miércoles, 30 de septiembre de 2009

"Calígula" de Albert Camus en el Teatro Segura


Este 26 de septiembre la compañia española L'Om Imprebis presentó en escena en Lima una de las joyas literarias del siglo pasado. Considerada una de las obras más representativas del teatro del absurdo, Calígula es además una obra estética y filosóficamente relevante. Esto debe decirse no sólo en torno al arte y el pensamiento del propio Camus, para quien este personaje ocupó un lugar central en su obra (cronológicamente en paralelo con su ensayo El mito de Sísifo), sino también por su carácter crítico de la racionalidad moderna, incluyendo aquella manifestación culminante de la misma que la lleva a asumir sus últimas consecuencias; es decir, la denuncia nietzscheana inclusive, de la cual partió Camus en buena medida pero en la que advertía un rezago historicista aún demasiado fuerte.

Después de El extranjero, que fue uno de los más importantes descubrimientos literarios que he tenido, lei Calígula con la misma pasión que desborda su protagonista: esa que lo lleva a querer conseguirse la luna por sobre todas las cosas, a la par que somete a todos sus interlocutores a la más estricta coherencia lógica. Desde entonces nunca vi en el Calígula de Camus a un tirano, sino a un liberador, como él se califica; alguien que lleva a sus últimas consecuencias la lógica del absurdo. Ni pensé que Quereas fuese un traidor, sino alguien que amaba demasiado la vida como para ceder a esa lógica que, a pesar de todo, comprendía y respetaba. Y tampoco pensé que Helicón fuese un simple lacayo, sino más bien un hombre, como él dice, demasiado inteligente para pensar...

L'Om Imprebis tiene una puesta en escena bastante sólida, pero a pesar de ello no logran resaltar los momentos más relevantes en cuanto al absurdo de la existencia humana y la brillante comprensión de la historia, la voluntad y el poder que logra allí Camus. Momentos como el célebre diálogo de Calígula con Helicón:

- Caligula: He caminado mucho.
- Helicón: Si, tu ausencia se ha prolongado mucho.
- Caligula: Era difícil de encontrar.
- Helicón: ¿El que?
- Caligula: Lo que yo quería.
- Helicón: ¿Y que es lo que querías?
- Caligula: La luna.
- Helicón: ¿Qué?
- Caligula: Sí, quería la luna.
- Helicón: ¡Ah!... Y, ¿ya esta todo resuelto?
- Caligula: No, no he podido conseguirla.
- Helicón: ¡Que lastima!
- Caligula: Si, por eso estoy tan cansado... Helicón...
- Helicón: ¿Sí, Cayo?
- Caligula: Piensas que estoy loco.
- Helicón: De sobra sabes que yo no pienso nunca. Soy demasiado inteligente para pensar.
- Caligula: Sí. Pero yo no estoy loco, y aun más: nunca he sido tan razonable como ahora. Simplemente sentí en mí, de pronto, la necesidad de lo imposible. Las cosas, tal como son, no me parecen satisfactorias.

O el diálogo del mismo con Quereas:

- Quereas: No tengo nada más que decirte. No quiero entrar en tu lógica. Tengo otra idea de mis deberes de hombre. Sé que la mayoría de tus súbditos piensa como yo. Eres molesto para todos. Es natural que desaparezcas.
- Caligula: Todo eso es muy claro y muy legítimo. Para la mayoría de los hombres hasta sería evidente. No para ti, sin embargo. Eres inteligente y la inteligencia se paga caro o se niega. Yo pago, pero tú, ¿por qué no la niegas y no quieres pagar?
- Quereas: Porque tengo ganas de vivir y de ser feliz. Creo que no es posible ni lo uno ni lo otro llevando lo absurdo hasta sus últimas consecuencias. Soy como todo el mundo. Para sentirme liberado de ello, deseo a veces la muerte de aquellos a quienes amo, codicio mujeres que las leyes de la familia o de la amistad me vedan. Para ser lógico, debería entonces matar o poseer. Pero juzgo que esas ideas vagas no tienen importancia. Si todo el mundo se metiera a realizarlas, no podríamos vivir ni ser felices. Una vez más lo digo: eso es lo que me importa.
- Caligula: Así que necesitas creer en alguna idea superior.
- Quereas: Creo que unas acciones son más bellas que otras.
- Caligula: Yo creo que todas son equivalentes.
- Quereas: Lo sé, Cayo, y por eso no te odio. Pero eres molesto y tienes que desaparecer.

