosotros de distintos niveles de conciencia y se pone en cuestión el hiato entre inconciencia y conciencia, entre irracionalidad y racionalidad, así como la pretendida claridad y distinción de la razón (que Descartes desprendía substancialmente del cuerpo y de los "engaños" sensibles), toda vez que se mira con más cuidado la constitución de sentidos (la significación) y que nos atenemos en esta observación al orden de aparición de las vivencias.


Erastés y Erómeno (Copa ática de figuras rojas, siglo V a. C., detalle. Museo del Louvre)


A las sensaciones externas antes descritas se suman otras internas, no referidas al tacto como sentido de la corporalidad externa, sino a la percepción de nuestra corporalidad interna (también mediante la estimulación nerviosa). Por ejemplo, si me duele la cabeza, la muela o el estómago, independientemente del fundamento biológico o psicológico que las cause (esto último porque además actúan aquí del mismo modo el cansancio, el aburrimiento, la melancolía, etc.), ese dolor supone una activación en el sistema nervioso (el impulso doloroso termina en los cuernos posteriores de la médula espinal, y de allí pasan a la corteza cerebral; esto es, a la conciencia) que no podemos aislar de todas las demás sensaciones que estamos refiriendo a la experiencia del beso. Por eso, cuando se tiene dolor de cabeza y se besa a alguien, dicho dolor influye en la sensación misma del beso, así como éste, a la inversa, puede influir en el dolor previo, llegando quizás a reducirlo o suprimirlo, ya sea por las sustancias que éste active en el organismo o por las variaciones en el flujo sanguíneo, o porque sencillamente distrae, relaja y alegra. Por eso también sucede que con un beso que juzgamos como especial podemos sentir "mariposas en el estómago", o que el corazón se nos sale o que la cabeza nos da vueltas... Este tipo de sensaciones no son restrictivas de los besos, desde luego, pero guardan relación con ellos en tanto que toda activación del sistema nervioso es fruto de una estimulación sensible.


Pablo Picasso, Le baiser (1969)


Quien lo experimenta, sabe que el gusto es otro sentido importante al besarse si no se trata de un mero roce de labios y, sobre todo, si está involucrado algún sabor que se haya impregnado en los labios o en la piel y que se haga notorio, como cuando se acaba de comer un dulce o cuando el beso está mediado por alguna comida. Que esto último haya sido poco atendido en la consideración popular lo testimonia el éxito que tuvo en su momento la película Nueve semanas y media (1986). Por lo demás, aunque la salivación guarda relación directa con este sentido, parece tener mayor peso a efectos de la percepción táctil que de la gustativa. Allí facilita y aumenta también el placer.


Henri de Toulousse-Lautrec, Le baiser (1892, detalle)


El olfato parece ser el sentido menos vinculado con el beso en sí mismo, pero no debe menospreciarse en la confluencia co-operativa de todos los sentidos. En ella, éste no es de ninguna manera un sentido menor. Su volatilidad, que es la del aire, sólo es equiparable a la del oído (pues la de la visión, que es la de la luz, es mucho más controlable a voluntad), e incluso es más invasiva en la medida en que no se puede dejar de respirar por mucho tiempo. Los olores, conscientemente o no, ya sean corporales o de perfumes, actúan por ello como estimulantes que pueden ser muy motivadores, no sólo mientras dura el beso sino también antes de que éste se dé. Evidentemente, en esta cuestión, el principal olor corporal es el de la boca, que además del placer o displacer meramente sensible, es harto significativo respecto del cuidado del propio cuerpo así como de la consideración que se tiene por la sensibilidad del otro. El cuidado personal implica así una cierta "responsabilidad estética", aun cuando no se tenga tampoco demasiado control sobre el funcionamiento del mismo. Aquí actúa también la comunicación entre los sentidos como cuando la percepción gustativa se reduce por el tupimiento de la nariz.


