La existencia de una "música de ambiente", desde el ya antiguo piano de restaurante, como el que toca aún Enrique Chia, hasta el más actual chill out, se debe a la necesidad, ya expresada en el Banquete de Platón, de una música que no llame mucho la atención mientras uno se concentra en otras actividades, tales como comer y beber o, sobre todo, discutir argumentativamente (como en el Banquete de Platón). Más aún cuando cantar, tararear o silbar en la mesa atentaría contra las buenas costumbres (Manual de Carreño dixit). Es que lo que se escucha es muy invasivo; quizá no tanto como el olfato, pero ciertamente más que la vista, como lo dejó por sentado el pobre de Kant, quejándose porque la música de una prisión vecina no lo dejaba concentrarse. Incluso si uno la desatiende, la música nos invade subrepticiamente y de pronto nos encontramos marcando el ritmo con el pie en el suelo. Qué se puede hacer si no somos dueños de nosotros mismos (ni siquiera de nuestra voluntad). Lo preconsciente siempre asoma con mayor fuerza y rapidez que lo consciente, y de nada nos sirve ser expertos en multitasking. Nuestra conciencia actúa a traición y no hay vuelta que darle. Es más, en ese rango de contingencia y arbitrariedad absolutamente imprevisibles radica el fundamento de la libertad humana. Pero volvamos a la música. La necesidad de una suerte de banda sonora en nuestras vidas, a veces más intensa y notoria que en otras ocasiones, es algo perfectamente natural. La memoria también hace lo suyo: recuerdo, por ejemplo, la música que escuchaba en el jardín de infantes, la que se ponían a bailar mis abuelos, la de mi fiesta de graduación, la que escuchaba en mi viejo walkman... Y no recuerdo, en cambio, la música que escuchaba ayer en un ómnibus de Lima, a pesar de que estoy absolutamente seguro de haber escuchado alguna. (Me parece que eso es lo que Husserl llama recuerdo vacío.) En el cine requerimos igualmente una música que acompañe la acción dramática, que complemente a nuestra percepción visual y al lenguaje verbal, y de preferencia que no lo haga de un modo muy evidente, porque la música puede ser casi como un personaje pero lo central no deja de ser la historia misma. Por su parte, John Cage apelaba a expandir nuestra atención auditiva; ¿o acaso no formó parte de mi percepción musical esa molesta tonada de Nokia que irrumpió junto a unos tosidos y al sonido de mi respiración agitada mientras escuchaba el magnífico Cuarteto en la menor para piano y cuerdas de Mahler, o los gritos en el concierto de Pearl Jam?
En fin... el punto era que la existencia de una "música de ambiente", o, como también se dice aunque de un modo menos atinado, una "música de ascensor", es entendible por la naturaleza misma de nuestra conciencia y de nuestra capacidad atencional que se mueven en distintos niveles. No obstante, al contrario de lo que supone nuestro naturalismo y de lo que por fines comerciales nos hacen creer los productores de chill out, esto no es prerrogativa de un tipo específico de música, del mismo modo como no sólo este tipo de música sirve para relajarse (de hecho, a mí me enerva sobremanera). Si usted ha estado escuchando la música del inicio mientras leía estas líneas, comprenderá cómo puedo escuchar a Slayer o a Cannibal Corpse sin problemas cuando estoy leyendo la Metafísica de Aristóteles o la Crítica de la razón pura de Kant. Si no ha podido hacerlo, también. Porque a mí no me distraen, sino que, al contrario, me enfoco mejor en lo que debo leer atentamente. (De igual modo, no hay para mí nada mejor que escuchar a Manowar o a Judas Priest cuando necesito relajarme.) Con esto quiero decir que, a pesar de ciertos factores facilitadores como el que sea una música sin sobresaltos, que no tenga letra, o que no nos sea muy familiar, entre otros, se trata de una cuestión más subjetiva y natural de lo que pensamos esto de enfocar y desenfocar la música y el resto de sonidos que escuchamos cotidianamente.
