martes, 31 de agosto de 2010
A vueltas con Heidegger sobre Hölderlin
lunes, 30 de agosto de 2010
Entre lo bello y lo verdadero. El sentido trágico de la filosofía platónica
Como es sabido, la concepción platónica del Bien incluye a la Belleza y a la Verdad. En el terreno del arte, es recién con los Romanticismos que se sigue con fuerza esta impronta, pero invirtiendo plenamente (traicionando) el sentido platónico. Veamos esto brevemente.
Los poetas románticos eran platónicos por afinidad pero al mismo tiempo hijos de Kant, que había demostrado la imposibilidad del conocimiento de la cosa-en-sí; por eso no pensaron en darle el privilegio de la verdad a la filosofía, sino devolvérselo a la poesía. Platón habría renegado de esto (léase por ejemplo Filebo 48a ss., sobre la inferioridad del arte frente a la filosofía), tal como lo hace Hegel cuando plantea la "necesidad histórica" de que el arte le haya cedido la posta a la filosofía. Ahora, dejando de lado la cuestión de la verdad, así como la no menos problemática cuestión del bien, nos queda la de la belleza. ¿Por qué unirla a las otras dos? ¿Solamente para preservar el origen unitario con el que se obsesiona la filosofía platónica? Tal parece que no. ¿De dónde proviene entonces ese vínculo entre belleza y verdad?
En Tusculanas (II, 64), Cicerón afirma que "todo lo bien hecho quiere exponerse a la luz" (omnia enim bene facta in luce se conlocari volunt). Este principio refleja muy bien un aspecto importante de todo cuanto puede juzgarse como bello, pero también de cuanto quiere justificarse como verdadero. (El impulso evangelizador de un creyente revela eso mismo.) La diferencia estriba en que a la belleza bien le puede bastar con ese exponerse; es decir, lo bello se mueve en el terreno del aparecer y no requiere de las determinaciones del ser. La acción bella se sabe bella apariencia: esa es toda la luz que le es posible, aunque a veces parezca insuficiente por el carácter efímero del devenir. Con ello, la condición trágica de la existencia no tiene una solución (como la que querrían Platón o Hegel), pero al menos la belleza, aunque breve, nos posibilita sentir que tenemos un lugar adecuado, un lugar armonioso en el mundo. La razón llega siempre tarde, cuando la belleza ha hecho ya lo suyo. La verdad se nos escapa siempre.
viernes, 15 de enero de 2010
Nuevo año, blog renovado, libros y películas nuevas
Blog renovado
Nuevos libros
jueves, 17 de septiembre de 2009
El perro de Hegel (o por qué no es lo mismo poesía idealista que ideal poético)
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[Final de un poemaA SU PERRO](10-XII-1798)Se interna en la llanura dando grandes rodeos, y retorna a nosotros;escarba en la tierra, me ve y ya brinca a mi vera. ¿Dónde se queda?Ahora ha encontrado compañeros de juegos. Se hostigan, huyen y se buscan;el que acosaba, ahora huye. Pero, mira, se están alejando demasiado.¡Ven aquí! La palabra le arranca del instinto y le obliga a volver al amo.Pero una perra vuelve a tirar de él. ¡Quieto!¡Vuelve aquí! No escucha. Te espera el palo. Ya no lo veo.Camina junto al seto con pasos que la mala conciencia hace más lentos.¡Ven aquí! Me rodeas de lejos, mueves el rabo. Tiene que:¿Nunca habéis visto qué es "tener que"? Aquí lo véis. No tiene otro remedio.¿Gimes bajo los palos? Pues obedece a la llamada de tu amo.
O, por otro lado, Hölderlin, después de reirse un poco, podría haber repetido con toda razón aquella frase que Manuel Barrios le atribuye hipotéticamente: "¡Pobre Hegel! (...) "¡Ha debido de volverse loco! ¡Cree que el espíritu de la época habla por su boca!...".**
En el mundo de la limitación
y la bondad estéril
cuando los perros
colgados en la plaza
y manchas de sangre
en el mar
suena el timbre
es ella
con él
no dice nada
contempla
el dulce atropello
de la muchacha
sobre el hombre
que le abrió la puerta
sorprendido
seguramente él lo miró
seguramente lo ha mirado
a él
que le abrió la puerta
y ella le pregunta
¿qué es la dialéctica?
¿la dialéctica?
¿a estas horas?
y él los mira
y ella lo mira a él
le abrió la puerta
de su planeta blanco
y azul
qué es la dialéctica
insiste con vehemencia
y él la mira
y ella la mira a él
y él los mira
y él los mira a él
y se miran
lucha de contrarios
negación de la negación
que afirma a ella en él
no puede negarlo
es la necesidad
no es la casualidad
no quiere reconocer
la contradicción
que ella ha buscado
para afirmarse
acercándolo al rostro
¿qué es la dialéctica?
insiste ella
moviendo impaciente la cabeza
¿qué es la dialéctica?
pregunta turbada
ante lo que ya
no puede negar
ante la evidencia
y se despide de él
entregándose en la mejilla
delante de él
y él la besa
y él los mira
y ella lo mira a él
agitada
y ya nada le pregunta
y se van
y él los ve alejarse
lentamente
alejarse cabizbajos
juntos
cada uno por su lado
caminando en silencio.
Alejandro Romualdo, "La dialéctica".
* Que su compañía fuese normalmente desagradable es algo que testimonia su propia madre, Johanna Schopenhauer, tanto por su presunta vanagloria como por su radical pesimismo. Véanse a este respecto las llamadas Cartas de Weimar entre hijo y madre.
** Barrios Casares, Manuel, "Hölderlin: la revuelta del poeta", en: Marrades, Julián y Manuel E Vázquez (eds.), Hölderlin: poesía y pensamiento, Valencia: Pre-textos, 2001, p. 31.
jueves, 30 de julio de 2009
Entender la música (Kant y la condición humana - Antropología músical)
Miles Davis Quintet, "It never entered my mind", en: Walkin' (JVC, 1954).

