domingo, 31 de octubre de 2010

Nosotros, los modernos (Goethe sobre Eurípides)



Eurípides es el trágico menos querido por los filósofos. Se sabe que fue amigo y seguidor de Sócrates, pero desde Platón en adelante se le ha considerado más amigo de los sofistas, del vulgo, del happy end; el trágico del recurso fácil o simple (Schlegel), representante de los límites de la conciencia antigua (Hegel) o de un excesivo racionalismo metafísico (Nietzsche)...

Lo que los filósofos olvidamos con frecuencia son nuestras deudas. Y no sólo olvidamos la deuda, sino que, irónicamente, como en Las Nubes del genial Aristófanes (comedia dedicada a Sócrates), pretendemos convencer a nuestros acreedores de que son ellos los que nos deben a nosotros. Creo que la figura de la deuda asociada a la filosofía no es nada casual en dicha comedia, pero sobre ello volveré en otra ocasión. Como fuese, es el poeta el que termina recordándonos nuestro lugar, nuestra demora frente a la vida y, eventualmente, nuestra envidia.

Precisamente Goethe, una de las mentes más brillantes en la historia de la humanidad, ha dado una sentencia precisa a nuestras apreciaciones modernas sobre las tragedias de Eurípides. En cierto modo, ella puede ampliarse a todas nuestras apreciaciones respecto de los antiguos; particularmente con las que los "filósofos" postmodernos hacen de Platón (con similar olvido), pero dichas a propósito de Eurípides tienen un valor especial. Así, en las célebres Conversaciones con Goethe que registró Eckermann, su asistente de vejez, se lee:

Cuando un escritor moderno, como Schlegel, pone defectos a uno de los grandes poetas antiguos, debiera hacerlo de rodillas.

Touché, maestro.



Traducción recomendada:
Eckermann, J. P., Conversaciones con Goethe, edición de Rosa Sala Rose, Barcelona: Acantilado, 2005, 1003 p.

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