Ello se debe quizá a que el director, Santiago Sánchez, según lo que ha manifestado a la prensa, se centra en la tiranía económica que, es cierto, está presente, pero sólo como algo particular en torno a lo esencial. O quizá se deba también, lo cual es lamentable, a que el director considera a Calígula como un personaje que hacia el final de la obra se arrepiente, se convierte y es redimido, cuando en realidad nada de ello puede ser seriamente interpretado.

No deja de ser curioso que más de medio siglo después de su estreno (1945), Calígula sea una obra escasamente entendida a pesar de su enorme vigencia. Más de una vez escuché esa noche, y tanto de señoras bienvestidas como de jóvenes "existencialistas" (lo que quiera que eso signifique hoy en día), que ¡Calígula es un loco! - incluso cuando en la obra Quereas y Helicón nos revelen que Calígula no está loco sino todo lo contrario, que ha asumido una lógica en extremo coherente. La mayoría de las malas interpretaciones derivan de la necesidad que tienen los lectores o espectadores de moralizar a los distintos personajes, algo a lo que todos ellos se resisten. Ninguno es tan indigno como para ser calificado simplemente como bueno o malo, ni siquiera los patricios.

Más allá de esa palidez general, destacó la interpretación de Sandro Cordero como Calígula. La música, por su parte, fue acertada por la fuerza elemental que transmite la percusión, pero, frente a ello y al minimalismo escénico, la balada cantada luego del intermedio y la coreografía que le acompañó fueron totalmente inoportunas, incomprensibles y desagradables.

Con todo, fue una buena ocasión para ver esta magnífica obra llevada a escena de una manera lo suficientemente satisfactoria como para disfrutarla.

A continuación un breve fragmento de la presentación en España:

domingo, 20 de septiembre de 2009

"Kant e a música". 4º Colóquio Kant de Marília, Sao Paulo


La Universidade Estadual Paulista (UNESP), en su campus "Júlio de Mesquita Filho" de Marília, organiza del 9 al 12 de noviembre próximos el 4º Coloquio Kant de Marília, que en esta ocasión estará dedicado al tema general de "Kant y la música". Además de los participantes brasileros, la mayoría de ellos miembros de la siempre activa e importante Sociedade Kant Brasileira, este encuentro contará con la participación especial de estudiosos kantianos de Alemania y Bélgica, tales como Herman Parret, Giorgia Cecchinato, Margit Ruffing, etc.













Sin embargo, el interés especial que tiene este coloquio se debe no sólo a su tema general, sino también a los temas de las conferencias plenarias. Ricardo Ribeiro abrirá el evento preguntándose si podemos hablar en sentido estricto de una estética kantiana o si este término, principalmente en la Critica de la Facultad de Juzgar, debe referirse sólo a la sensibilidad; algo que atañe especialmente a la música, con la cual se ha optado casi siempre por lo segundo, así como atañe a la crítica hegeliana que distingue entre estética y filosofía del arte.

Por su parte, Margit Ruffing comparará las filosofías de Kant y de Schopenhauer sobre la música, lo que a mi juicio arroja luces sobre su vínculo más que con cualquier otro arte particular, en oposición al intento heideggeriano por separar radicalmente sus respectivas estéticas desde la óptica del Seyn.

Zeljko Loparic llevará la estética kantiana al terreno de la música contemporánea, donde predomina más bien el hegelianismo.

Mário Videira analizará la influencia de la Critica de la Facultad de Juzgar en la literatura musical de inicios del siglo XIX, es decir, en el Romanticismo musical.

Valério Rohden se preguntará por el sentido "pre-político" de la música en Kant, apuntando quizá a un vínculo sólo indirecto entre música y política, al contrario de las tendencias idealistas que se caracterizan por tender entre ellas un vínculo directo.

Tristan Torriani tratará la cuestión fundamental de los problemas metodológicos y científicos que suelen impedir que se vea a la estética musical kantiana como un todo sistemático e integrado al resto de su pensamiento.