En este caso lo que importa analizar es si la percepción del hombre es igual a la de los animales y a la de los espíritus puros como para realizar dichas transposiciones sin problema alguno. De este modo se respondería además a dos preguntas importantes: ¿Qué significa entender la música?, y ¿quién está facultado para entenderla?
En medio de su distinción entre lo agradable, lo bello y lo bueno (Crítica de la facultad de juzgar, § 5), Kant señala que estas expresiones, todas referidas a la complacencia, no son sin embargo iguales; y entonces define:
- Como agradable – lo que deleita.
- Como bello – lo que simplemente place.
- Y como bueno – lo que es estimado o aprobado.
- Sensibilidad,
- Entendimiento y
- Razón.

Esto tiene consecuencias importantes sobre el idealismo musical. El idealista sostiene que la música no puede reducirse al goce sensible porque con ello se desconocen las estructuras y categorías sobre las cuales toda música es creada. Ese es, por ejemplo, el núcleo de la crítica de Adorno a la improvisación en el jazz: todo lo musical está necesariamente sometido a conceptos. No aceptar ese sustrato racional es para el idealista ser un ignorante o un embustero, incluso desde Platón mismo, para quien, en consecuencia, si el origen está en la unidad, es por necesidad que lo bello deba unirse a lo bueno. Lo estético, lo sensible, debe ser asumido en función de lo racionalmente bueno, como él hace con la música apolínea en República. Para Kant, dicho sometimiento implica un salto ilegítimo de la razón – una proyección exagerada, así como exagerado es pretender también una intuición intelectual.
Es entonces que, en dicho parágrafo, nuestro filósofo afirma lo siguiente:
El agrado vale también para los animales desprovistos de razón; la belleza sólo para los hombres, es decir, para seres [de naturaleza] animal y, sin embargo, racionales aunque no sencillamente como tales (espíritus, por ejemplo), sino a la vez como de índole animal; lo bueno, en cambio, para todo ser racional en general. (CFJ, § 5)
Queda claro que si los ángeles tocan una bella música, ellos no pueden saber que lo es. E incluso si se acepta que el orden divino es buena música (o buena armonía), Dios mismo no podría saber si además de buena es bella. El juicio de gusto es un privilegio humano, especialmente si se considera que la música involucra necesariamente la temporalidad y el devenir. Si se asume que Dios es eterno y atemporal, ¿qué significaría exactamente una "música de Dios"? (Ahí empiezan las especulaciones sin sentido de los mistagogos.) Por eso, por ese privilegio de la finitud humana, Hölderlin (que había leído con profundidad la Crítica de la facultad de juzgar) concluirá:
(…) Nicht vermögen
Die Himmlischen alles. Nämlich es reichen
Die Sterblichen eh’ an den Abgrund. Also wendet es sich
Mit diesen. Lang ist
Die Zeit, es ereignet sich aber
Das Wahre.
(…) No lo pueden
Todo los celestes. En efecto alcanzan
Antes los mortales el abismo. Así se vuelve [lo Uno]
Con éstos. Largo es
El tiempo, pero acaece
Lo Verdadero.
Mnemosyne, 3ra. versión, II, 1032.