Humphrey Bogart y Lauren Bacall en To Have and Have Not (1944, fotograma)


Por el lado de la vista, como se ha dicho, se tiene un mayor control que, en segunda instancia, puede estar cargado de cierta significación. Así, por ejemplo, algunas personas consideran que besar con los ojos abiertos o cerrados lleva algún significado implícito en relación con la imaginación. Esto puede en efecto suceder, pero obviamente no hay una relación de necesidad ni mucho menos que pueda ser verificada. Al contrario, lo que sí se puede inequívocamente sostener es algo previo a toda significación; a saber, que al cerrar los ojos se aguza la atención relativa a los otros sentidos, fundamentalmente al tacto, y no tanto por el besar sino por el ser besado. Cuando los ojos se mantienen abiertos, estos reclaman la prioridad atencional que tienen como rasgo de nuestra especie. Por eso tiene pleno sentido cerrar los ojos, pero ello ocurre manteniendo en la memoria la orientación espacial que la visión previamente nos ha dado. En ese sentido, se debe señalar también el funcionamiento de la vista como extensión y apoyo del tacto.


Francesco Paolo Hayez, El beso (1859)


Dice el poeta Westphalen que hay que callar "porque el silencio pone más cerca los labios". En efecto, esa necesidad de callar mientras se besa es una característica importante y un argumento infalible a favor de lo que mejor se dice en silencio (aunque nunca se trata de un silencio absoluto). El poeta Sabines agrega: "Porque las mejores palabras de amor / están entre dos gentes que no se dicen nada". Pero así como quien es ciego de nacimiento no tiene la ganancia de quien deliberadamente cierra los ojos al besar, debemos sentirnos igualmente afortunados quienes podemos hablar y callamos con un beso. Esto porque se da un abandono del lenguaje verbal que es intuitivamente un retorno decidido a la sensibilidad. No a una inexistente sensibilidad pura, desde luego, pero sí a una de la que somos conscientes apenas por el entendimiento y no racionalmente; es decir, en un nivel previo a lo predicativo o reflexivo. De allí que callar con un beso a la otra persona que está hablando pueda también ser algo fuertemente placentero. Claro que, como no se trata de niveles que estén separados, la reflexión puede sobrevenir levemente, como cuando se piensa, durante el beso (y por el hecho mismo de que éste no tiene una duración instantánea), que lo que se dijo despertó ternura en la otra persona.

Tanto el nivel pre-consciente como el estrictamente consciente están permanentemente activos en la audición. Al igual que con los demás sentidos, aquí entra a tallar la atención que nos enfoca en la sensación del beso y, por contraparte, desenfoca aquello que podría llevar la atención por otros lados. Que lo desenfoque no quiere decir que lo desaparezca, de modo que si adviniera algo para lo que nuestra atención esta de todos modos advertida, por ejemplo la irrupción de otra persona, esto la atraería nuevamente. Evidentemente, los límites son difusos y la interacción entre uno y otro nivel no es más que mínimamente controlable a voluntad, pero ambos actúan en nuestra conciencia permanentemente. Las sensaciones que pueden tener nuestras manos, por ejemplo, se darían a un nivel más pre-consciente en la medida en que nos centramos en el besar mismo; pero la situación se invierte si llaman la atención por algún motivo, incluso por algo como el que produzcan algún cosquilleo. La alternancia entre dichos niveles no hace sino aumentar la fuerza sensible de cada giro de atención. Y en esto es importante advertir también que la conciencia no tiene uno solo sino varios cursos simultáneos, por lo cual la tarea sintética de la imaginación es inacabable, aun cuando lleguemos a síntesis aparentemente acabadas como la del propio yo.


Tino Rossi, Bésame mucho (1945)


