El silencio.
Es muy difícil escucharlo.
Muy difícil escuchar, en el silencio, a los otros.
Otros pensamientos, otros ruidos, otras sonoridades, otras ideas. Cuando se escucha, se busca muchas veces reencontrarse a sí mismo en los otros. Reencontrar los propios mecanismos, sistema, racionalismo, en el otro.
Y esto es una violencia totalmente conservadora.
En lugar de escuchar el silencio, en lugar de escuchar a los otros, estamos a la espera de escucharnos a nosotros mismos, una vez más. Es una repetición que se vuelve académica, conservadora, reaccionaria. Es un muro contra los pensamientos, contra aquello que, por lo tanto, no es posible explicar. Es la consecuencia de una mentalidad sistemática, basada en los a priori (interiores o exteriores, sociales o estéticos). Se prefiere la comodidad, la repetición, el mito; se prefiere escuchar siempre la misma cosa, con aquellas pequeñas diferencias que nos permiten demostrar nuestra inteligencia.
[...] Despertar el oído, los ojos, el pensamiento humano, la inteligencia, el máximo de interiorización exteriorizada.
He aquí lo esencial hoy.
Luigi Nono, "L'erreur comme nécessité", en: Révolution, Nº 169, 27 de mayo-2 de junio de 1983, pp. 50-51.