"Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico".
Ella apareció de pronto en su vida. Él la hizo suya como un regalo del destino. Todo lo demás no parecía importar entre ellos. Adoraba verla cuando menos la esperaba y con un libro entre las manos; algún día sería uno de los suyos. Había algo demasiado atractivo en ella, quizá su espontaneidad o su misterio, pero de todas maneras su mirada y su sonrisa. "Andábamos sin buscarnos", pensaron ambos, "pero sabiendo que andábamos para encontrarnos".
Ella era su inocencia, su sinceridad, sus confusiones. Él se divertía mucho estando con ella. Ella era su curiosidad, sus asombros, su vitalidad. ¿Acaso él no la amaba? ¿Por qué no se lo dice o por qué no nos lo recuerda a cada instante? ¿Es que su presencia no lo marcó realmente? ¿O es que, como diría Sabines, cuando le decía "es tarde", en realidad le estaba diciendo "te quiero"? El amor a veces necesita alimentarse de largas frases de silencio, y a veces también necesita expresar ciertos resabios de tristeza o de desamor.
Lo único seguro es que un "cielo" sin la Maga, no sería un cielo ni una rayuela. En aquellas tardes inmejorables en París ella le preguntaba quizá: "¿en qué piensas?", mientras que él, con la mente casi en blanco, sólo contemplaba su belleza. Como fuese, él se convirtió en un pedazo de su pasado y...
Y de pronto no quiero dejarlo todo al azar. Fue bello y bueno cuando así lo hicimos pero yo no quiero tener que escribirle después de años preguntándole si se acuerda de mí, del largo, flaco, feo y aburrido compañero que coleccionaba sus recuerdos, o mandándole saludos a su hija... Quiero que esté en cada instante, que siga en mi aquí y ahora, que me lea en persona las cartas que nunca habrá de escribirme... Entonces yo le leeré todas las páginas que llevan su aroma y...
Supongo que sí amo a la Maga, pero no lo sé de cierto.