Este mismo funcionamiento de la atención ocurre con lo que se escucha. Con la música, por ejemplo. La atención no se puede concentrar en el beso y en las sutilezas técnicas de la música al mismo tiempo. Incluso, por más que se pueda dividir la atención entre diversos focos, estos no pueden ser tantos y siempre habrá unos mejor atendidos que otros y quizá ninguno sea atendido como debiera. Uno no puede, pues, estar besando a una persona y haciendo filosofía a la vez. Hay que hacer una u otra cosa por separado para hacerlas bien. Esto ocurre porque la reflexión, la predicación, la conceptualización, así como los análisis formales, son actos complejos de la conciencia racional, pero eso no implica que no sea posible alternar la música que escuchamos entre lo consciente y lo pre-consciente. De hecho, es una manera muy común de escuchar música mientras hacemos otras actividades. Esto se debe a que para la escucha misma no es tan indispensable la razón como el entendimiento. Desde el mismo hecho de ser altamente invasiva, una música puede tanto impedir que uno se concentre en el beso, sobre todo si ésta es desagradable o demasiado familiar, como también puede posibilitarlo, dado que, justamente, puede ofrecer un trasfondo que en ocasiones es hasta más placentero que el angustiante silencio (que en ese caso también atraería demasiado la atención). En todo caso, queda claro que esto no es una propiedad inherente a ciertas músicas, sino que dependerá de varios factores como los gustos personales, el contexto en particular, el grado de apasionamiento, etc.


Auguste Rodin, Le baiser (1890, detalle)


Pero volvamos al tacto. Éste nos ofrece una consideración especial que intencionadamente he dejado sin tratar. Husserl dice que una prerrogativa del tacto es la ubiestesia (Empfindnis), esto es, que cuando tocamos algo no sólo sentimos lo que se toca, sino que a la vez nos sentimos tocados. Aun cuando tengo dudas sobre si esto es exclusivo del tacto (Merleau-Ponty incluye la conciencia de ser visto), es indudable que se tiene una clara conciencia de esto en el tacto. Ahora bien, vistos los sentidos desde su capacidad sensible, el poder del tacto estriba justamente en la amplitud de su extensión sensible directa - la amplitud de todas las extensiones del cuerpo. Aunque ese también es su límite en comparación con la volatilidad del olfato, del oído y especialmente de la vista por cuanto determina sus objetos de un modo mucho más claro y distinto.


Jean-Honore Fragonar, Le baiser volé (h. 1780)


Nos hemos estado refiriendo ya al ámbito de la conciencia en sentido estricto, esto es (ya que, para hablar con rigor, no hay nada que esté fuera de la conciencia), al nivel reflexivo de ésta. Aquí es donde se da la significación. Aunque sea posterior, lo que pueda representar un beso determinado no es poco relevante en relación con la sensibilidad misma. Por ejemplo, la localización del beso se hace mucho más relevante en torno a la significación. No significan lo mismo un beso en las manos, uno en la mejilla, uno en la frente o uno en los labios. Pero es igualmente necesario recordar que en la altísima excitación sensible propia del encuentro apasionado, todas estas significaciones se vuelven indistintas; el único criterio diferenciador entre una y otra localización es en esas circunstancias la diferenciación sensible (mayor o menor agrado, mayor o menor placer, mayor o menor comodidad...).


Giotto di Bondone, El beso de Judas (1304-06, detalle)


Este es también el ámbito donde se desarrolla plenamente la moralidad. Tenemos en la cultura occidental un beso famoso por su significación moral: el beso de Judas. Usualmente se afirma (a partir del texto bíblico) que este beso es símbolo de traición, con lo cual se extiende ese significado a los que es posible atribuir a los besos en general, pero aún cuando fuese efectivamente la señal con la cual los guardias reconocerían al hombre que debían arrestar, ese beso, por sí mismo, no tenía mayor significado que el del afecto, fuese falso o no. Si los gnósticos o Borges tenían razón con el sentido de la intervención de Judas, se entendería mejor aun esto mismo. Con esto quiero decir que las significaciones tienen una contingencia insuperable, aunque con frecuencia se les pretenda unívocas y enteramente objetivas. Todo sentido otorgado a un beso es el resultado de la capacidad sintética de nuestra razón. Por lo tanto, no tendría por qué tener un único sentido, sino varios que incluso podrían contradecirse entre sí. Hemos asumido que lo racional no puede admitir contradicción acerca de lo mismo, pero este viejo principio ha sido ya bastante cuestionado por las lógicas actuales. Además, como sabemos, en materia de sentimientos, donde la voluntad misma se nos escapa de las manos, la contradicción es "pan de cada día" y está bien que así sea.


