viernes, 30 de diciembre de 2011

Cinco reflexiones musicales sobre el Año Nuevo


Es cierto que cualquier música, sobre todo si es de fiesta, sirve para acompañar las celebraciones de Año Nuevo. Quizá por ello los temas navideños han tenido siempre más cabida, pero eso no significa que no se hayan creado temas específicos sobre lo que significa el comienzo de un nuevo año. Reúno aquí un muy breve listado de cinco temas, en orden meramente cronológico, que, más que ser canciones de celebración, son propiamente canciones de reflexión.


A sad one
Nat King Cole - "Happy New Year" (1958)



Navidad y Año Nuevo son sinónimo de alegría. O al menos eso nos dicen los catálogos de publicidad. Mientras la realidad se encarga de desmentirlos, la inconfundible voz de Nat King Cole (con letra de Gordon Jenkins) nos recuerda que, detrás de toda esa gente feliz con sus "silly paper hats" y sus "stupid little horns", hay también nostalgia y soledad. Y ello no por cuentas separadas, sino también en cada uno de esos personajes festivos; pero cada uno tiene su tiempo de soledad y a él le toca esa noche. Ella, en cambio, estará con su nuevo amor cantando Auld Lang Syne. Mas la diversión y el tedio son estados tan distintos como inseparables. Lo poderoso de toda diversión es su capacidad de hacernos partícipes de un breve paraíso terrenal; pero todo paraíso está allí para ser perdido y siempre nos damos cuenta de ello cuando ya es demasiado tarde, cuando tomamos conciencia del tiempo ido. Por eso mismo no podemos suprimir el sinsentido y la soledad radical. Menos aun cuando la fiesta continúa sin uno y "the wind blows memories". No se trata aquí de un hartazgo cualquiera, sino del tedio fundamental con el que se nos hace manifiesta la absurda fragilidad de nuestra existencia y de todo aquello en lo que nos esperanzamos. Frente a esa desnudez, todo ropaje -incluso y especialmente el ropaje intelectual que desprecia los divertimentos- es necesariamente una diversión, un pasar el tiempo. Pero, cuando la diversión no alcanza, la introspección se hace necesaria y no hay introspección sin memoria. Y, para complicar las cosas, sucede que los recuerdos más tristes son aquellas alegrías plenas e incontaminadas, instantáneas, con las que uno sorpresivamente se encuentra y a las que no se puede volver más que en el recuerdo. Como ese feliz año nuevo en que se besaron los que ya no se besan más.

Se nos había dicho, es cierto, que toda historia empieza con un paraíso perdido, pero es duro asumir que el modo propio de la existencia es descubrirse echado de un paraíso para esperar llegar a algún otro que también se perderá. La mayoría de personas prefieren creer que su paraíso es eterno y, cuando se acabe, creer lo mismo del próximo. Entretanto, en la elegante voz de Nat King Cole se expresa una tristeza que desgarra sin resentimiento: "I wish you a Happy New Year, darling. / May your new love be bright and fair".


Noche para dos
Ella Fitzgerald - "What Are You Doing New Year's Eve?" (1960)



Aun cuando en la naturaleza física sea una noche cualquiera, y aunque uno advierta la arbitrariedad de los calendarios, eso en nada niega que la víspera de Año Nuevo pueda convertirse en una noche especial. Para Ella Fitzgerald es eso lo que cuenta. La celebración del Año Nuevo es, vista así, una excelente oportunidad para acercarse a esa persona y preguntarle: "What are you doing New Year's... New Year's eve?"


Aún hay tiempo para nosotros
Otis Redding y Carla Thomas - "New Year's Resolution" (1967)


