Este 26 de septiembre la compañia española L'Om Imprebis presentó en escena en Lima una de las joyas literarias del siglo pasado. Considerada una de las obras más representativas del teatro del absurdo, Calígula es además una obra estética y filosóficamente relevante. Esto debe decirse no sólo en torno al arte y el pensamiento del propio Camus, para quien este personaje ocupó un lugar central en su obra (cronológicamente en paralelo con su ensayo El mito de Sísifo), sino también por su carácter crítico de la racionalidad moderna, incluyendo aquella manifestación culminante de la misma que la lleva a asumir sus últimas consecuencias; es decir, la denuncia nietzscheana inclusive, de la cual partió Camus en buena medida pero en la que advertía un rezago historicista aún demasiado fuerte.- Helicón: Si, tu ausencia se ha prolongado mucho.
- Caligula: Era difícil de encontrar.
- Helicón: ¿El que?
- Caligula: Lo que yo quería.
- Helicón: ¿Y que es lo que querías?
- Caligula: La luna.
- Helicón: ¿Qué?
- Caligula: Sí, quería la luna.
- Helicón: ¡Ah!... Y, ¿ya esta todo resuelto?
- Caligula: No, no he podido conseguirla.
- Helicón: ¡Que lastima!
- Caligula: Si, por eso estoy tan cansado... Helicón...
- Helicón: ¿Sí, Cayo?
- Caligula: Piensas que estoy loco.
- Helicón: De sobra sabes que yo no pienso nunca. Soy demasiado inteligente para pensar.
- Caligula: Sí. Pero yo no estoy loco, y aun más: nunca he sido tan razonable como ahora. Simplemente sentí en mí, de pronto, la necesidad de lo imposible. Las cosas, tal como son, no me parecen satisfactorias.
O el diálogo del mismo con Quereas:
- Caligula: Yo creo que todas son equivalentes.
- Quereas: Lo sé, Cayo, y por eso no te odio. Pero eres molesto y tienes que desaparecer.
No deja de ser curioso que más de medio siglo después de su estreno (1945), Calígula sea una obra escasamente entendida a pesar de su enorme vigencia. Más de una vez escuché esa noche, y tanto de señoras bienvestidas como de jóvenes "existencialistas" (lo que quiera que eso signifique hoy en día), que ¡Calígula es un loco! - incluso cuando en la obra Quereas y Helicón nos revelen que Calígula no está loco sino todo lo contrario, que ha asumido una lógica en extremo coherente. La mayoría de las malas interpretaciones derivan de la necesidad que tienen los lectores o espectadores de moralizar a los distintos personajes, algo a lo que todos ellos se resisten. Ninguno es tan indigno como para ser calificado simplemente como bueno o malo, ni siquiera los patricios.
Más allá de esa palidez general, destacó la interpretación de Sandro Cordero como Calígula. La música, por su parte, fue acertada por la fuerza elemental que transmite la percusión, pero, frente a ello y al minimalismo escénico, la balada cantada luego del intermedio y la coreografía que le acompañó fueron totalmente inoportunas, incomprensibles y desagradables.
Con todo, fue una buena ocasión para ver esta magnífica obra llevada a escena de una manera lo suficientemente satisfactoria como para disfrutarla.


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