Roy Lichtenstein, Kiss V (1964)


Sin duda la mayor significación que tienen los besos son la entrega, el entregarse, y la unión con el otro; pero esto no ocurre en abstracto, sino en relación con las circunstancias y los sentimientos involucrados. En ese sentido, un beso tiene una connotación especial si es un primer beso, si es el beso del reencuentro o si se sabe que será el último con esa persona que se ama todavía. En casos como estos, sucede que la valoración del beso no es prioritariamente sensible; predomina la razón, la conciencia que está más presente, en tanto que la teleología de la sensibilidad no está dirigida principalmente al entendimiento (Verstand), sino fundamentalmente a la razón (Vernunft). Esto, como es evidente, no se aplica sólo a las significaciones individuales, sino también a las sociales, donde un beso determinado puede asumir incluso un carácter crítico respecto a cierta situación o uso social, en cuyo caso, como se ha dicho antes, no es que el beso mismo tenga esencialmente esa significación, sino que ella le es adscrita a partir de circunstancias que son "supra-empíricas" y que pueden ser variables.


Campaña Unhate de Benetton (2011)


Un penúltimo aspecto para este breve esbozo debiera ser justamente la consideración social e histórica. Toda experiencia humana es social, incluso cuando se realiza a solas. Una plaza y una habitación son distintas sólo en la medida en que la última protege a la pareja que se besa del escrutinio público, con todas las ventajas que eso suponga, empezando por la comodidad misma de la pareja. No obstante, si tiene sentido besarse cuando se está a solas -más aún cuando se trata de besos apasionados-, esto es precisamente porque hay una sociedad alrededor que no desaparece nunca sino que, por decirlo así, es puesta entre paréntesis. Con los matices del caso, algo similar ocurre cuando una pareja se besa en un lugar público. El cuadro de Oosterwijk que sigue es por ello mismo muy sugerente. En cierto modo, la pareja que se besa está siempre sola, a pesar de que la rodee una multitud, como sucede habitualmente en toda sociedad urbana moderna ("en cierto modo" porque no deja de ser relevante que haya personas al lado). Pero también puede tomársele como si la pareja estuviese realmente sola, en una habitación y no en una estación de metro, y sin embargo no dejan por ello de estar siempre acompañados por una multitud de conocidos y desconocidos. Al besarse, los amantes se colocan en una peculiar situación que los hace sentirse separados y no separados del mundo -de sus realidades cotidianas- al mismo tiempo. Eso es algo central para su fuerza y su encanto, tal como nos sucede también con el buen arte.


Marcel Oosterwijk, De Kus (2001)


Acá también influye, desde luego, el factor cultural, pero la individualidad siempre puede desprenderse de ello y más en una materia como la aquí tratada. Y así como el beso, todo beso, tiene una espacialidad que no es sólo aquella en la que se desenvuelve, así también tiene lugar en un tiempo que no es únicamente el lapso de su duración. El tiempo de un beso empieza desde antes del contacto mismo, desde la disposición al mismo en la pareja pero también desde antes, en el simple deseo de cada uno de ellos que los hace "verse" besando a la otra persona; e incluye por lo mismo a las rememoraciones y a las proyecciones (pasado y futuro que se dan siempre en un presente actual - y de allí su ubicación puntual en una y muchas historias).


Alfred Eisenstadt, V-J Day in Times Square (1945)


Decimos que ocurre como si el tiempo se detuviese o como si pasara muy rápido o demorase mucho en pasar, según sea el caso, pero en realidad esta confrontación con la medición del tiempo objetivo no nos coloca fuera del tiempo. Lo que sucede es que adquirimos conciencia del tiempo de manera interna (el llamado "tiempo inmanente") y, en determinadas circunstancias como las de un beso, ella se diferencia notoriamente de las medidas objetivas que hemos fabricado para asir el tiempo lo más posible. Al besar, potenciamos nuestra actitud natural de suponer la duración indefinida del tiempo, pero sin suprimir en absoluto nuestra conciencia interna del tiempo. Más de un bolero juega con esa dualidad simultánea: hundirse en la eternidad del instante presente sin olvidar del todo la finitud que nos determina radicalmente y que, tarde o temprano, quizá después de esa misma noche, hará de esa eternidad un paraíso perdido.