Vicente de Paulo Justi analizará lo agradable, lo bello y lo sublime referidos a la música, mientras que Clélia Martins verá especialmente lo bello en la música.

Arlenice Almeida da Silva abordará la importancia de la voz, sobre todo en un sentido cosmopolita.

Ubirajara Rancan de Azevedo Marques buscará aclarar los términos musicales que utiliza Kant, algunos de los cuales ya habían sido apropiados antes por parte de la filosofía, como Leibniz con la armonía.

Márcio Benchimol Barros aplicará la tercera Crítica -en su espíritu delimitador de la razón- al contexto musical del Romanticismo, con miras a un tipo especial de idealismo tardío-romántico que bien puede aproximar la estética musical de Kant con la de Nietzsche. No en vano su ponencia se titula: Kant contra Wagner.

Giorgia Cecchinato comparará las concepciones musicales de Kant y de Hegel, mientras que Rodrigo Duarte analizará qué resonancias ha tenido en Hegel y Adorno la aconceptualidad de la música según Kant, aspecto crucial que hace de la suya una estética no sólo ajena, sino además opuesta a las estéticas idealistas.

José Oscar de Almeida Marques retorcederá un poco, hasta Rameau y Rousseau, para ver cómo concebían a la melodía y a la armonía en el esquema del arte como representación (imitación de la naturaleza) que predominará en la estética clásica y que tiene alcances hasta Kant, en quien, sin embargo, aparece también notoriamente el paradigma de la expresión que explotará el Romanticismo.

Herman Parret presentará un análisis de la jerarquía de las artes, en su relación con la división de los sentidos, en Kant y en Herder. El caso kantiano es relevante porque contrasta con las posteriores jerarquías de Schelling, Hegel y Schopenhauer al no guiarse por una concepción metafísica del arte, sino por una detallada observación del funcionamiento de la percepción.

Finalmente, Leonel Ribeiro dos Santos indagará por el "ritmo" de la filosofía kantiana.

Yo participaré en una sesión de comunicaciones presentando una aproximación sistemática de las observaciones kantianas sobre la música (algo que con todo derecho podría llamarse "su filosofía de la música"), en el contexto del clasicismo musical, así como en el de una tendencia vitalista y anti-idealista en la filosofía de la música, y en el contexto de su propio pensamiento extramusical. De este modo espero también recoger valiosa información de las ponencias que escuche, para poder reseñarlas en esta página.

Para mayores datos sobre este Coloquio, visite la página Web de la UNESP.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Heidegger en Barranquilla. Congreso Internacional por su 120 aniversario


















Del 6 al 9 de octubre próximos, en Barranquilla, Colombia, la Sociedad Iberoamericana de Estudios Heideggerianos organizará el Congreso Internacional Martin Heidegger 120 años (1889-2009), el mismo que está dedicado a la memoria del prestigioso estudioso heideggeriano, el filósofo italiano Franco Volpi (1952-2009). La ocasión representa uno de los encuentros más importantes que se hayan celebrado en Latinoamérica sobre Heidegger, puesto que participarán los especialistas más relevantes en nuestro idioma, además de algunos otros invitados. Entre ellos se encontrarán Alberto Rosales, Alejandro G. Vigo, Ángel Xolocotzi, Arturo Leyte, Carlos B. Gutiérrez, Carlos Másmela, Jean-François Courtine, Jesús Adrián Escudero, Ramón Rodríguez, Lourdes Flamarique y Klaus Held.

Los ejes temáticos son:
  • Heidegger, fenomenología y hermenéutica
  • En torno a Ser y tiempo
  • Heidegger y la cuestión política
  • Heidegger en diálogo con la tradición filosófica
  • Heidegger y el lenguaje
  • Heidegger y el arte
  • Heidegger y la técnica
  • Heidegger y la cuestión teológica
  • Heidegger y el pensamiento oriental
  • Mesa de estudiantes
Más información en la página Web de la Universidad del Norte, que es la institución anfitriona.

jueves, 17 de septiembre de 2009

El perro de Hegel (o por qué no es lo mismo poesía idealista que ideal poético)


El idealismo del joven Hegel, aún en ciernes, se expresaba de modos ciertamente distintos a los que podemos encontrar en su Ciencia de la Lógica o en su Fenomenología del Espíritu. En esa temprana época, sus intereses no sólo eran más explícitamente religiosos (escribió una Vida de Jesús), y no sólo ya veía a Kant con malos ojos (entiéndase esto en su doble sentido), sino que también era más explícitamente estético, o al menos intentaba serlo. La siguiente es una de las pocas expresiones poéticas del Espíritu Absoluto -que quizá no había llegado aún al "para sí"- en la pluma del joven Hegel.


