miércoles, 18 de enero de 2012

Francisco Pulgar Vidal (1929-2012)


Ha fallecido ayer, 17 de enero, el compositor huanuqueño Francisco Pulgar Vidal.

Mientras cursaba estudios de literatura y de derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, carreras en las que se doctoró, Pulgar Vidal fue seducido por la música, principalmente a través del violín, el piano y el fagot. Al final, pudo más la música que, por entonces y en estos lares, buscaba armonizar las raíces andinas con las nuevas tendencias en la composición musical. Habiendo estudiado teoría y solfeo con Carlos Sánchez Málaga, decidió luego estudiar composición con Andrés Sas, folclorista francés radicado en el Perú, e inició así su larga carrera de compositor que, tras cincuenta años, se cerró públicamente en el 2009, con el estreno de Intensidad y altura, música coral inspirada en el homónimo soneto de César Vallejo, cuyo texto es el que sigue:

Quiero escribir, pero me sale espuma,
quiero decir muchísimo y me atollo;
no hay cifra hablada que no sea suma,
no hay pirámide escrita, sin cogollo.

Quiero escribir, pero me siento puma;
quiero laurearme, pero me encebollo.
No hay toz hablada, que no llegue a bruma,
no hay dios ni hijo de dios, sin desarrollo.

Vámonos, pues, por eso, a comer yerba,
carne de llanto, fruta de gemido,
nuestra alma melancólica en conserva.

Vámonos! Vámonos! Estoy herido;
vámonos a beber lo ya bebido,
vámonos, cuervo, a fecundar tu cuerva.

Vallejo era un viejo conocido suyo, al que, a sus 80 años, decía no tenerle ya miedo. Había compuesto en 1990 una serie de diez Vallejianas y, en 1960, había musicalizado Paco Yunque.

Francisco Pulgar Vidal, Edgar Valcarcel, Olga Pozzi-Escot, César Bolaños (1957).

El trabajo de Pulgar Vidal, como él mismo afirmaba, no era tan técnico como intuitivo. Sin embargo, sus obras están cargadas precisamente de intensidad y de altura. Su dominio en la unión de temas folclóricos con arreglos académicos se puede apreciar en su imponente versión de El cóndor pasa, de Daniel Alomía Robles.



A pesar de ello, su trabajo vanguardista, como el de sus compañeros, ha merecido elogios en el extranjero pero un desconocimiento casi total en el Perú. Luego de seguir estudios de dodecafonía en Colombia, se unió a la que luego sería denominada como la "Generación del 50", para renovar la música académica peruana, encasillada en las piezas más recurrentes del Romanticismo. Sin embargo, su obra más popular fue aquella que lo ha ligado por siempre a su tierra natal: Negritos de Huánuco.




C. Bolaños, L. La Rosa, F. Pulgar Vidal y E. Valcárcel.

Según Edgar Valcárcel, su composición más lograda es su cantata Apu Inqa (para recitador, soprano, coro mixto y orquesta): "La majestuosa presencia del Apu Inqa, obra maestra de la música peruana contemporánea, nos habla de un creador con una visión de futuro sin despegarse de sus lazos ancestrales. En ella se advierte la riqueza rítmica y armónica que hacen de sus 15 estructuras una obra madura dentro del manejo de las técnicas de composición del siglo XX". Esta obra le valió, en 1971, ganar el Premio Nacional de Composición por el Sesquicentenario de la Independencia del Perú.



Como corresponde a los movimientos de vanguardia en el arte moderno, Pulgar Vidal y sus compañeros comprendieron la necesidad de desarrollar no sólo la música, sino también la crítica musical. Por ello publicaron entre 1952 y 1954 la revista Témpora, en la que además colaboraron otros amigos suyos como los poetas Carlos Germán Belli y Arturo Corcuera. Lamentablemente, como todas las empresas editoriales de relevancia intelectual en nuestro país, dicha revista tuvo corta vida.

César Bolaños, Enrique Iturriaga, Francisco Pulgar Vidal, Luis Antonio
Meza, Edgar Valcárcel y Celso Garrido-Lecca.

Y la vida le quedó corta también al maestro Pulgar Vidal, que no llegó a ver estrenadas ni publicadas todas sus obras, tal como deseaba. Es triste, ciertamente, que prácticamente no haya grabaciones de calidad con su música y la de sus compañeros, y es no menos significativo que la mejor compilación, aquella que justamente los denominó como "Generación del 50" en 1980, haya sido publicada por el Goethe Institut. Ya casi nadie recuerda tampoco los libros que Pulgar Vidal editó en 1960 para la enseñanza de la música en las escuelas, los mismos que fueron utilizados por más de dos décadas. Ahora, en cambio, ya casi no existe educación musical más que en algunas pocas escuelas. A pesar de todo, quizá podamos poner manos a las obra para recuperar lo que significó la vanguardia musical en el Perú y, de ese modo, observar también con mayor claridad lo por venir. Los músicos electrónicos debieran ser los primeros interesados.


1 comentario:

  1. ES muy triste saber que grandes personajes como Francisco Pulgar Vidal haya partido sin cristalizar sus ideales,

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