Edvard Munch, Der Kuß (1897)


Por último, en relación con las determinaciones de la subjetividad en cuanto tal, es decir, en relación con el aspecto egológico, el beso supone un desdibujamiento del yo en aras de la unión con el otro. Lo que sucede es que la individuación, la conciencia de sí mismo como ego, se reduce notablemente con el sentimiento del amor en general. Las subjetividades idealistas gustan de ver en ello una suerte de unión esencial e incluso una supresión total de la subjetividad. El amor místico es quizá su forma más elaborada, en la cual el deseo y la voluntad misma de amar deben ser superadas para ser parte del amor absoluto. Se puede incluso hacer una metafísica del amor, de la unión sexual, como la que realiza Schopenhauer.


Constantin Brâncuşi, Le baiser (1907-1908)


Pero este desdibujamiento del yo, que se da en mayor o menor medida, no es nunca total. Así como en la mística la unión con Dios es -como decía Eckhart- como introducir un vaso de agua en el mar (lo cual no suprime al vaso mismo), del mismo modo, todo sentimiento de amor y de unión con el otro, como los que pueden acompañar a un beso, no suprimen la individualidad de cada uno de los amantes. Esto al punto que, aunque ambos sean amantes y amados a la vez, y aunque sean al mismo tiempo objetos y sujetos de sus mutuos deseos, y por más entregados que estén a la pasión y precisamente por ello, en el fondo nunca llegan a conocerse. Si uno no puede conocerse plenamente a sí mismo más que como si se estuviera ante una sucesión de espejos, con mayor razón no puede conocerse plenamente al otro más que como a través de un vidrio oscuro y de sus propias máscaras. Nuestra imaginación siempre anhela más de lo que le es posible realmente, pero, se quiera o no, allí estriba el límite de todo beso.


René Magritte, Les Amants (1928)

martes, 24 de enero de 2012

Los nominados a los premios Oscar 2012


Los premios de la Academia estadounidense se entregan por octogésimo cuarta vez el próximo 26 de febrero. Estos son los principales nominados:

Mejor película

- The Artist de Michel Hazanavicius.


- The Descendants de Alexander Payne

- Moneyball de Bennett Miller

- Midnight in Paris de Woody Allen

- The Tree of Life de Terrence Malick

- The Help de Tate Taylor

- Hugo de Martin Scorsese

- Extremely Loud and Incredibly Close de Stephen Daldry

- War Horse de Steven Spielberg

Mejor actor

- Demian Bichir (A Better Life)

- George Clooney (The Descendants)

- Jean Dujardin (The Artist)

- Gary Oldman (Tinker Tailor Soldier Spy)

- Brad Pitt (Moneyball)

Mejor actriz

- Glenn Close (Albert Nobbs)

- Viola Davis (The Help)

- Rooney Mara (The Girl with the Dragon Tattoo)

- Meryl Streep (The Iron Lady)

- Michelle Williams (My Week with Marilyn)

Mejor director

- Michel Hazanavicius (The Artist)

- Alexander Payne (The Descendants)

- Martin Scorsese (Hugo)

- Woody Allen (Midnight in Paris)

- Terrence Malick (The Tree of Life)

Mejor actor secundario

- Kenneth Branagh (My Week with Marilyn)

- Jonah Hill (Moneyball)

- Nick Nolte (Warrior)

- Christopher Plummer (Beginners)


- Max Von Sydow (Extremely Loud and Incredibly Close)

Mejor actriz secundaria

- Bérénice Bejo (The Artist)

- Jessica Chastain (The Help)

- Melissa McCarthy (Bridesmaids)

- Janet McTeer (Albert Nobbs)

- Octavia Spencer (The Help)

Mejor guión original

- Michael Hazanavicius (The Artist)

- Kristen Wiig y Annie Mumolo (Bridesmaids)

- J.C. Chandor (Margin Call)

- Woody Allen (Midnight in Paris)

- Asghar Farhadi (Nader and Simin: A Separation)


Mejor guión adaptado

- Nat Faxon, Alexander Payne, Jim Rash (The Descendants)