complacencia desinteresada y libre, pues ningún interés, ni el de los sentidos, ni el de la razón, fuerza la aprobación. De ahí que se podría decir de la complacencia que se refiere, en los tres casos mencionados, a la inclinación, al favor y al respeto. Pues el favor es la única complacencia libre. Un objeto de la inclinación y uno que nos es impuesto para ser deseado por una ley de la razón, no nos deja libertad alguna para hacernos de él un objeto de placer [puro]. (CFJ, § 5)
domingo, 5 de julio de 2009
Heidegger y Mozart: "Sólo un dios puede salvarnos"

Heidegger y la música: un tema que nos llevaría a una región cercana al corazón de este hombre, aunque conocida por pocos. Así, C. F. von Weizsäcker observó que la música apenas si ocupa un lugar en los discursos del filósofo sobre el arte. Pero sería erróneo deducir de allí que ella le fuera ajena. Al contrario. Su preferido era Mozart. El más bello testimonio de esto lo dio al comenzar una lección que coincidía con el bicentenario del nacimiento del compositor; citó allí un dístico de Angelus Silesius:Un corazón que se encalma hasta el fondo para Dios comoÉl quiere,es tocado por Él con gusto: es su tañido de laúd.Y agregó: "El tañido de laúd de Dios: eso es Mozart".

domingo, 1 de febrero de 2009
Heidegger sobre Orff, Hölderlin y los dioses griegos