[Final de un poema
A SU PERRO]
(10-XII-1798)

Se interna en la llanura dando grandes rodeos, y retorna a nosotros;
escarba en la tierra, me ve y ya brinca a mi vera. ¿Dónde se queda?
Ahora ha encontrado compañeros de juegos. Se hostigan, huyen y se buscan;
el que acosaba, ahora huye. Pero, mira, se están alejando demasiado.
¡Ven aquí! La palabra le arranca del instinto y le obliga a volver al amo.
Pero una perra vuelve a tirar de él. ¡Quieto!
¡Vuelve aquí! No escucha. Te espera el palo. Ya no lo veo.
Camina junto al seto con pasos que la mala conciencia hace más lentos.
¡Ven aquí! Me rodeas de lejos, mueves el rabo. Tiene que:
¿Nunca habéis visto qué es "tener que"? Aquí lo véis. No tiene otro remedio.
¿Gimes bajo los palos? Pues obedece a la llamada de tu amo.
"Dokumente 383", en Hegel, G.W.F., Escritos de juventud, México: Fondo de Cultura Económica, 2003, p. 255.


¿Hay que añadir algo?...

Quizá tan sólo que si Schopenhauer hubiese leído esto, probablemente, renegando como siempre, hubiera pensado un poco más esa creencia heredada de Diógenes y los cínicos, esa que lo llevaba a apreciar la compañía de su perro más que la humana, pues, al fin y al cabo, ni siquiera le había consultado a su perro si quería acompañarlo.*

O, por otro lado, Hölderlin, después de reirse un poco, podría haber repetido con toda razón aquella frase que Manuel Barrios le atribuye hipotéticamente: "¡Pobre Hegel! (...) "¡Ha debido de volverse loco! ¡Cree que el espíritu de la época habla por su boca!...".**

Más seriamente, puede preguntarse con licitud: ¿por qué los filósofos suelen ser malos poetas? Este texto nos puede dar algún indicio, en especial al querer hacer un más que evidente uso ético de lo estético (entiéndase ético no sólo en el sentido hegeliano de vida ética -Sittlichkeit-, sino también en el kierkiegaardiano de mediatez reflexiva). Suele suceder más, en cambio, que los poetas hablen bien en términos filosóficos, aunque no precisamente quieran "hacer" filosofía, y quizá por ello mismo. Tal es el caso, por ejemplo, de Romualdo, cuando, con una sonrisa que no se permite Hegel, nos dice:

En el mundo de la limitación
y la bondad estéril
cuando los perros
colgados en la plaza
y manchas de sangre
en el mar
suena el timbre
es ella
con él
no dice nada
contempla
el dulce atropello
de la muchacha
sobre el hombre
que le abrió la puerta
sorprendido
seguramente él lo miró
seguramente lo ha mirado
a él
que le abrió la puerta
y ella le pregunta
¿qué es la dialéctica?
¿la dialéctica?
¿a estas horas?
y él los mira
y ella lo mira a él
le abrió la puerta
de su planeta blanco
y azul
qué es la dialéctica
insiste con vehemencia
y él la mira
y ella la mira a él
y él los mira
y él los mira a él
y se miran
lucha de contrarios
negación de la negación
que afirma a ella en él
no puede negarlo
es la necesidad
no es la casualidad
no quiere reconocer
la contradicción
que ella ha buscado
para afirmarse
acercándolo al rostro
¿qué es la dialéctica?
insiste ella
moviendo impaciente la cabeza
¿qué es la dialéctica?
pregunta turbada
ante lo que ya
no puede negar
ante la evidencia
y se despide de él
entregándose en la mejilla
delante de él
y él la besa
y él los mira
y ella lo mira a él
agitada
y ya nada le pregunta
y se van
y él los ve alejarse
lentamente
alejarse cabizbajos
juntos
cada uno por su lado
caminando en silencio.