- John Logan (Hugo)

- George Clooney y Grant Heslov (The Ides of March)

- Aaron Sorkin y Steven Zaillian (Moneyball)

- Bridget O'Connor, Peter Straughan (Tinker Tailor Soldier Spy)

Mejor película animada

- Une vie de chat (A Cat in Paris) de Jean-Loup Felicioli


- Chico & Rita de Fernando Trueba

- Kung Fu Panda 2 de Jennifer Yuh Nelson

- Puss in Boots de Chris Miller

- Rango de Gore Verbinski

Mejor película extranjera

- Rundskop (Bullhead, Bélgica) de Michaël R. Roskam

- Monsieur Lazhar (Canadá) de Philippe Falardeau


- Nader and Simin: A Separation (Irán) de Asghar Farhadi

- Footnote (Israel) de Joseph Cedar

- In Darkness (Polonia) de Agnieszka Holland


Mejor fotografía

- The Artist

- The Girl with the Dragon Tattoo

- Hugo

- The Tree of Life

- War Horse

Mejor banda sonora

- The Adventures of Tintin

The Artist

- Hugo

- Tinker Tailor Soldier Spy

War Horse

Mejor canción

- The Muppets

- Rio

Mejor montaje

The Artist

- The Descendants

- Hugo

The Girl with the Dragon Tattoo

- Moneyball

Mejor dirección artística

The Artist

- Harry Potter and the Deathly Hallows Part 2

- Hugo

- Midnight in Paris

War Horse

Mejor vestuario

- Anonymous


The Artist

- Hugo

- Jane Eyre

- W. E.


Mejor maquillaje

- Albert Nobbs

- Harry Potter and the Deathly Hallows Part 2

- The Iron Lady

Mejores efectos especiales

- Harry Potter and the Deathly Hallows Part 2

- Hugo

- Real Steel

- Rise of the Planet of the Apes

- Transformers 3: Dark of the Moon

Mejor sonido

The Girl with the Dragon Tattoo

- Hugo

- Moneyball

Transformers 3: Dark of the Moon

War Horse

Mejor montaje de sonido

- Drive

The Girl with the Dragon Tattoo

- Hugo

Transformers 3: Dark of the Moon

War Horse

Mejor película documental

- Hell and Back Again de Danfung Dennis

- If a Tree Falls: A Story of the Earth Liberation Front de Marshall Curry

- Paradise Lost 3: Purgatory de Bruce Sinofsky y Joe Berlinger

- Pina de Wim Wenders

- The Undefeated de Stephen K. Bannon

Mejor cortometraje de ficción

- Pentecost de Peter McDonald

- Raju de Sanjeev Sankhalpara

- The Shore de Terry George


- Time Freak de Andrew Bowler

- Tuba Atlantic de Hallvar Witzø

Mejor cortometraje animado

- Dimanche/Sunday de Patrick Doyon

- The Fantastic Flying Books of Mrs. Morris Lesmore de William Joyce y Brandon Oldenburg

- La Luna de Enrico Casarosa

- A Morning Stroll de Grant Orchard

- Wild Life de Amanda Forbis y Wendy Tilby


Mejor cortometraje documental

- The Barber of Birmingham: Foot Soldier of the Civil Rights Movement de Robin Fryday