"Durante la velada, hubo una buena conversación en un círculo íntimo; yo estaba sentado entre Guardini y Orff, frente a Max Pulver..." (Carta a Hannah Arendt, 27 de junio 1950).
"A principios de enero estuvimos invitados en Munich a la representación de la Antígona de Orff - toda la traducción de Hölderlin en música. Hace tiempo que no he vivido nada semejante. Asistimos a dos representaciones. En el día intermedio, Reinhardt habló sobre la traducción de Hölderlin de la Antígona de Sófocles: una conferencia grandiosa; en mi opinión, Reinhardt proporcionó por primera vez la llave para despejar la oscuridad de las notas de Hölderlin sobre su traducción.
Orff ha conseguido algo que se remonta a la unidad originaria de gesto, danza y palabra y que desde allí crece de forma elemental. Orff, a través de Hölderlin, llegó por un camino propio a lo griego. Durante algunos momentos los dioses estaban ahí. Deseo que tú lo hubieras vivido" (Carta a Hannah Arendt, 6 de febrero 1951).
"La música de Orff no es música en nuestro sentido ni es moderna en el sentido de la música moderna" (Carta a Hannah Arendt, 1 de abril 1951).Fuente: Arendt, Hannah y Martin Heidegger, Correspondencia 1925-1975, edición de Ursula Ludz, trad. de Adan Kovacsics, Barcelona: Herder, 2000, pp. 106, 116, 118.
Antes que ofrecer mi interpretación personal sobre estos pasajes, breves pero muy cargados de significación dentro del pensamiento de Heidegger, quisiera aquí plantear tan sólo algunas preguntas que, a lo mejor, en el entrecuce de caminos, nos permitan compartir un claro (Lichtung) en el pensamiento de lo que aquí se quiere evidenciar como lo más simple, lo más elemental, pero por ello mismo lo más importante: la música. En torno a ella, no hay desde luego respuestas correctas, sino únicamente respuestas propias...
Lo primero es la frase con la que Orff subtituló su adaptación de los textos medievales conocidos como Carmina Burana: "Canciones seculares para cantantes y coristas para ser recitadas en conjunto con instrumentos e imágenes mágicas". Se ha dicho con acierto que esta frase caracteriza bien toda la obra de Orff. Siendo así, ¿a qué se refiere Orff con secularidad?, ¿qué relación tiene con la religión cristiana (o con el monoteísmo)? ¿No hay una cierta religiosidad a la que apela Orff en sus obras? ¿Ve ello Heidegger cuando se refiere a la presencia de los dioses al escuchar su música? ¿Tiene la música ese poder "mágico"? Teniendo en cuenta todo lo que implica hablar de dioses y no de Dios, ¿a qué dioses se refiere Heidegger?, ¿a qué tipo de relación con la divinidad? ¿En qué sentido eso hace necesario un retorno a la sensibilidad y al pensamiento pre-metafísico de los griegos? ¿Esa sensibilidad musical implica que la experiencia básica de la música no es meramente sonido, que eso es fruto moderno, sino la unión fundamental de sonido, imagen, danza y palabra? ¿Qué puede decirnos, tanto de su propia filosofía como de la filosofía de la música en general, ese gusto de Heidegger por la música del neoclasicismo (Orff y Stravinsky)? ¿A qué tipo de música inactual y distinta a la "moderna" quiere Heidegger que nos dirijamos? ¿Cuánto pueden ayudarnos en eso las tragedias y poesías como la de Hölderlin (o ejercicios de pensamiento como el suyo)? ¿En qué medida precisamos de ayuda y sin embargo el camino seguirá siendo propio?...
sábado, 13 de diciembre de 2008
La poesía de Heidegger
Si bien su aproximación a la música fue meramente incidental (sin que por ello dejen de interesar sus breves apreciaciones sobre Orff o sobre Stravinski, por ejemplo), es bastante conocida la mucho más cercana y extensa aproximación de Heidegger con la poesía, y en particular con la poesía de Hölderlin. En esa línea, Alianza Editorial publicó recientemente una cuidada reedición en castellano del volumen 4 de la Gesamtausgabe: Erläuterungen zu Hölderlins Dichtung (trad. esp.: Aclaraciones a la poesía de Hölderlin, Madrid: Alianza Editorial, 2005, 233 p.).
Menos conocido es, empero, el oficio de Heidegger como poeta. Esto se debe desde luego a que su obra en verso se encuentra dispersa, inclusive en las ediciones alemanas. De ese modo, uno puede encontrar varios poemas suyos en la correspondencia con Hannah Arendt (que, a decir verdad, son algunos de los mejores), o dentro de algunas obras como los Beiträge zur Philosophie (Vom Ereignis) (trad. esp.: Aportes a la filosofía. Acerca del evento, Buenos Aires: Biblos, 2006, 414 p.), cuya introducción consta precisamente de siete poemas, y en otros textos con marcado carácter poético como Aus der Erfahrung des Denkens (trad. esp.: Desde la experiencia del pensar, Madrid: Abada, 2005, 56 p.).
Sin embargo, los lectores y estudiosos de la obra del filósofo alemán esperaban con ansias la proyectada publicación del volumen 81 de la Gesamtausgabe, en el cual se editarían los poemas de Heidegger bajo el título Gedachtes. Finalmente, gracias al esmerado trabajo de edición de Paola-Ludovika Coriando, bajo la supervisión general de F.W. von Herrmann, ha aparecido hace un año este importante volumen que permite vislumbrar con mayor claridad la relevancia de la poesía (y especialmente la de escribir poesía) en el desarrollo filosófico del pensador del Ser.

Der Wind ("El viento").
Para mayor información, véase la página web de la editorial de Vittorio Klostermann.
El contenido del volumen puede consultarse en el índice que ofrece Wikipedia.
Pueden leerse también las recensiones (en alemán) de Botho Strauß en el Frankfurter Allgemeine Zeitung y de Heinz Schlaffer en el Süddeutsche Zeitung.
Heidegger, Martin, Gedachtes, Gesamtausgabe, Band 81, herausgegeben von Paola-Ludovika Coriando, Frankfurt am Main: Vittorio Klostermann Verlag, 2007, 360 S.
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Heidegger junto a Hans-Georg Gadamer en Todtnauberg, construyendo la cabaña de la Selva Negra.