Ahora bien, ningún músico que se precie hace su música para que no se le atienda, menos aún si pretende ser desafiante con su auditorio. Por eso, y además por el evidente menosprecio artístico y económico, resulta más que comprensible la molestia del músico que habría contestado una propuesta comercial de un correo electrónico que está siendo muy difundido en las redes sociales. La propuesta es la que sigue:
Junto con saludarte, te cuento que somos un local nuevo y pequeño dedicado al rubro gastronómico con interés en la música y su difusión. Te queremos ofrecer nuestro espacio para que promuevas tu trabajo y tus cd’s a través de tu música y tu Bajo, eso sí más bien smooth jazz y música más ambiental y suave para que la gente pueda a la vez comer…, siempre manejamos una muy buena cantidad de público con los cuales podrás promover tu música... Si luego de algunas visitas vemos que la acogida es buena estamos en condiciones de ofrecerte un arreglo económico muy atractivo para que vengas cada cierto tiempo a nuestro local a deleitar nuestros oídos…
A lo que el músico responde:
Junto con saludarte, te cuento que soy un músico experimentado con una casa muy grande con interés en las artes culinarias y su difusión. Te quiero ofrecer mi espacio para que promuevas tu trabajo y tu restaurant a través de tus platos, eso sí más bien cocktail y platos livianos para que mis invitados puedan a la vez escuchar música en mi casa…, siempre tengo una buena cantidad de invitados con los cuales podrás promover tu comida y tu restaurant. Si luego de algunas visitas veo que la acogida es buena estoy en condiciones de ofrecerte un arreglo económico para que vengas cada cierto tiempo a mi casa a deleitar nuestros paladares…
El éxito de esta correspondencia, independientemente de si es real o no, se debe a la explicitación del prejuicio y del menosprecio, contraponiendo una oferta con la otra exactamente en los mismos términos. Si bien es cierto que muy improbablemente los comensales de un restaurante cualquiera estén muy animados por escuchar música como la de Ligeti mientras cenan, también podría ocurrir que no les llame la atención en absoluto. De todos modos, el artista hace bien en exigir respeto y un poco más de atención, al menos, que la que se le presta a un plato de comida (o a un blog de filosofía).
Hola:
ResponderEliminarEnhorabuena por el blog, me parece muy interesante. Espero que te guste el mío:
http://blogdelmaestroim.blogspot.com
Saludos
estimado arturo
ResponderEliminarhay poesia que se escribe con rimas, metricas y toda una serie de tecnicas...sin embargo, hay otra poesia que no se vale de esas tecnicas para expresar o desnudar el alma, muchas veces hasta es desordenada. pienso yo que para escribir poesia no es necesario saber de metricas y ritmos y rimas sino que brote de ser mismo lo que quieres expresar y desnudar. alguien no estando de acuerdo con esto me dijo que esto era una invencion del posmodernismo. sin embargo, es poeta solo aquel que escribe con rimas, metrica, versos...acaso no se puede llamar poeta aquel que sin contrar con estas tecnicas expresa su alma solo valiendose de metaforas y figuras ya que expresar el alma sobrepasa cualquier lenguaje y regla.
Toda poesía requiere un lenguaje simbólico y un ritmo particular, aunque no necesariamente una rima de soneto o una métrica determinada. Para "desnudar el alma", lo que en términos menos místicos sería emitir un juicio de gusto, no son estos aspectos formales esenciales para la creación ni la percepción de lo que se lee como poético.
ResponderEliminarAfirmar con tono reaccionario que el abandono de esas formas específicas es culpa del postmodernismo (cuando en realidad corresponde al arte moderno) es como decir que la danza moderna, en contraste con el ballet, no es danza (cosa que, desde luego, se dijo en su momento). Ello obedece a cierto enfocamiento de la belleza en un orden claro y sistemático, pero esa noción de belleza, que por lo demás es bastante occidental, es justamente la que ha sido criticada, y no sin razón, como un mero prejuicio e incluso como algo artificial, inesencial.
Estos formalismos se sustentaban en la conciencia de la musicalidad de las palabras, pero, la liberación de ellos obedeció a que, en lugar de facilitarla, pasaron a constreñir la libertad creativa de la imaginación. Incluso para alguien que los prefiere, esa liberación puede ser asumida como positiva: ahora se les puede resignificar sin que sean asfixiantes. Pero sostener que un poema no lo es si no los tiene, es algo tan arbitrario y conservador como cuando las abuelas decían que bailes eran los waltzes de sus tiempos y no ese mambo de los jóvenes... Eso sólo remite al gusto subjetivo y no a las condiciones del arte y de la poesía.
estimado arturo
ResponderEliminarse puede considerar "asi habla zaratustra" de nietzsche como poemas? ya que esta lleno de figuras o metaforas...o la divina comedia de dante? a que te refieres con ritmo particular? que es lo que hace que alguien sea poeta y no un escritos que escribe solo con metaforas?
Incluso hay quienes consideraron que Así habló Zarathustra era mera poesía y nada de filosofía. Toda definición o clasificación depende del sentido en que se use. Hay un sentido amplio de poesía en el cual lo esencial es lo simbólico. Hegel se refiere a la poesía también en ese sentido. Hay otro sentido que la diferencia del teatro y la narrativa, por ejemplo. Este segundo no es un sentido banal. Allí se hace notar la intencionalidad del tono; no se lee igual una novela a como se recita un poema (aunque obviamente los límites son difusos).
ResponderEliminarExcelente! La música ambiental es fundamental para todas las experiencias y momentos de la vida.
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