Alejandro Romualdo, "La dialéctica".


* Que su compañía fuese normalmente desagradable es algo que testimonia su propia madre, Johanna Schopenhauer, tanto por su presunta vanagloria como por su radical pesimismo. Véanse a este respecto las llamadas Cartas de Weimar entre hijo y madre.

** Barrios Casares, Manuel, "Hölderlin: la revuelta del poeta", en: Marrades, Julián y Manuel E Vázquez (eds.), Hölderlin: poesía y pensamiento, Valencia: Pre-textos, 2001, p. 31.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Tres preguntas, hechas o no, y sus respuestas (Kierkegaard y el amor)




















1. Pregunta hecha y ya contestada: ¿Le interesaba a Kierkegaard la existencia como la abordó el existencialismo... Sartre, por ejemplo?

Además de lo verbalmente dicho, que en vano reproduciría aquí, habría que partir desde el punto en que se advierta con claridad que hablar de "existencial-ismo" supone ya una supresión de la existencia particular. Nada más ajeno al querer de Kierkegaard. Ni siquiera en "El existencialismo es también un humanismo" se encuentra el requerimiento de que la comunicación sea subjetiva. ¿Y en La náusea?... ...¿Y en La náusea?


2. Pregunta hecha y quizá no contestada: ¿Se podría retornar del estadio religioso al ético o de este último al estético?

a) Para Kierkegaard: ¿Dar un salto hacia atrás? No. En la medida que el salto hacia adelante y la decisión que conlleva sean hechos con la entereza subjetiva que supone ser auténtico, no es posible. Sí lo es, en cambio, si dicho avance ha resultado del deliberado engaño de uno mismo. Por ejemplo, si uno establece una relación amorosa por un compromiso objetivo (una imposición) o por lástima, y no realmente por amor, o si uno funda su amor a Dios (su piedad religiosa) en los tratados de teología o en los mandatos de su pastor, y no en la vivencia espiritual subjetiva, entonces no sólo es posible, sino incluso necesario que se regrese a los estadios previos, pero esto porque sólo era una ilusión el encontrarse en los posteriores. Para emprender el camino de ascenso con la debida pureza y convicción ("la pureza de corazón es querer una y la misma cosa"), es necesario comenzar por lo estético, por el goce sensible, por el erotismo. En ese sentido el donjuanismo es una especie de mal necesario, y de allí que Kierkegaard le dé una importancia inusitada - su justificación está en el hecho mismo de ser una respuesta natural (querida incluso por Dios) frente a los desvaríos del cristianismo oficial y de las filosofías especulativas. Si a pesar de ello se observa que lo estético -aquí, el erotismo y la seducción- es en cierta medida un estadio inauténtico para nuestro autor, ¿por qué entonces parte de ellos, siendo su meta el amor religioso? Evitando por ahora los detalles, bien puede servirnos de respuesta una frase de Heidegger que alude a San Agustín: "No porque el camino sea de orden inferior (vilis via) tiene por qué ser inferior el objetivo".*

b) En mi apropiación de Kierkegaard: El camino señalado por Kierkegaard es sólo uno de los dos posibles. El otro es precisamente, en sus mismos términos, un camino a la inversa: primero es necesaria una vivencia auténtica de lo religioso, luego se da el salto a lo ético, como un paso necesario de maduración, para finalmente dar el salto a la autenticidad estética. Se trata de una vía de descenso hacia lo primordial, que está en el "reino de este mundo". Se trata de una piedad para con la tierra (y el sol y el mar... y el chocolate y desde luego las mujeres...). Se trata de avanzar de espaldas, como decía San Agustín, sin saber lo que nos depara el futuro (e incluso sin el ligero respaldo de la fe). Se trata de los mismos tópicos y aprendizajes que Kierkegaard describió con brillantez, pero de una forma exactamente inversa.


3. Pregunta no hecha y quizá no contestada: ¿Por qué Kierkegaard y no, por ejemplo, Platón?

En resumidas cuentas, por una sencilla preferencia por lo particular en lugar de las esencias; por querer conocer el amor a partir de sus obras mismas y no a partir de la Idea, de lo que sería el amor-en-sí. Kierkegaard, que era un asiduo lector de Platón, nos remite siempre al existente, y desde esa perspectiva vivencial pueden abordarse mejor las distintas facetas de lo que es el amor, especialmente de aquellas que, en su irreflexividad, escapan del holismo sistemático del filósofo idealista (dicho sea, de paso, eso mismo para el concepto de amor de Hegel).