- God Is the Bigger Elvis de Rebecca Cammisa y Julie Anderson

- Incident in New Baghdad de James Spione

- Saving Face de Daniel Junge y Sharmeen Obaid-Chinoy

- The Tsunami and the Cherry Blossom (Tsunami Soshite Sakura) de Lucy Walker


domingo, 22 de enero de 2012

Sobre la música ambiental



La existencia de una "música de ambiente", desde el ya antiguo piano de restaurante, como el que toca aún Enrique Chia, hasta el más actual chill out, se debe a la necesidad, ya expresada en el Banquete de Platón, de una música que no llame mucho la atención mientras uno se concentra en otras actividades, tales como comer y beber o, sobre todo, discutir argumentativamente (como en el Banquete de Platón). Más aún cuando cantar, tararear o silbar en la mesa atentaría contra las buenas costumbres (Manual de Carreño dixit). Es que lo que se escucha es muy invasivo; quizá no tanto como el olfato, pero ciertamente más que la vista, como lo dejó por sentado el pobre de Kant, quejándose porque la música de una prisión vecina no lo dejaba concentrarse. Incluso si uno la desatiende, la música nos invade subrepticiamente y de pronto nos encontramos marcando el ritmo con el pie en el suelo. Qué se puede hacer si no somos dueños de nosotros mismos (ni siquiera de nuestra voluntad). Lo preconsciente siempre asoma con mayor fuerza y rapidez que lo consciente, y de nada nos sirve ser expertos en multitasking. Nuestra conciencia actúa a traición y no hay vuelta que darle. Es más, en ese rango de contingencia y arbitrariedad absolutamente imprevisibles radica el fundamento de la libertad humana. Pero volvamos a la música. La necesidad de una suerte de banda sonora en nuestras vidas, a veces más intensa y notoria que en otras ocasiones, es algo perfectamente natural. La memoria también hace lo suyo: recuerdo, por ejemplo, la música que escuchaba en el jardín de infantes, la que se ponían a bailar mis abuelos, la de mi fiesta de graduación, la que escuchaba en mi viejo walkman... Y no recuerdo, en cambio, la música que escuchaba ayer en un ómnibus de Lima, a pesar de que estoy absolutamente seguro de haber escuchado alguna. (Me parece que eso es lo que Husserl llama recuerdo vacío.) En el cine requerimos igualmente una música que acompañe la acción dramática, que complemente a nuestra percepción visual y al lenguaje verbal, y de preferencia que no lo haga de un modo muy evidente, porque la música puede ser casi como un personaje pero lo central no deja de ser la historia misma. Por su parte, John Cage apelaba a expandir nuestra atención auditiva; ¿o acaso no formó parte de mi percepción musical esa molesta tonada de Nokia que irrumpió junto a unos tosidos y al sonido de mi respiración agitada mientras escuchaba el magnífico Cuarteto en la menor para piano y cuerdas de Mahler, o los gritos en el concierto de Pearl Jam?

En fin... el punto era que la existencia de una "música de ambiente", o, como también se dice aunque de un modo menos atinado, una "música de ascensor", es entendible por la naturaleza misma de nuestra conciencia y de nuestra capacidad atencional que se mueven en distintos niveles. No obstante, al contrario de lo que supone nuestro naturalismo y de lo que por fines comerciales nos hacen creer los productores de chill out, esto no es prerrogativa de un tipo específico de música, del mismo modo como no sólo este tipo de música sirve para relajarse (de hecho, a mí me enerva sobremanera). Si usted ha estado escuchando la música del inicio mientras leía estas líneas, comprenderá cómo puedo escuchar a Slayer o a Cannibal Corpse sin problemas cuando estoy leyendo la Metafísica de Aristóteles o la Crítica de la razón pura de Kant. Si no ha podido hacerlo, también. Porque a mí no me distraen, sino que, al contrario, me enfoco mejor en lo que debo leer atentamente. (De igual modo, no hay para mí nada mejor que escuchar a Manowar o a Judas Priest cuando necesito relajarme.) Con esto quiero decir que, a pesar de ciertos factores facilitadores como el que sea una música sin sobresaltos, que no tenga letra, o que no nos sea muy familiar, entre otros, se trata de una cuestión más subjetiva y natural de lo que pensamos esto de enfocar y desenfocar la música y el resto de sonidos que escuchamos cotidianamente.