El dicho popular "año nuevo, vida nueva" no es estrictamente cierto. Inevitablemente somos una unidad de conciencia que se va nutriendo de un cúmulo de experiencias desde antes de nacer (con la música, por ejemplo, desde el sexto mes de embarazo). No obstante, afortunadamente, tenemos al olvido y al perdón como mecanismos para poner de lado, con menor o mayor control, ciertas experiencias de nuestro pasado, y así hacernos soportable el presente y alentadora la idea del futuro. De allí que los propósitos de año nuevo sean algo tan común. Independientemente de lo que determinen nuestra voluntad y las circunstancias siempre cambiantes, ellos nos dan una ilusión motivadora en tanto punto de inflexión. Un nuevo comienzo, relativo al menos, se vislumbra como posible. Eso encontramos en este clásico tema de Otis Redding que, junto a Carla Thomas, sabe bien que no es posible un olvido radical de todo lo pasado, menos aún cuando no se trata de experiencias meramente personales sino intersubjetivas. Otis sabe que tampoco el perdón es ilimitado. Por ello le canta a Carla: "I hope it's not too late / Just to say that I'm sorry, honey". Desde allí se nos va revelando una letra sutil (hecha por Mary Frierson) sobre los cambios que sufre una pareja, sobre el reconocimiento de las responsabilidades compartidas como fuente de reconciliación y, especialmente, sobre el hacer promesas que se puedan cumplir. La música enfatiza la palabra empeñada por ambos y captura la atención en esa promesa, de modo que ambos olvidan sus problemas. Olvido no quiere nunca decir un abandono absoluto, sino un colocar por debajo de otros recuerdos. El diálogo los integra de un modo verdaderamente esperanzador y Carla concluye: "Oh, it's not too late".


Lost and blue
Abba - "Happy New Year" (1980)



Abba canta sobre y a partir de un fin de fiesta, que es necesariamente un cierre melancólico. Pero es más que eso. Es el paso de una conciencia feliz pero pasiva a una conciencia más bien reflexiva, que vuelve sobre sus pasos y hace que el mismo saludo del día anterior -"Happy New Year"- sea ya distinto, cargado de una esperanza que no es ciega a fuerza de observar cómo el tiempo finalmente nos vence. Incluso esa visión de un mundo en el que los vecinos sean amigos no tiene una validez permanente sino momentánea, de vez en cuando ("now and then"). Incluso el deseo de que tengamos suficiente fuerza de voluntad para seguir, aparece contrastado con su contraparte: "...we might as well lay down and die". Abba nos está cantando de la fragilidad inevitable de estar echados a la existencia; de allí la excelente definición que dan del hombre como estando de espaldas a su futuro: "Oh yes, man is a fool / And he thinks he'll be okay / Dragging on, feet of clay / Never knowing he's astray / Keeps on going anyway...". No se trata de una queja, sino de una constatación. La inocencia de sus voces contrasta así con una letra que es muy sutilmente trágica, en el más pleno sentido griego del término. La versión en español, titulada Felicidad, pierde lamentablemente esta riqueza y permanece en la fiesta; en cualquier fiesta, porque ni siquiera mantiene el contexto del cambio de año. Los juegos de cada lengua y su musicalidad son también frágiles.


Nada cambia el día de Año Nuevo...
U2 - "New Year's Day" (1983)



La música de esta canción es, sin duda alguna, una de las más cautivadoras de la popular banda irlandesa. En esa perfecta confluencia del bajo, el teclado, la guitarra eléctrica y la batería hay una fuerza no superada por ninguna otra canción de Año Nuevo. La letra es característica del antimilitarismo de la banda y de ese disco en particular (War). En ella, Bono nos dice que no sólo la naturaleza sigue igual entre un 31 de diciembre y un 1º de enero, sino que también en lo humano pasa lo mismo: el cambio de año no implica el fin de la guerra. Pero la diferencia está planteada allí mismo, en la voluntad humana que lo distancia de sus condicionamientos naturales y de sus actos más instintivos: "Though torn in two / We can be one". La canción hace alusión, indirectamente, a la situación de Polonia, sumida por entonces en la ley marcial ("All is quite on New Year's Day"). El movimiento sindical Solidarność fue declarado ilegal ("A world in white gets underway") hasta que, a fines de la década, formó un partido que le ganó las elecciones al régimen comunista y contribuyó decididamente a la disolución del bloque soviético. Pero en 1983 las cosas estaban muy lejos todavía de ello. Por eso la canción termina con una estrofa dura pero realista: "Though I want to be with you / Be with you night and day / Nothing changes / On New Year's Day". Nada cambia, pero la solidaridad que subyace a esa quietud, ella sí crece y puede romper las cadenas.

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