* Heidegger, Martin, Estudios sobre mística medieval, trad. de Jacobo Muñoz, Madrid: Siruela, 2001, p. 192.

martes, 1 de septiembre de 2009

"¡Tan largo me lo fiáis!": Del Don Juan de Tirso y el de Zorrilla




La historia del Don Juan, que Lorenzo da Ponte adaptó para que Mozart compusiese su ópera, es sin duda alguna la figura hispana más influyente en la literatura mundial. Desde su nacimiento en el contexto de la liberalidad erótica del Renacimiento, el mítico amante sevillano ha inspirado las más diversas interpretaciones y versiones. A pesar de ello, la filosofía apenas si lo advirtió como un personaje curioso pero irrelevante. El de Kierkegaard ha sido prácticamente el único caso en que se le ha tomado filosóficamente en serio, no sólo por su análisis de la ópera mozartiana, sino también, como en el Diario del Seductor, porque lo hizo el paradigma del primero de sus tres estadios - el estético. Con motivo de este caso que nos lleva a considerar al amor en tanto estética, sería bueno recordar un poco de la versión original, la de Tirso de Molina, y también de la de José Zorrilla, contemporánea a Kierkegaard, pero algo lejana a su espíritu pues allí el autor "redime" a Don Juan y lo somete al amor de la bondad divina, algo que Kierkegaard, en general, considera lamentable. La estética de Don Juan, en esos dos casos, dice así:


De: El burlador de Sevilla y convidado de piedra (1630) de Tirso de Molina

TISBEA: El rato que sin ti estoy
estoy ajena de mí.

JUAN: Por lo que finges ansí,
ningún crédito te doy.

TISBEA: ¿Por qué?

JUAN: Porque si me amaras
mi alma favorecieras.

TISBEA: Tuya soy.

JUAN: Pues, di, ¿qué esperas?
¿O en qué, señora, reparas?

TISBEA: Reparo en que fue castigo
de Amor el que he hallado en ti.

JUAN: Si vivo, mi bien, en ti,
a cualquier cosa me obligo.
Aunque yo sepa perder
en tu servicio la vida,
la diera por bien perdida,
y te prometo de ser
tu esposo.

TISBEA: Soy desigual
a tu ser.

JUAN: Amor es rey
que iguala con justa ley
la seda con el sayal.

TISBEA: Casi te quiero creer,
mas sois los hombres traidores.

JUAN: ¿Posible es, mi bien, que ignores
mi amoroso proceder?
Hoy prendes con tus cabellos
mi alma.

TISBEA: Ya a ti me allano,
bajo la palabra y mano
de esposo.

JUAN: Juro, ojos bellos,
que mirando me matáis,
de ser vuestro esposo.

TISBEA: Advierte,
mi bien, que hay Dios y que hay muerte.

JUAN: ¡Qué largo me lo fiáis!
Ojos bellos, mientras viva
yo vuestro esclavo seré,
ésta es mi mano y mi fe.

TISBEA: No seré en pagarte esquiva.

JUAN: Ya en mí mismo no sosiego.

TISBEA: Ven, y será la cabaña
del amor que me acompaña,
tálamo de nuestro fuego.
Entre estas cañas te esconde,
hasta que tenga lugar.

JUAN: ¿Por dónde tengo de entrar?

TISBEA: Ven, y te diré por dónde.

JUAN: Gloria al alma, mi bien, dais.

TISBEA: Esa voluntad te obligue,
y si no, Dios te castigue.

JUAN: ¡Qué largo me lo fiáis!


















De: Don Juan Tenorio (1844) de José Zorrilla

[...]
DON LUIS:
¡Por Dios que sois hombre extraño!
¿Cuántos días empleáis
en cada mujer que amáis?

DON JUAN:
Partid los días del año
entre las que ahí encontráis.
Uno para enamorarlas,
otro para conseguirlas,
otro para abandonarlas,
dos para sustituirlas
y una hora para olvidarlas.