Ahora bien, ningún músico que se precie hace su música para que no se le atienda, menos aún si pretende ser desafiante con su auditorio. Por eso, y además por el evidente menosprecio artístico y económico, resulta más que comprensible la molestia del músico que habría contestado una propuesta comercial de un correo electrónico que está siendo muy difundido en las redes sociales. La propuesta es la que sigue:
Junto con saludarte, te cuento que somos un local nuevo y pequeño dedicado al rubro gastronómico con interés en la música y su difusión. Te queremos ofrecer nuestro espacio para que promuevas tu trabajo y tus cd’s a través de tu música y tu Bajo, eso sí más bien smooth jazz y música más ambiental y suave para que la gente pueda a la vez comer…, siempre manejamos una muy buena cantidad de público con los cuales podrás promover tu música... Si luego de algunas visitas vemos que la acogida es buena estamos en condiciones de ofrecerte un arreglo económico muy atractivo para que vengas cada cierto tiempo a nuestro local a deleitar nuestros oídos…
A lo que el músico responde:
Junto con saludarte, te cuento que soy un músico experimentado con una casa muy grande con interés en las artes culinarias y su difusión. Te quiero ofrecer mi espacio para que promuevas tu trabajo y tu restaurant a través de tus platos, eso sí más bien cocktail y platos livianos para que mis invitados puedan a la vez escuchar música en mi casa…, siempre tengo una buena cantidad de invitados con los cuales podrás promover tu comida y tu restaurant. Si luego de algunas visitas veo que la acogida es buena estoy en condiciones de ofrecerte un arreglo económico para que vengas cada cierto tiempo a mi casa a deleitar nuestros paladares…



El éxito de esta correspondencia, independientemente de si es real o no, se debe a la explicitación del prejuicio y del menosprecio, contraponiendo una oferta con la otra exactamente en los mismos términos. Si bien es cierto que muy improbablemente los comensales de un restaurante cualquiera estén muy animados por escuchar música como la de Ligeti mientras cenan, también podría ocurrir que no les llame la atención en absoluto. De todos modos, el artista hace bien en exigir respeto y un poco más de atención, al menos, que la que se le presta a un plato de comida (o a un blog de filosofía).

viernes, 20 de enero de 2012

Logicomix: Una búsqueda épica de la verdad (por Bertrand Russell)




Los griegos Apostolos Doxiadis y Christos Papadimitriou son los creadores de Logicomix: Una búsqueda épica de la verdad, novela gráfica que aborda el período más crítico (intelectualmente épico) en la historia de las matemáticas, aquél en que se destrozan sus viejos fundamentos positivistas y se buscan unos nuevos. Pero, como ni el intelecto ni las matemáticas están separadas de la vida cotidiana, tal búsqueda está inscrita en el curso de la vida de Bertrand Russell, su personaje principal que aparece desde pequeño, y en el período que cubre las dos Guerras Mundiales.


La historia comienza cuando Russell se dispone a dar una conferencia sobre la lógica y la guerra en una universidad estadounidense, al inicio de la Segunda Guerra Mundial (cuando los Estados Unidos no participaban). Allí empieza esta suerte de biografía intelectual suya en la que aparecen los más importantes matemáticos y lógicos de fines del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX. Allí están Gottlob Frege, Henri Poincaré, Ludwig Wittgenstein, David Hilbert y Kurt Gödel, entre otros.


Desde luego que la historia presenta caracteres exagerados, por la naturaleza misma del cómic, y una buena dosis de ficción, pero se basa en hechos y testimonios reales, como el que dio realmente Russell de su encuentro con el joven Wittgenstein. La novela gráfica alterna además estos pasajes con otros que hacen referencia a los autores mismos en el proceso de creación de la historia; recurso que aprovechan para señalar cuándo están colocando datos ficticios en labios de Russell, así como para resaltar astutamente la dificultad de su propia tarea.


Lo interesante con Logicomix es que se trata de la primera historia gráfica con tan alto nivel conceptual. El manga de Zaratustra, que sacó recientemente la editorial Herder a propósito de la obra fundamental de Friedrich Nietzsche, resultó decepcionante en este punto por sus simplismos. Mientras que otros cómics como Action Philosophers! son muy generales y no pretenden ser mucho más que tiras cómicas. Logicomix, en cambio, tiene suficiente nivel para que se le considere seriamente como una herramienta educativa acorde con nuestros tiempos y con muy buenos gráficos (algo esencial en este formato).




Existe una edición española traducida por Julia Osuna y publicada en 2011 por la editorial Sins Entido. Se puede acceder aquí a la página Web de Logicomix, y aquí a la página Web de la editorial Sins Entido.